El mago y los ojos

2011; Spanish Agency for International Development Cooperation; Issue: 738 Linguagem: Espanhol

ISSN

0011-250X

Autores

Felipe Benítez Reyes,

Tópico(s)

Psychological Treatments and Disorders

Resumo

Tuvo que vestirse de rey en el ayuntamiento, porque en casa le resultaba imposible por respeto a mis fantasias. Aquel ano compartio reinado con un industrial que habia donado dinero para la construccion de la residencia de ancianos y con el teniente de la Guadia Civil. Cada cual con su corona de laton, y el teniente con la cara embadurnada de betun. Mi padre se supone que era Gaspar. Yo tenia nueve anos y estaba en el secreto desde hacia un par de meses, pero me veia obligado a fingir -incluso ante mi mismoque todo seguia igual, porque en aquel conocimiento percibia un factor sacrilego, la profanacion innecesaria de una leyenda. Me avergonzaba de mi inocencia fingida y me avergonzaba de mi informacion inconfesable. De todas formas, enterarme de la verdad de aquel rito (el companero de colegio, con su media sonrisa de desprecio por los mundos imposibles) tuvo para mi un efecto liberador, porque cada noche de reyes sentia angustia al pensar que tres viejos entrarian en casa, con olores a sudor de camello y con el polvo de los desiertos de Oriente impregnado en las vestiduras, venidos de quien sabe que lejanias fabulosas, inmortales y ubicuos, sagrados y tetricos. Mi padre era por entonces concejal de fiestas y playas. En la cabalgata iba en una carroza pintada de purpurina, con dos pajes que le ayudaban a lanzar los caramelos. Llevaba una capa azul con cuello de armino y una tunica roja con cenefas doradas. La barba postiza era blanca y espesa, y sobre ella brillaban sus gafas de montura de oro. Su ausencia en casa la justifico mi madre: «Tiene que estar en el ayuntamiento por si pasa algo». Yo, llevando a un extremo practico mi inocencia desvirtuada, pedi aquel ano mas cosas de la cuenta. Hasta entonces, tenia la

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