Artigo Acesso aberto Revisado por pares

Del contrato a la transmisión: sobre la responsabilidad hacia las generaciones futuras

1999; Issue: 22 Linguagem: Espanhol

10.14198/doxa1999.22.25

ISSN

2386-4702

Autores

François Ost, Mark Van Hoecke,

Tópico(s)

Economic and Social Development

Resumo

as en el mundo congelado de la especulacion racional; a veces de modo francamente insolito, como en ciertos raciocinios utilitaristas relativos a la incidencia de la decision de procrear en la suma o la media de bienestar global de las generaciones futuras destinadas a vivir en un medio ambiente afectado el mismo por la cantidad de poblacion futura . Todo esto parece expresar una perdida completa del sentido de la comunidad temporal que vincula entre si a las generaciones; el bien de cada generacion, la felicidad que puede esperar, es una cuestion puramente local y contingente, no tiene nada que ver ni con las generaciones pasadas ni con las futuras; por el contrario, no tiene ningun deber a su respecto (salvo, como hemos dicho, en el caso de las teorias que intentan fundamentar obligaciones que son puramente impersonales, privadas de cualquier tipo de vinculo con un sentido vivo de la transmision). En este contexto, hay un gran riesgo de que cada generacion adopte por su cuenta, y esta vez en el plano temporal, el comportamiento irresponsable que describe Hardin en «The Tragedy of Commons»: liberados de las ataduras de la solidaridad historica, cada uno tendra sin duda la tentacion de maximizar sus beneficios sin demasiada preocupacion por el futuro, o incluso cargando sobre las generaciones siguientes las consecuencias de los riesgos, los prestamos, la contaminacion y la disminucion de los recursos . Francois Ost y Mark van Hoecke 612 11 J. O'NEILL, Ecology, Policy and Politics, Londres, 1993, pp. 27 y ss. 12 Cf., por ejemplo, D. BIRNBACHER, La responsabilite a l'egard des generations futures, trad. por O. Mannoni, Paris, 1994, pp. 90 y ss.; cf. tambien el «problema de no-identidad» discutido por D. PARFIT (Reasons and Persons, Oxford, 1984, pp. 351-379): adoptar una politica ecologica desastrosa no afecta a nadie en particular, ya que, en virtud de la propia eleccion, el numero y la identidad de las personas futuras se encuentran automaticamente modificados. 13 G. HARDIN, The Tragedy of Commons, en G. Hardin y J. Baden (eds.), Managing the Commons, San Francisco, 1977. Este catastrofico escenario no es, sin embargo, ineludible. El aislamiento temporal, en el que a cada generacion le gustaria verse envuelta, es desmentido por un hecho evidente que implica al menos a tres generaciones, la de los adultos, la de los ninos y la de las personas mayores, cuyas necesidades, contribuciones y visiones del mundo tienden, por tanto, a enlazarse al menos parcialmente. Este dato antropologico natural tiene el merito de concretar y de volver de alguna forma tangible la intuicion etica mas abstracta de la cadena historica de generaciones y de la interaccion de lo que llamamos «el espacio de la experiencia» y «el horizonte de expectativa». En la actitud que manifiesta la generacion de los adultos hacia los mas jovenes y los mas viejos se comprueba la credibilidad de las politicas y de los valores adoptados (o no) respecto a las generaciones mas alejadas. La cuestion de las «transferencias justas», sin ser necesariamente lo mismo que la «herencia justa», obliga al menos a la generacion adulta a salir de su autarquia y preguntarse que papel pretende desempenar en la logica de la transmision. 3. Otra perspectiva: la transmision intergeneracional Resumamos. La responsabilidad hacia las generaciones futuras solo puede fundamentarse si se superan dos obstaculos: la idea de que solo se justifican las obligaciones reciprocas y aceptadas por cada una de las personas afectadas (contractualismo) y la presuposicion segun la cual las generaciones lejanas no pueden afectarnos en absoluto (instantaneismo). Hay, por supuesto, autores que han intentado esquivar estos dos obstaculos, pero provocando a su vez otros problemas. Pensamos, por ejemplo, en Hans Jonas, quien, consciente de esos dos limites de lo que el llama las morales tradicionales, pretende basar su nuevo imperativo categorico («hacer que el futuro sea»; reformulacion de la pregunta de Leibniz: «?Por que es necesario que algo sea mas que nada?») en una ontologia de la vida: el hecho mismo de la existencia de la vida crea la obligacion de que ella exista. Esta tesis plantea importantes cuestiones filosoficas que no abordaremos aqui . Nuestra estrategia es diferente: queremos abordar de frente los dos obstaculos descritos, argumentando, en una perspectiva que resulte claramente humanista, a favor de una extension del ambito etico y juridico a las generaciones futuras, partiendo para ello de la naturaleza de la propia humanidad. Nuestra tesis es que, por muy legitima que sea la reivindicacion de auDel contrato a la transmision. Sobre la responsabilidad... 613 14 Para una discusion desde un punto de vista fundamentalmente negativo, cf. J.M. FERRY, Les puissances de l'experience, T. I, Paris, 1991, pp. 9 y ss.; y desde un punto de vista mas positivo, cf. P. RICOEUR, La responsabilite et la fragilite de la vie, en Le messager europeen, 1991, no 5, pp. 203 y ss. tonomia y de individualidad, no seria nada, o no gran cosa, fuera de la cadena de las generaciones. De este modo, la intersubjetividad de las interacciones linguisticas es el primer y fundamental indicio, con la condicion de entenderlo tanto como practica horizontal de la comunicacion, como norma vertical de la transmision. Habra entonces que demostrar que los seres humanos estan constituidos de tal manera, incluyendo sus demandas justificadas de autonomia, que exigen existir en un periodo de tiempo historico el cual no termina ni con el individuo ni con la generacion del individuo. Una vez que se establece esto, se siguen dos importantes consecuencias. La primera es que la categoria del contrato, omnipresente en nuestras figuras de legitimidad, podra dar paso a la categoria de la responsabilidad, de manera que se pueda liberar de la sujecion de la simetria de las relaciones bilaterales de intercambio. La igualdad de principio de cada generacion (y de cada uno de sus miembros) se establecera, cualquiera que sea su situacion en la cadena genealogica, de modo que se les reconozca un igual derecho de acceso a los recursos naturales. La idea de transmision de un patrimonio se substituira asi por el modelo de intercambio comunicativo. Haciendo esto se restablecera un modo de equilibrio en el nucleo mismo de una situacion necesariamente asimetrica: la transitividad de la deuda (exigida o reconocida) entre generaciones sucesivas reemplazara a la igualdad compensatoria inherente a las relaciones mutuamente vinculantes entre contemporaneos. Desde esta perspectiva, propondremos una reinterpretacion de la «regla de oro» etica. A continuacion sera posible derivar una segunda consecuencia de nuestra tesis inicial: una rehabilitacion del tiempo historico que, restaurando una relacion de fecundidad reciproca del pasado («espacio de la experiencia») y del futuro («horizonte de expectativa»), sera capaz –esperamos– de superar el obstaculo «instantaneista». El nucleo de nuestra argumentacion consiste entonces en mostrar que es a partir de lo que el hombre es en si mismo, y no de cualquier otro requisito exterior (la razon utilitarista, las exigencias de la vida, un mandamiento de Dios...), de lo que se hace valer el cuidado de las generaciones futuras. Quizas el concepto kantiano de humanidad es la mejor expresion de esta intuicion. Como es sabido, los seres humanos son, para Kant, dignos de respeto en la medida en que son autonomos o, mejor dicho, al mismo tiempo sujeto y objeto de la ley moral. Esa es su humanidad: lo que hay en ellos de especificamente humanos, la facultad de determinarse en terminos de la ley moral. El mas alto imperativo, formulado en la segunda version del imperativo categorico, consiste precisamente en respetar incondicionalmente esta humanidad («actua de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como Francois Ost y Mark van Hoecke 614

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