Lemebel después de Lemebel
2009; Volume: 22; Issue: 43-44 Linguagem: Espanhol
10.1353/ntc.0.0073
ISSN1940-9079
Autores Tópico(s)Cultural and Social Studies in Latin America
ResumoLemebel después de Lemebel Jorge Ruffinelli 1. Inimitable Lemebel es una figura a la vez paradigmática y única (es decir, inimitable) de resistencia al poder hegemónico político, clasista, artístico, estético, sexual. El defendió la “diferencia” sexual, el derecho de los homosexuales y travestis a serlo, sin censura ni condenas. De ahí su memorable Manifiesto (Hablo por mi diferencia) en 1986; de ahí sus acciones o performances como artista visual y político. Y sin embargo el valor o la significación de su presencia en el ámbito chileno e internacional no acaba en la creación de un espacio propio para la “diferencia” sexual. Ni siquiera en la promoción de la tolerancia ante tanta homofobia acumulada en el mundo. Porque “tolerancia” puede ser también una mala palabra, un concepto ideológicamente impuro, si se entiende como una concesión de la sociedad hegemónica. No debemos dejar a Lemebel limitado a la órbita de la literatura y del activismo “gay”. Los trasciende. Durante los 80s, tanto o tal vez más que los poetas y artistas del grupo CADA, y de otros artistas de la escena plástica chilena, aunque en similar dirección de resistencia y búsqueda de cambio ante la dictadura, Lemebel trabajó con su mente, su voz y su cuerpo. Por eso, tanto como novelista (Tengo miedo torero) ha sido cronista en la palabra oral (su programa en Radio Tierra) y escrita (sus libros), y un artista visual en un línea que tiene antecedentes, por ejemplo, en un Carlos Leppe, esto es, en emplear el cuerpo y no sólo la pluma (o la máquina de escribir) o la voz radiofónica, o la acción travesti, para expresar lo que quería expresar, para decir lo que quería decir. Lo que ha dicho. Mi admiración por Lemebel el escritor y el intelectual, tiene varias razones o motivos, dos de los cuales (los más importantes) son: porque es un excelente escritor de una rica y original prosa barroca, poseedora de libertad e ingenio de expresión como no se encuentran paralelos en la literatura chilena contemporánea; y al mismo tiempo es un poeta en un sentido global, “el mejor” como señaló Roberto Bolaño. En segundo lugar, porque, aún desde su doble o triple condición marginal, [End Page 63] ha sido un feroz crítico político de su sociedad cuando pocos se atrevían a serlo. Leer sus libros impresiona y admira. También por otro rasgo, que considero central o que, para jugar con este concepto, él ha hecho central desde su marginalidad. Es el hecho de que Lemebel, gracias a sus crónicas y el enorme impacto producido en lectores y oyentes, ha conseguido realizar una nueva cartografía de Chile, y especialmente de Santiago, modificando radicalmente la existente y dominante. Esto no es algo que logra cualquier escritor o artista. Ese es un fenómeno que no se alcanza en todas las generaciones. En la suya sí, gracias a él. Hay un Chile anterior y otro posterior a Lemebel, en cuanto a esta cartografía se refiere. Después de leer sus crónicas, la imagen (y la realidad) de Santiago es otra: descubrimos barrios que habían sido borrados, censurados, aplastados u “olvidados” por la cartografía oficial y clasista en el imaginario nacional. En este sentido, es notable la filosofía y hasta la fisiología, de la “esquina”, metaforizada o simplemente convocada en La esquina es mi corazón. La “esquina” en Santiago, en Buenos Aires o en Montevideo, “the corner” en Baltimore y New York: lugares que se han ido perdiendo a pesar de la entrañable significación vivencial y popular que para muchos tuvo y en el recuerdo aún tiene. Obsérvese cómo no hubo esquina en México, tal vez tampoco en Venezuela o Colombia). Este es un nuevo mapa, que es preciso tener en cuenta. En una nota a pie de página, en uno de sus ensayos, Nelly Richard está a punto de enunciarlo: “Los textos [de Lemebel en 1991 y 1992] grafican […] la...
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