<i>Travesías trifrontes: El teatro de vanguardia en el Perú</i> (review)
2011; Department of Spanish and Portuguese, University of Kansas; Volume: 44; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1353/ltr.2011.0016
ISSN2161-0576
Autores Tópico(s)Literary and Cultural Studies
ResumoReviewed by: Travesías trifrontes: El teatro de vanguardia en el Perú Luis Peirano Seda, Laurietz and Rubén Quiroz, eds. Travesías trifrontes: El teatro de vanguardia en el Perú. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú: 193 pp. Notable mérito el de Laurietz Seda y Rubén Quiroz, editores de esta publicación que recupera para la cultura teatral latinoamericana tres textos dramáticos muy poco conocidos y que, de no ser por ellos y unos pocos investigadores del teatro, podrían haber sido parte de las muchas creaciones teatrales fácilmente olvidadas y perdidas para siempre. Tanto o mayor el mérito porque lo hacen para plantear con sustento la existencia de una propuesta creativa de vanguardia, desconocida y hasta cierto punto insólita para la mayor parte de la gente de teatro en el Perú. La propuesta es interesante porque además arroja luces sobre los anacronismos que es posible detectar cuando se analiza la historia del teatro en nuestra [End Page 220] región. La historia del arte en general ha probado que la manera de reconocer los avances creativos en las distintas culturas del orbe y muy especialmente en las de raigambre grecolatina esa través de un movimiento dialéctico que genera permanentes cuestionamientos, oposiciones y no pocas veces conflictos, en ocasiones con cierta violencia, entre las formas del arte vigentes en cada tiempo y espacio de la historia. Por esta razón no es de extrañar que haya habido entre nosotros, especialmente entre quienes tenían un conocimiento y participación de la vida cultural europea, quienes reaccionaban con propuestas de corte surrealista frente a las formas literarias y artísticas más tradicionales. Luis Berninsone, César Moro y Joel Marrokin fueron claros exponentes de este esfuerzo y gracias a la publicación de Seda y Quiroz no nos queda duda alguna. Pero las reacciones contra el clasicismo, el romanticismo, el naturalismo y todas aquellas formulaciones conocidas y que aparecen como obsoletas e inútiles en una sociedad caracterizada por una violenta transformación tecnológica, social y política, no son las mismas en regiones de muy diferentes cualidades y nivel de desarrollo cultural. Cuando los surrealistas peruanos escriben, reaccionan mucho más contra las corrientes culturales vigentes en Europa, todavía pálidamente copiadas o reproducidas en nuestra América, y muy poco establecidas como propias de estas tierras. Los editores de estos textos saben del carácter limitado y hasta cierto punto aislado de estos intentos, dadas las características propias de la realidad cultural del Perú en donde conviven influencias del más variado tiempo y lugar. Como bien señalan los editores, es extraño cómo se produce la creación de una escuela y una compañía nacional de teatro en términos más bien clásicos y conservadores, a la vez que surgen estos impulsos renovadores aparentemente contrarios. La constitución de un movimiento teatral en el Perú responde a una diversidad de influencias e intereses que hacen convivir formas que en Europa podían haber sido ordenadas tal vez de manera correspondiente a reacciones frente a las anteriores. Salvo por la asunción criolla de influencias españolas, y a través de ellas de otros países de la Europa latina, no había para cuando aparecen estos textos renovadores de la escena, un teatro nacional constituido a quien podía darles pleno sentido esta reacción. En palabras sencillas, no había un teatro propio establecido frente al cual adquiriese sentido una vanguardia. Es interesante reconocer así, por ejemplo, que en muchos casos se recibió por estas tierras la influencia del movimiento surrealista y cubista así como las reacciones contra el naturalismo de Antonin Artaud, o incluso el teatro épico de Bertolt Brecht, antes de que se conocieran y asumieran vitalmente como propias las formas del teatro europeo clásico, y las propuestas sistémicas, como la de Saxe-Meiningen en Alemania o la del propio Constantin Stanislavsky en Moscú. Era, de alguna manera, como acoger el surrealismo antes de conocer el [End Page 221] clasicismo. Era, parafraseando a Ricardo Blume, como conocer la vanguardia antes...
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