¿Manuel Peña: la esperanza ahogada en "El amigo manso"
1991; University of La Laguna; Issue: 10 Linguagem: Espanhol
ISSN
2530-8548
AutoresFrancisco Juan Quevedo García,
Tópico(s)Spanish Philosophy and Literature
ResumoManuel Pena is a character we meet it in the galdosian novel El amigo Manso. In this novel his attitudes in his life appear like a surprising change. From his young idealism to propitious and powerful job of deputy. This change makes that Manuel is overwhelmed like a hope for Maximo Manso and begins like a new hope for Irene and Javiera Rico. Cuando dona Javiera Rico le pide a su admirado vecino Maximo Manso, catedratico de Filosofia, que se haga cargo de la instruccion de su hijo Manuel, el profesor, lejos de sentirse molesto o contrariado, se muestra contento con su nuevo quehacer: «Le tengo matriculado en la Universidad; pero de cada ocho dias me falta siete a clase. Dice que le aburren los profesores y que le da sueno la catedra. En fin, senor don Maximo, usted me lo toma por su cuenta o perdemos las amistades. En cuanto a honorarios, usted es quien los ha de fijar... Bendito sea Dios que le trajo a usted a poner su nido en el tercero de mi casa... Lo digo, amigo Manso: usted ha bajado del septimo cielo... Mucho me agrado la confianza que en mi ponia la buena senora, y por lo agradable de la mision, asi , como por la honra que con ella me hacia, acepte.» (Perez Galdos, 1983, p. 25). Este sentimiento de agrado que se advierte en Maximo se va a acrecentar con el conocimiento de las aptitudes y acciones de su discipulo. El Revista de Filologia, Universidad de La Laguna, n° 10, 1991, 371-377 372 FRANCISCO JUAN QUEVEDO GARCIA joven Pena, poseedor de una personalidad critica, ante un maestro como Manso, defensor de las ideas krausistas, en las que se vislumbra una necesaria aproximacion entre alumno y profesor, amen de un acercamiento a los conocimientos progresivo y no abrumador, comienza a sorprender a Maximo, sobre todo por sus buenos sentimientos y su capacidad expresiva: «Iba descubriendo, ademas, Manolito un don de gentes cual no he visto semejante en ningun chico de su edad. Sabia inspirar vivas simpatias a toda persona con quien hablaba, y su gracia, su facil expresion, su oportunidad, daban a sus palabras una fuerza convincente y dominadora que le abria las puertas de todos los corazones. Sabia ponerse al nivel intelectual de su interlocutor hablando con cada uno el lenguaje que le correspondia. Pero lo mas digno de alabanza en el era su excelente corazon, cuyas expansiones iban frecuentemente mas lejos de lo que los buenos terminos de la generosidad piden.» (Perez Galdos, 1983, p. 46). Manuel Pena se configura como el verdadero discipulo de Maximo Manso. Este, en su papel de narrador en primera persona, establece dos capitulos: el cuarto y el septimo, en los que aparece ya en sus titulos el caracter de discipulo de Manuel. El cuarto capitulo se titula: «Manolito Pena, mi discipulo»; y el septimo: «Contento estaba yo de mi discipulo». Maximo, tan idealista y sumergido en los caminos de la razon y, por otro lado, tan conocedor de la realidad que le hace critico frente a esta, encuentra en Manuel una persona a la que puede moldear y atraer a sus ideas filosoficas e•ideologicas. En fin, es una esperanza para Maximo, atormentado por el caracter vulgar e inutil, en cuanto a pensamientos regidos por la razon, de las personas que lo rodean. Desde su propio hermano Jose Maria, un politico que llega a los sillones parlamentarios por la necesidad de superar el ocio; hasta un personaje peculiar en la obra, Francisco de Paula de la Costa y Sainz del Bardal, bardo de luces repetitivas, floridos topicos que extasian, eso si, a unas personas cuyos gustos literarios quedaron enclavados en el pasado Romanticismo. Denah Lida nos hace sobre el particular esta interpretacion: «No hay mas que comparar a Manuel con los Jose Maria, los Pez, los Sainz del Bardal, y hasta con los Cimarra, para ver que esta por encima de ellos y que representa una esperanza de progreso. Progreso lento, minusculo, pobre, si; pero es el unico que en Espana cabe esperar despues del fracaso de la Primera Republica. (Pronto vendra el negativismo y el pesimismo del 98, que no podra ver en un Pena otra cosa que un cinico) Manuel y, en menor grado, Irene son ?MANUEL PENA: LA ESPERANZA AHOGADA EN EL AMIGO MANSO? 373 los unicos personajes que se han elevado y han madurado a lo largo de la obra.» (Lida, 1982, p. 506-7). Las palabras de Denah Lida nos confirman un pensamiento generalizado en la obra, la necesidad de un progreso encarnado en nuevos hombres que aporten, ademas de un compromiso social, un maduro raciocinio, proveniente de una educacion no enmarcada en bloques monoliticos. La critica, la busqueda del por que a toda circunstancia que concurre a nuestro alrededor, propiciaran personas imbuidas, al menos, de cierta duda ante las acciones suyas o ajenas. Esto es lo que hace Maximo Manso y lo que desea que realice su discipulo. Manuel Pena es la esperanza de Maximo pero tambien lo es para otros personajes de la obra. No olvidemos que es su madre la que pide con vehemencia al maestro que dirija su educacion, consciente de que «su corazon es de pasta de angeles». Dona Javiera Rico no cabe en si al ver los prodigios de su hijo, prodigios sobre todo derivados del arte de la Oratoria, a la cual se muestra muy proclive el joven Pena: «—Por alli —prosiguio dona Javiera— no decian mas sino: «Este muchacho va a hacer la gran carrera... El mejor dia me lo ponen de diputado y de ministro Vaya un hombrecito...» Figurese usted, amigo Manso, si estaria yo hueca. Se me caia la baba y lloraba como una tonta. Me daban ganas de ponerme en pie y gritar desde la barandilla del paraiso: «iSi es mi hijo! Yo lo he parido y lo he criado a mis pechos...» La suerte que me desmaye... En fin, yo estaba loca. El corazon se me habia puesto en la garganta...» (Perez Galdos, 1983, p. 176). El ideal de dona Javiera Rico es ver a su hijo en los ambientes mas representativos de la sociedad, maxime en los foros politicos. Esta ilusion se va a convertir en realidad; Manuel Pena se constituye como un politico de brillante porvenir. Esta condicion va a representar el mayor deseo de la viuda de Pena, una esperanza conseguida en el panorama otrora pequeno de la carnicera; precisamente prescinde de la condicion de tal para favorecer el camino politico y social de su primogenito. Sin embargo, esta meta tan deseada se convierte en un desengano para Maximo. El filosofo considera la politica como una actividad licenciosa y poco propicia para su discipulo. Cuando el catedratico se halla fuera del mundo terrenal observa a Manuel y ofrece estas apreciaciones sobre el y su profesion: «De conocimientos experimentales he hallado grandisima copia en Manuel Pena. Lo que yo le ensene apenas se distingue bajo el espeso farrago de adquisiciones tan luminosas como practicas obteni374 FRANCISCO JUAN QUEVEDO GARCfA das en el Congreso y en los combates de la vida politica, que es la vida de la accion pura y de la gimnasia volitiva. Manuel hace prodigios en el arte que podriamos llamar de mecanica civil, pues no hay otro que le aventaje en conocer y manejar fuerzas, en buscar habiles resultados, en vencer pesos, en combinar materiales, en dar saltos arriesgados y estupendos.» (Perez Galdos, 1983, p. 301-2). A pesar de que Manuel Pena aparezca en este fragmento de El amigo Manso como un verdadero lider en el campo politico, para su maestro queda una ironica vision de su transformacion, en la cual los conocimientos propiciados por Maximo han quedado en el olvido. Nuestro filosofo opta en la obra por conllevar una opinion sobre la politica que roza con las ideas que sobre esta ciencia poseia Galdos. Para confirmar esta opinion nos basamos en el estudio que sobre Galdos ha realizado Francisco Rodri-
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