Artigo Revisado por pares

Andrei Tarkovski: El trasver de La imagen

2013; Volume: 26; Issue: 49-50 Linguagem: Espanhol

10.1353/ntc.2013.0004

ISSN

1940-9079

Autores

Elvira Rojas Navarro,

Tópico(s)

Latin American Literature Analysis

Resumo

Andrei Tarkovski: El trasver de La imagen Elvira Rojas Navarro (1962–2013) Introducción El cine fue creado para registrar el movimiento y transmitir a través de él esa notable cercanía de las imágenes cinematográficas con la realidad del mundo. El cine es sensible a esa movilidad, cualidad que “se despliega en el espacio y en el tiempo, se aplica a las imágenes y a los sonidos, alcanza a la materia y al espíritu.”1 Cuando nos enfrentamos al cine, por lo tanto, nos encontramos cara a cara con trozos de tiempo donde las imágenes en movimiento han sido capturadas dentro del espacio fílmico. Dichos trozos han sido extraídos directamente de la realidad concreta, convirtiéndose ésta en la materia de la que se nutre cada autor cinematográfico. Un cineasta que observe la realidad puede plasmar su visión de mundo a través de aquellos medios que son propios del cine. Pero la pregunta que cabe es ¿cuándo las imágenes captadas poseen un sentido de cine? ¿cuándo esa visión plasmada cinematográficamente alcanza ribetes artísticos? ¿En qué momento la particularidad del objeto filmado adquiere ese matiz que lo transforma en poesía fílmica? “La poesía es simplemente una manera de ver el mundo, una forma especial de relación con la realidad”2 y por otro lado “el arte es una forma que tiene el hombre de apropiarse de la realidad por su vivencia subjetiva”3 Poesía y arte entonces nos permitirían aprehender la realidad, adueñarnos de ella, pero a diferencia de otras disciplinas que también persiguen conocer el mundo, el arte lo hace de manera eminentemente estética. Ahora bien, este descubrir, este conocer estéticamente la realidad, o al menos un aspecto de ella, siempre surge o se materializa a través de una imagen. Pero esta imagen, por ser una creación, posee una nueva connotación, única, simbólica, que no tenía en su realidad concreta. El mundo que conocemos entonces se nos presenta o se nos re-presenta como una realidad transformada, como toda una revelación. [End Page 93] Es allí, en dicha revelación, donde se agita aquello que se muestra y esconde en toda realidad, aquello que es verdadero, que está latente y sin embargo a pesar de que lo percibimos no podemos explicarlo totalmente, porque “una imagen se puede crear, sentir, aceptar, o rechazar, pero no se puede comprender en sentido racional”4, siempre hay algo de ella que se nos escapa. La impenetrabilidad racional de la imagen se nos manifiesta a cada instante. La imagen es una ilusión creada con el único fin de materializar lo inmaterializable, de expresar aquello que está en el mundo sensible, una espiritualidad, una trascendencia que sobrepasa la materia, pero que sólo puede expresarse a través de ella. Es lo infinito que se manifiesta a través de lo finito. Esta verdad es innegable e inagotable, pero también es fugitiva e inalcanzable, la podemos entrever, pero capturar, jamás La pregunta es si esta verdad es apreciable en la especificidad del cine, y de qué manera se manifestaría en las fracciones de tiempo donde habitan las imágenes en movimiento. Si sabemos que el movimiento es el rasgo propio del cine y que dicha movilidad pone en evidencia una perspectiva distinta de los fenómenos como es la del tiempo, podemos pensar que es precisamente en dicha relación de movilidad en el tiempo donde debemos buscar este ingrediente más profundo y trascendente. El cine permitiría —en la materialización del movimiento dentro de un tiempo, pero más específicamente aún, en la manipulación de ese movimiento y de ese tiempo—, concebir mundos que hubieran parecido inimaginables antes de la invención del cine En este punto he de insistir, pues el movimiento de las imágenes cine-matográficas es fundamental para entender la particularidad y autonomía del cine. Movimiento que en su sentido más profundo, y el subrayado es mío, “no sólo consiste en la animaci...

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