Fractura de mandíbula en paciente con neurodegeneración asociada al déficit de pantotenatocinasa (síndrome de Hallervorden-Spatz)
2012; Elsevier BV; Volume: 59; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1016/j.redar.2012.01.003
ISSN2340-3284
AutoresM. Aliaño Piña, V. Pedroviejo Sáez,
Tópico(s)Folate and B Vitamins Research
ResumoLas hemorragias obstétricas incluyen las hemorragias anteparto y posparto y son una causa mayor de morbimortalidad neonatal y materna. La hemorragia anteparto (HAP) complica el 3-5% de los embarazos, y las causas principales son la placenta previa y el desprendimiento placentario. Casi el 50% de los grandes prematuros nacen en un contexto de HAP. La cantidad de sangre perdida suele subestimarse. Las pérdidas de sangre se calculan a partir de la evaluación de los signos clínicos de shock y la presencia de sufrimiento fetal o de muerte fetal in utero, indicadores de la magnitud de la pérdida sanguínea. La hemorragia posparto (HPP) complica el 5% de los partos y es la consecuencia de uno de los cuatro procesos principales (o de su combinación) siguientes: atonía uterina, retención placentaria, lesiones del tracto genital o trastornos de la coagulación. En Francia, por ejemplo, la hemorragia posparto estuvo involucrada en el 8% de los fallecimientos maternos entre 2007 y 2009 (1,9/100.000). Se define como una pérdida sanguínea superior o igual a 500 ml en las 24 horas siguientes a un parto por vía baja o por cesárea. Las formas graves, definidas como una pérdida sanguínea igual o superior a 1.000 ml, se estiman en alrededor del 2%. Su tratamiento es multidisciplinario (ginecólogo-obstetra, anestesista, intensivista, matrona, bioquímico y radiólogo intervencionista), basado en protocolos terapéuticos, y el factor tiempo es primordial para el pronóstico. Si fracasan las medidas iniciales (oxitocina, alumbramiento artificial, revisión uterina, exploración del canal del parto), el tratamiento de las formas graves se basa en la reanimación activa (expansión del volumen plasmático, transfusión de sangre, agentes vasoactivos), las intervenciones hemostáticas (sulprostona, taponamiento intrauterino, procedimientos quirúrgicos, embolización arterial) y la corrección de la coagulopatía (administración de productos sanguíneos lábiles y de agentes hemostáticos).
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