Artigo Revisado por pares

PALABRAS DE FUEGO. EL ANTICLERICALISMO REPUBLICANO

2005; Routledge; Volume: 6; Issue: 2 Linguagem: Espanhol

10.1080/14636200500142657

ISSN

1469-9818

Autores

Demetrio Castro,

Tópico(s)

Media, Journalism, and Communication History

Resumo

Click to increase image sizeClick to decrease image size Notes La alusión a los jesuitas y la sangre liberal se halla en un artículo de Blasco Ibáñez, , 14 de Febrero de 1901. La falange enemiga del progreso en La araña negra [1892], en Blasco Ibáñez, Obras Completas V, 90. Los datos, en el censo de población de 1900. Para las dos fechas he redondeado las cifras que quizá habría que revisar ligeramente al alza. Datos de 1923 en Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria (1923: XV–XVI). Las cifras exactas eran de 7,95 y 25,2, respectivamente: en total, 33,10 religiosos o religiosas por 10.000 habitantes. Este libro compila una serie de artículos publicados en los meses centrales de 1904 en Heraldo de Madrid (el periódico de Canalejas) para interferir en la negociación que el Gobierno mantenía con el Vaticano al objeto de establecer un acuerdo sobre la situación legal de las órdenes religiosas. Uno de los más leídos diarios republicanos afirmaba, por ejemplo, que "el ejército negro que va a cruzar las fronteras se compone de 170.000 frailes". El País, 9 de Febrero de 1901. El mismo fenómeno describió, en la ficción, en el entorno urbano de Bilbao: "alzábanse grandes edificios de reciente construcción. Eran conventos ocupados por frailes de Ordenes antiguas y por religiosas de modernas fundaciones". Blasco Ibáñez, Obras Completas I: 1096b. También en La Horda [1905] (Blasco Ibáñez, Obras Completas I: 1515 a), donde Madrid "levant[a] en sus afueras monasterios donde las imágenes de palo estaban mejor cuidadas que los hijos de Dios de carne y hueso; conventos de monstruosa grandeza cuyas campanas tocaban y tocaban en el vacío sin que nadie las oyese. Los pobres, los desesperados, no entendían su lenguaje." El caso de esta muchacha, objeto de polémica durante meses, creó una excitación enorme. Se alegaba que su confesor jesuita había enajenado su voluntad para que profesase aportando una dote sustanciosa. Los prensa republicana sostenía la existencia de casi un mecanismo sistemático de secuestros religiosos o "trata de blancas"; que como "como asociación de malhechores que se propone a toda costa hacer dinero", los jesuitas manipulaban a hijas de familias adineradas y, anulada su capacidad de elección, "la asociación la[s] entierra viva[s] en conventual sepultura y se apodera de sus caudales" (El País, 7 de Febrero de 1901). En 1905, al alcanzar la mayoría de edad (que estaba reconocida en los 25 años), Adelaida Ubao volvió al convento, donde profesó. Para mayor simbolismo del caso, en la causa ante el Supremo actuó como abogado de la madre el ex presidente republicano Salmerón, y de la hija el nuevo hombre fuerte del Partido Conservador, Maura. La tesis de la incompatibilidad entre monaquismo y vida moderna tenía valedores tan autorizados en la cultura republicana como Victor Hugo. El libro séptimo de la segunda parte de Los Miserables–lectura poco menos que obligada en el radicalismo político español de finales del siglo XIX- es toda una brillante soflama al respecto, con pasajes apropiados para entusiasmar a cualquier anticlerical consecuente: "Los monasterios, cuando abundan en una nación, son obstáculos de la circulación, establecimientos embarazosos, centros de pereza allí donde son necesarios centros de trabajo(…) Su prosperidad y crecimiento significan la miseria del país". "El monaquismo, tal cual existía en España (…) es para la civilización una especie de tisis" (Hugo 425, 427). Una breve biografía, muy bien contextualizada, en Pérez Ledesma 303–330. Pérez Ledesma 320. Pero no mucho después su situación empresarial era crítica y su circulación mínima (Pérez Ledesma 315). La antítesis luz / obscuridad es aspecto clave en esta narración, cuyos capítulos centrales se titulan "Ingreso en la sombra", "Et lux facta est" y "Luz en la sombra". "En la historia general del simbolismo la antítesis luz-oscuridad tiende a imponerse como una oposición natural representativa de las demás" (Wheelwright 123). Un pasaje de novela anticlerical puede ilustrar estas consideraciones. Se habla en ella del cura inspirador de una partida carlista en estor términos: "su naturaleza de cuervo aspiraba ya en la atmósfera el hedor de la carne muerta, y esa sensación (…) le estremecía de placer (…) con deleites de bestia carnicera". Sawa, La sima de Igúzquiza (63). En Sawa, Criadero de Curas (222, 214) se reiteran las mismas descripciones: La junta de curas de un seminario –"la bandada de cuervos", "insectos (…) viviendo en la fermentación"- que maquina hacerse con la herencia de un seminarista razona así: "Habría carne muerta para rato… Ya sabrían ellos apañarse un espléndido festín con las entrañas del pobre niño", y el autor apostilla: "en punto a fiereza todos tenían el mismo derecho a que se les comparara con los buitres (…) Todos igualmente monstruosos (…) Bestias carniceras todas." En una tercera obra del mismo autor (Sawa, Noche 138), se alude así al cura violador de una de sus hijas de confesión a la que ha pervertido: "el chacal, el sacerdote, aquella hiena". El Radical, 11 de agosto de 1912. En Aubert (227). Sawa (Criadero 231) lo describe así: "una especie de tumba que lacrimeaba humedad por los cuatro ángulos". La evocación de los in pace medievales –las mazmorras monásticas- al referirse a estos recintos contaba con el testimonio de autoridad de Victor Hugo en su descripción de los del monasterio de Villers (seguramente Villiers-le-Temple, cerca de Lieja) (Hugo I, 427). Blasco Ibáñez empleó a fondo su dominio de la descripción de masas al representar uno de esos incidentes que conocía bien, e inspirado en un suceso real: el intento de boicot a la peregrinación al Santuario de Begoña en Bilbao, el 11 de Octubre de 1903, donde se registraron tres muertos y unos cincuenta heridos: "rompiéronse en pedazos algunos palos: sonaban las espaldas al recibir los golpes (…) caían muchos con la cara cubierta de sangre, tropezando en sus cuerpos los que huían. Comenzaron a sonar por todos lados (…)los tiros de los revólveres". (Obras Completas I: 1208b.) V. Blasco Ibáñez, "Las petacas del rey", El Pueblo, 18 de Junio de 1901 (en Smith 67) Entre incontables ejemplos se puede citar el de Morote, recordando con orgullo su participación en los tumultos que disolvían procesiones en Valencia en la década de 1880 y cómo acudía a "ayudar a las pedreas y a los abucheos a los fanáticos del Rosario de la Aurora", en El País, 4 de Julio 1911 (citado por Pérez Garzón 36). En Zaragoza, tras múltiples incidentes con apedreamientos e intentos de asalto a edificios religiosos con ocasión de un jubileo, cuyos actos hubieron de ser finalmente suspendidos, en Julio de 1901, un articulista felicitaba al "pueblo" por su actuación aunque reprochándole haber procedido con algo de debilidad o blandura (en Salomón Chéliz 267). Por ejemplo, en el número de 17 de Julio de 1936, a la pregunta general de "¿qué haría Vd…?", la respuesta 284 proponía "afeitarlos en seco dos veces por semana con un cristal", y la 304 "lo que se hace con las uvas: a los buenos colgarlos y los malos pisotearlos, hasta que no quedara gota de sangre". La respuesta 301, por ejemplo, propone "caparlos y ponerlos a pan y agua". Más imaginativo, el autor de la 322 propuso: "Castrarlos. Molerlos. Hervirlos. Hacerlos zurrapas. Echarlos a la estercolera". La respuesta 316 planteaba "[M]atarlos y hacer jamones para mandarlos a Mussolini, y las tripas y el mondongo al Papa". La siguiente, de la misma procedencia, insistía en lo mismo: "Hacer un estofado con ellos, y hechos pedazos que se los comiera el jefazo y sus trescientos" (es decir, el dirigente conservador Gil Robles y los parlamentarios que aspiró a obtener en las elecciones de Febrero). 315: "Ponerlos en los cables de la luz eléctrica, rociarlos con gasolina, pegarles fuego"; 333: "…los rociaba con gasolina, les arrimaba una cerilla…"; 340: a los que sobreviviesen a varios días de tortura. "les metía por el ano un quilo de trilita y le plantaba fuego". Por ejemplo, "Ladrillazo al fraile que le descalabre", "Al abad, soga nueva y por raspar"; "Al fraile hueco, soga verde y almendro seco"; "Al fraile cuco [bebedor], [colgado como] lámpara de saúco". Todos en Correas (L1010, A1107, A1230, F57). (En algún caso, modernizo la ortografía). Por ejemplo: "Agarró y le metió todo lo suyo del cura dentro de un arca. Lo llenó de paja y le prendió fuego" (Lorenzo Vélez 101–102); el agredido, queriendo huir del fuego se emascula. Igual mutilación causa a tiros de escopeta otro marido burlado (104). Otros son embreados, arrojados al río o a un pozo, quemados en el monte (120). Un muchacho al que unos frailes decomisan unos animales "los iba doblando a palos".

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