Recuperar la piedad para la política

1993; Issue: 2 Linguagem: Espanhol

ISSN

1132-9432

Autores

Aurelio Arteta,

Tópico(s)

Political Philosophy and Ethics

Resumo

Sea la piedad, o la compasion,' ese sentimiento (y esa virtud) que se despierta ante la desgracia ajena y nos mueve a procurar su alivio o su remedio. Damos, pues, por sentados dos supuestos que no siempre han concedido quienes han pensado en ello: primero, que la piedad admite una gradacion que la conduce, de ser una reaccion espontaiea e indiferenciada de la sensibilidad, a convertirse en virtud como principio racional de conducta; y despues, que ese paso dependen en buena medida de que tal compasion se limite a condolerse pasivamente del dolor que contempla o pugne por enfrentarse a sus causas. Requeriria asimismo mayor desarrollo mostrar el fundamento ultimo del que emana la compasion, que no puede ser otro que la conciencia simultanea de la finitud y de la dignidad humanas. Que no se pida aqui determinar mas precisamente la naturaleza y relevancia moral de la compasion. Pocas categorias habra, en efecto, cuyo lugar en la etica haya sido tan controvertido; en tomo a ella se dirime el litigio entre las morales del deber y las del sentimiento. La piedad ha sido denostada por causa de su presunta debilidad, su dependencia de la imaginacion, su inclinacion a la hipocresia o a la tristeza, su encubrimiento del amor propio que la alimenta. Pero no ha sido menos celebrada como la virtud mas primaria, social y radical; en una palabra, por encamar la «humanidad» misma. La dificultad crece todavia si se pone a la piedad en relacion con un concepto tan amplio y multivoco como el de la politica. Entendida esta al modo kantiano como la plasmacioff practica del derecho, a su fiat ius, pereat mundus la compasion siempre podra oponer un firme summum ius, summa iniuria. Tampoco al politico pragmatico le aprovecha de nada la piedad, que solo tendra cabida en una politica que acepte rendir cuentas al tribunal de la moral... Pero, asi concebidas las relaciones entre etica y politica, la compasion podria servir de transito de la una a la otra. En concreto, frente al arraigado prejuicio de que piedad y politica reciprocamente se excluyen, hay que mostrar que ambas se compenetran de tal suerte que la piedad es, para la politica, una de sus pasiones

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