Artigo Revisado por pares

Clave americana para leer a Borges: Una hipótesis

1991; Volume: 4; Issue: 8 Linguagem: Espanhol

10.1353/ntc.1991.0040

ISSN

1940-9079

Autores

Antonio Cornejo-Polar,

Tópico(s)

Spanish Literature and Culture Studies

Resumo

CLAVE AMERICANA PARA LEER A BORGES Una hipótesis ANTONIO CORNEJO-POLAR Universidad de San Marcos/University ofPittsburgh i_^on tono casi siempre condenatorio, que el mismo Borges alentaba provocadoramente , suele decirse que su obra es incurablemente europeista. Aunque no sé muy bien qué significa eso, lo que intento ahora es proponer una manera de leer a Borges en/con clave americana. Como se trata explícitamente de una hipótesis, para la que he tomado ideas de aquí y de allí, lo que sigue debería imaginarse encerrado entre grandes signos de interrogación. Nutrido de la vanguardia europea, Borges regresa a la Argentina en 1921. Lleva consigo su educación suiza y su fervorosa militancia en el ultraísmo español, que todavía hace flamear con entusiasmo, pero por pocos años, en revistas no por fugaces menos importantes: desde la hoja mural Prisma, hasta Martín Fierro, pasando por Proa. Es el Borges juvenil, inquieto y hasta provocador, aunque siempre cauteloso ; el tenaz redactor de proclamas y manifiestos vanguardistas; el muchacho que había cantando a la bandera roja del octubre bolchevique y estaba enamorado de "una muy admirable niña de diez y seis años", Consuelo Guerrero, que le obligaba a olvidar su intrepidez ultraica para poder dedicarle estos sencillos, tersos y hermosos versos: Tú que ayer sólo eras toda la hermosura eres también todo el amor, ahora. Es sobre todo, el portavoz de la modernidad. Frente al "aguachirle rimado que practican en mi tierra", Borges despliega las incitaciones de las políticas novísimas: del ultraísmo, por cierto, pero también del creacionismo y del cubismo. Como en toda América Latina, en Argentina la vanguardia es una consistente empresa destinada a apurar el paso de nuestras literaturas y a situarlas en el centro de la contemporaneidad más precisa: la europea. El© 1991 NUEVO TEXTO CRITICO Vol. IV No. 8, Segundo semestre 24______________________________________________ANTONIO CORNEJO-POLAR enemigo es la tradición literaria local, anquilosada y repetitiva, pero también una sociedad arcaica, sin nervio, incapaz de comprender el nuevo arte. No se cuestionan sus estructuras, es cierto, pero sí su "impermeabilidad hipopotámica " frente a la aventura espiritual de los jóvenes poetas. Casi cien años antes, Esteban Echeverría había realizado similar empresa. Como Borges, portando desde Europa la vanguardia, Echeverría lleva a la Argentina, desde Francia, el romanticismo. En ambos el mismo gesto: insatisfacci ón por el primitivismo de la cultura nacional, deslumbramiento ante la modernidad europea y decisión de poner al día, con el modelo de ésta, la insufrible tardanza de aquélla. Ciertamente la Argentina a la que regresa Borges no es la que, luego de una entusiasta recepción, había maltratado y expulsado a Echeverría —ya Sarmiento y a casi todos los jóvenes liberales de la Nueva Generación. Pero tampoco, bueno es advertirlo, el proyecto de Borges tenía la resonancia político -social del programa de la elite del Ochocientos, cuando la renovación de las letras podía pensarse como parte medular de un proceso civilizador que garantizaba el progreso global de la nación. Y esa no era una ilusión romántica. Tulio Halperin Donghi ha demostrado que la formación de Argentina es el resultado de "la encarnación en el cuerpo de la nación de lo que comenzó por ser un proyectoformulado enlos escritos de algunos argentinos cuyaúnica arma política era su superior clarividencia". Para Borges y los vanguardistas era imposible imaginar siquiera que su credo transformador pudiera tener esas dimensiones: se trataba — nada más, pero tampoco nada menos— de una renovación artística cuyo límite más extremo apenas llegaba a la recomposición del espacio cultural argentino. No hay que olvidar que con el modernismo la literatura alcanzó el paradójico privilegio de su autonomía, como actividad especializada que cada vez tiene menos relación con el curso de la vida social. Las condiciones de realidad en las que insurgen los románticos y los vanguardistas no son, pues, las mismas. Sus proyectos, como es obvio, tienen distinto registro y desigual...

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