La más alta ocasión (Relatos)
2004; Spanish National Research Council; Volume: CLXXVIII; Issue: 703 Linguagem: Espanhol
10.3989/arbor.2004.i703.560
ISSN1988-303X
AutoresJosé Ignacio de Arana Amurrio,
Tópico(s)Comparative Literary Analysis and Criticism
ResumoLa más alta ocasión(Primer Premio IX Concurso «TRIBUNA MÉDICA» de cuentos)A pesar de que ya era de noche y soplaba un vientecillo terrano, el aire seguía oliendo a pólvora y a madera quemada.Quizá no fuese cierto; quizá es que esos olores había impregnado de tal forma la nariz de los hombres que éstos seguían percibiéndolos con claridad cuando ya hacía muchas horas que había terminado la batalla.Allí en Pétala, la pequeña isla al norte del golfo de Lepanto, dispuso Don Juan que se desembarcara a los heridos y enfermos de su Armada para recibir la asistencia de los médicos y de los cirujanos.Y Don Dionisio Daza Chacón, cirujano mayor de las galeras de España, llevaba ya casi tres días sin dormir, mojándose de vez en cuando la cara y la cabeza con agua fría para mantenerse, aun así a duras penas, despejado.Corrían voces por el improvisado campamento de tullidos y dolientes que hablaban de ocho mil cristianos muertos en la jornada y que los turcos habrían perdido en proporción de tres a uno de sus hombres: una matanza extraordinaria.Como extraordinario era el número de los que ahora estaban tendidos en yacijas de campaña, cuando no en el puro suelo, o de los que iban de un lado a otro apoyados en improvisadas muletas hechas con astiles rotos de picas y alabardas o con las horquillas de los mosquetes.La nariz de Don Dionisio ya no distinguía entre los mil olores del ambiente: al relente de la noche parecía, sí, oler a pólvora y a humo de incendios, pero en el interior de los tenduchos de lona y velas desgarradas, olía a carne chamuscada
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