Artigo Acesso aberto

Algunas referencias oftalmológicas en la literatura española de principios del S. XX

2009; Elsevier BV; Volume: 84; Issue: 6 Linguagem: Espanhol

10.4321/s0365-66912009000600008

ISSN

1989-7286

Autores

J.J. Barbón, A. Sampedro, M.L. Álvarez-Suárez,

Tópico(s)

Historical Studies in Science

Resumo

La lectura de algunos libros centrados en el primer tercio del s. XX, un periodo considerado como una «edad de plata» en la literatura espanola, nos permite un acercamiento (aunque anecdotico) a la oftalmologia de la epoca utilizando referencias literarias. Para ello vamos a recurrir a 2 literatos que fueron medicos y escribieron relatos autobiograficos, Pio Baroja y Felipe Trigo, a los que vamos a anadir la aportacion de Santiago Ramon y Cajal, que tambien dio a la luz obras literarias, y de Armando Palacio Valdes, que utilizo la figura del medico como protagonista de algunas de sus novelas. Felipe Trigo (1864-1916), hoy casi olvidado, fue nuestro escritor mas popular durante los primeros lustros del s. XX. Habia estudiado medicina en Madrid y ejercido de medico rural, y aunque luego abandono la medicina por la literatura, recogio esas experiencias autobiograficas en sus novelas En la carrera (1906) y El medico rural (1912). En la primera, subtitulada «Un buen chico estudiante en Madrid» narra las aventuras de su alter ego, Esteban, con el trasfondo social de pobreza y discriminacion de la mujer, en un Madrid licencioso, juerguista y plagado de sifilis que era la perdicion de los estudiantes. Aqui nos describe como uno de sus amigos, tambien estudiante de medicina, estaba liado con la patrona de la pension que tenia «Blefaritis ?sabes? ... es que le salen las pestanas hacia dentro y se las tengo que arrancar...». Hace mencion a la cirugia de cataratas, sin mas detalle, al hablar de la ausencia de una viejecita que hacia de celestina en sus amorios en el pueblo «... supo que estaba en el Hospital, que la habian curado del asma y ahora de cataratas...». En la segunda novela, donde el estudiante ejerce ahora en su primer destino como medico rural, seguramente tomado de su experiencia personal, nos relata el caso de un muchacho con glaucoma que se complica con endoftalmitis: «El muchacho de la noche a la manana, se vio aquejado de agudisimos dolores que nada podia calmar y pasabase las horas en un grito. Al principio este enfermo tenia el ojo hinchado, duro y casi blanco; pero veia con el los bultos... luego habia ido abultandosele, poniendosele sensible y adquiriendo una tension alarmantisima... tanto se le inflamo, que no podia cerrar los parpados, y al lado de la nina, borrada en la confusion de aquella masa lamentable, iniciabase una ampolla de pus, un absceso que dejo al medico aterrado». A los pocos dias el ojo se eviscero espontaneamente, aliviandose el dolor pero en Esteban quedo un profundo sentimiento de ineptitud profesional y pensaba que «Para su baldon, quedaria... el nino aquel, el tuerto aquel, cada vez que se lo tropezara por las calles». En su obra mas conocida, Jarrapellejos (1914), donde nos presenta a un cacique extremeno capaz de controlar a su entorno rural usando todo tipo de artimanas, hace una referencia jocosa sobre la conjuntivitis neonatal. «Sabia asimismo de unos ninos a pique de quedarse ciegos por oftalmias

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