Artigo Acesso aberto

Homenaje a Juan Gelman. Diálogos constantes más allá del dolor

2014; Universidad Nacional del Litoral; Issue: 14 Linguagem: Espanhol

10.14409/hf.v1i1.4578

ISSN

2362-5651

Autores

María Semilla A. Durán,

Tópico(s)

Cultural and Social Studies in Latin America

Resumo

Recordar la vida, la trayectoria y la obra de Juan Gelman es una tarea, como su poesia, paradojica, en la medida en que convoca inevitablemente la tension de los contrarios: una alegria herida, o una pena luminosa, una ausencia presente, una desesperanzada esperanza. Dolor por la despedida, luz por su entranable palabra poetica, presencia por la memoria que el atizo, reconocimiento por su incansable busqueda de justicia. Obra, vida e Historia se entrelazan y reflejan en una configuracion existencial y linguistica en la cual el hombre, el padre, el poeta y el militante son variantes de un mismo, irrenunciable compromiso; de una misma, irrenunciable, coherencia. Conoci primero a Juan por su poesia, que leo desde mis anos de adolescencia. Poesia que ha dicho mi dolor en los anos negros de la historia nacional, me ha acompanado en el desgarro del exilio, ha sido objeto de estudio por parte de la academica y ha resonado en cada eco de la lengua castellana que he hablado en el extranjero. Conoci a Juan personalmente, gracias a la inestimable mediacion de Jorge Boccanera, y porque algun lejano detalle de mi biografia se cruzaba con el de sus desaparecidos mas cercanos. No tengo la pretension de decir que fuimos amigos, aunque nos vimos varias veces en Europa y alguna en Argentina. Lo presente ante un auditorio atentisimo en una lectura de poemas de Mundar en Lille, el 24 de junio de 2010, y asisti al dia siguiente a la ceremonia en la que la Universidad de la misma ciudad le otorgo el titulo de Doctor honoris causa; intercambiamos algunos correos. Lo que si puedo afirmar es que era tal como sus textos lo dejaban entender: ironico, modesto, radical, lucido, dueno de una obstinada ternura y de una dignidad distante. Cuando me toco leer en su presencia alguno de mis trabajos sobre su obra —circunstancia tan deseada y tan temida a la vez por todo critico— su humildad y benevolencia me conmovieron: no solo parecia apreciar lo que yo habia escrito, sino que confesaba, con esa intima perplejidad del que produce prodigios que no controla, que «los poetas no saben lo que escriben». Simplemente, cuando la Senora Poesia los visita, se dejan hablar por ella. El hilo de la fabula · Catorce · 2014 · ISSN 1667-7900

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