Artigo Revisado por pares

El acto de escribir

2008; National University of Santiago del Estero; Volume: 10; Issue: 11 Linguagem: Espanhol

ISSN

1514-6871

Autores

Santiago Kovadloff,

Tópico(s)

Literacy and Educational Practices

Resumo

Creo poder remontar la corriente que me trajo hasta este oficio. Escribir ha sido desde siempre lo unico que quise. Desde siempre, no: desde que ya no pude jugar. No poder jugar fue mi derrumbe. Mi primera experiencia del tiempo como catastrofe; de mi identidad como incertidumbre. Si, una zozobra absoluta. Dias y dias vacios. De pie en mi cuarto, en el jardin, viendo llover detras de una ventana, la mirada errante sobre un mundo hueco. Enfermo por el amor que se fue. No sabria decir cuanto duro esa agonia. ?Hubo transicion? Me parece que fue un salto, una fuga del dolor. Mis soldados de plomo estaban tibios todavia cuando empece a escribir. Nunca me resigne a dejar de jugar. Nunca me resignare. Y ya tengo mas de sesenta anos. Empece a los trece. Recuerdo el papel. Hojas sueltas, planchas levemente opacas, perladas, de un blanco atenuado por una patina gris. Alli mi mano dejaba su estela de tinta azul profundo. Mi padre me daba esas hojas. Cada resma era nutrida y pulposa. Ignoro de donde provenian. ?Que era aquello? ?Papel de envolver? Me gustaba. No escribia en cuadernos. Mi trazo regular cubria las hojas amorosamente. Las iba llenando con mi letra ostentosa, que se deslizaba y caia sobre la derecha, como desplomandose. Letra diafana, lenta, como la de hoy. Alli prolongaba yo mis correrias imaginarias a caballo por las cuadras de mi barrio. Pistola al cinto o en mano, atento a las acechanzas de apaches y cuatreros, me deslice desde mis juegos a las palabras. Aun recuerdo un titulo: Diez mil dolares en oro. Hubo una mediacion: los libros. Leia hechizado. Mi cuerpo leia. Todo mi cuerpo. Los libros tambien eran juguetes. Y mas: los acariciaba, me gustaba la piel de las paginas, las olia. Como a una mujer. Ellos fueron el residuo palpitante que me dejo la infancia cuando se apago. La materia que faculto mi renacimiento. Desde entonces nada me importo mas. Leer, escribir. Resucite. Volvi a tener un mundo. Los desvelos que me producen mis desaciertos de padre y marido me atormentan menos que mis imperfecciones de escritor. Sigo siendo un nino que perdio su casa tras la muerte de su infancia. No falta sin embargo quien, con humor y clarividencia, diagnostique que la mia es una conclusion conscientemente encubridora y por lo tanto hipocrita. Bien se —me aseguran— que tan mal padre no soy, ni un marido desastrado; en consecuencia, no podia escaparseme que lo realmente preocupante, por hondas e irremontables, son mis falencias de escritor. Sea como fuere: si no escribiese, me ahogaria. La vocacion no responde a la certeza sobre el propio talento. Es una pasion. Se nutre de su propia necesidad, de su impetu y no de la excelencia eventual de sus frutos. Yo podria durar sin escribir pero no sabria vivir sin hacerlo. No lo se desde hace casi cincuenta anos. Ya es demasiado tarde para aprender a pasar el tiempo. Lo senil para mi es la vida sin literatura. Al escribir me rebaso, me trasciendo, voy mas alla de mi literalidad; de esa patina de obviedad en que la rutina ahoga lo viviente. Al escribir asciendo, planeo, respiro un aire mas puro. Ahondo lo que de otro modo

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