Miguel de Unamuno, ¿poeta vanguardista? El diálogo entre teoría y praxis lírica en el Cancionero
2009; Routledge; Volume: 86; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1080/14753820902783985
ISSN1478-3428
Autores Tópico(s)Libraries, Manuscripts, and Books
ResumoClick to increase image sizeClick to decrease image size Notes 2José Manuel López de Abiada, ‘Contra la forma a su favor. Experimentalismo, compromiso, innovación y heterodoxia formales en Unamuno’, en La poesía de Miguel de Unamuno, ed. José Ángel Ascunce Arrieta (San Sebastián: Univ. de Deusto, 1987), 252–90 (p. 257). 3Gonzalo Torrente Ballester, Panorama de la literatura española contemporánea, 2 vols (Madrid: Guadarrama, 1961), I, 151. 4Gerardo Diego, ‘Unamuno, poeta’, Boletín de la Real Academia Española, 45:174–75 (1965), 7–17 (pp. 10–11). 1Se trata del libro de Javier Blasco, M. Pilar Celma y Ramón González, Miguel de Unamuno, poeta (Valladolid: Univ. de Valladolid, 2003). 5Francisco Javier Díez de Revenga, ‘Unamuno ante la poesía y los poetas modernistas: reacciones y controversias’, en El joven Unamuno en su época, ed. Theodor Berchem y Hugo Laitenberger (Salamanca: Junta de Castilla y León, 1997), 307–18. 6Blasco, Celma y González, Miguel de Unamuno, poeta, 57–103. 7Un precedente de dichos trabajos sería el artículo de Miguel Enguídanos, ‘Dos poetas paralelos: Miguel de Unamuno y Rubén Darío’, Cuadernos Hispanoamericanos, 212–13 (1967), 427–44. 8‘Miguel de Unamuno y la génesis del Romancero gitano’, Cuadernos Hispanoamericanos, 433 (1986), 199–210; ‘Miguel de Unamuno y la forja de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez’, Hispanic Review, 55 (1987), 195–212. José Luis Cano ha llegado a establecer un paralelo en la representación del motivo del exilio presente en un poema de Unamuno (‘En una ciudad extranjera’) y otro de Cernuda (‘Impresión de destierro’), aunque no cabe hablar de verdadera influencia en este caso (‘Unamuno y Cernuda en dos poemas’, Cuadernos Hispanoamericanos, 440 [1987], 320–22). 9Miguel de Unamuno, ‘Socialismo y arte’, en Obras completas, ed. Manuel García Blanco, 9 vols (Madrid: Escelicer, 1966–1971), IX, 575. En adelante, las referencias a esta edición se harán con indicación del número de volumen en romanos y de página en arábigos. 10Publicado originalmente en 1909 en Milán, alcanzó su mayor resonancia al aparecer en Le Figaro el 20 de febrero de ese mismo año. Sólo dos meses después, Gómez de la Serna lo presentó traducido al español en su revista Prometeo. 12Alusión al estribillo de un poema de Góngora: ‘Quiere amor en su fatiga / que se sienta y no se diga; / pero a mí más me contenta / que se diga y no se sienta’. 11Es obvio que Unamuno no quiso reconocer el valor literario de estos manifiestos, que sin embargo según Guillermo de Torre constituyen, junto a la renovación lírica, la principal aportación de la vanguardia a la cultura moderna: Historia de las literaturas de vanguardia, 3 vols (Madrid: Guadarrama, 1974), I, 27. Para una original consideración creativa y no meramente teórica de estos textos, que configuran un género literario propio, véase Ana M. Gómez Torres, ‘El manifiesto como género literario’, en La retórica de la nada: en torno a la poética de las vanguardias (Málaga: Publicaciones del Congreso de Literatura Española Contemporánea, 1998), 7–19. 13Miguel de Unamuno, ‘Amenidades de Mr. Edison’, en De patriotismo espiritual. Artículos en ‘La Nación’ de Buenos Aires (1901–1914), ed. Victor Ouimette (Salamanca: Ediciones Univ. de Salamanca, 1997), 293. 14La asociación de este aparato con el futurismo (motivada por las propias declaraciones de Marinetti) es constante en Unamuno, quien por cierto dedica ‘Al aeroplano’ el poema 700 del Cancionero. En un artículo de 1913 comenta: ‘Don Quijote ni es vano ni vanidoso, ni moderno de ninguna modernidad—menos modernista—[…]. Ni entiende de tonterías futuristas tampoco. A pesar de Clavileño, no ha llegado al aeroplano, que parece querer alejar del cielo a no pocos atolondrados’ (VII, 300). 16Miguel de Unamuno, Epistolario inédito, ed. Laureano Robles, 2 vols (Madrid: Espasa-Calpe, 1991), II, 210. 15Dice de él en Cómo se hace una novela: ‘Era un erudito, un catedrático de poesía, aquel clérigo cordobés … ¡maldito oficio!’ (VIII, 748). Guillermo Díaz-Plaja utilizó la recepción de Góngora como piedra de toque para distinguir a noventayochistas de modernistas en su clásico Modernismo frente a noventa y ocho (Madrid: Espasa-Calpe, 1951), 163. Aplicado a los poetas del 27, este criterio serviría para alejar de ellos a Unamuno y situarlo por tanto en el lado contrario de la Vanguardia. 18Paráfrasis de su admirado Carducci. 19 Miguel de Unamuno's Political Writings (1918–1924), ed. G. D. Robertson, 3 vols (Lewiston/Queenston/Lampeter: The Edwin Mellen Press, 1996), II, 228. 22Miguel de Unamuno, Epistolario americano (1890–1936), ed. Laureano Robles (Salamanca: Univ. de Salamanca, 1996), 507. Ernesto Giménez Caballero, uno de los escritores afines a la estética vanguardista que demostró un mayor compromiso político al personificar la vinculación del arte futurista con la ideología fascista, recibió por las mismas fechas idénticas apelaciones de Unamuno a la movilización de los intelectuales. Las cartas pueden leerse en el Epistolario inédito, II, 214, 223 y 229. 17Francisco La Rubia Prado, Unamuno y la vida como ficción (Madrid: Gredos, 1999), 54–55. 20Acerca de la relación vanguardia-deporte, escribe a ‘Azorín’ en una carta de 1909: ‘Hay que revolverse contra esos estetas deportistas, que lo convierten todo en match, la aviación y el llegar al polo, y se cuidan más de hacer algo antes que otro que de hacerlo mejor’ (Azorín-Unamuno. Cartas y escritos complementarios, ed. Laureano Robles [Valencia: Conselleria de Cultura, Educació i Ciencia de la Generalitat Valenciana, 1990], 99). 21Del sentido de este concepto de literatismo en oposición al de ‘poesía o verdadera literatura’ me he ocupado en La palabra y el ser en la teoría literaria de Unamuno (Salamanca: Ediciones Univ. de Salamanca, 2005), 39–74. 23Josse de Kock, Cancionero de Miguel de Unamuno (Salamanca: Ediciones Univ. de Salamanca, 2006), 36. La analogía del testamento viene de antiguo. En la solapa publicitaria de la primera edición del texto, preparada por Federico de Onís, podía leerse: ‘El testamento espiritual de Unamuno. Escrito en sus nueve últimos años, este libro extraordinario refleja sus más íntimas preocupaciones humanas, religiosas, filosóficas …’ (Buenos Aires: Losada, 1953). 24Aunque es práctica habitual en la lírica unamuniana, la obsesión por fechar cada escrito, por dejar testimonio y constancia de la existencia del autor en el tiempo, se acentúa en sus obras del destierro. Se observa en los poemarios De Fuerteventura a París (1925)—significativamente subtitulado Diario íntimo de confinamiento y destierro vertido en sonetos—y Romancero del destierro (1927), así como en la ‘Continuación’ de Cómo se hace una novela, escrita en verano de 1927. 25La labor de los sucesivos editores del texto ha permitido añadir varios poemas a los 1.755 del manuscrito original publicado por Federico de Onís en 1953. 26La frase es de Ricardo Gullón, ‘Unamuno y su Cancionero’, en La invención del 98 y otros ensayos (Madrid: Gredos, 1969), 52–76 (p. 74). 27No paso por el alto el segundo intento de publicación del libro, frustrado en este caso por el estallido de la Guerra Civil, pero Unamuno añadió nuevas composiciones al manuscrito que había confiado a su yerno J. M. Quiroga Plá en mayo de 1936. 28Julio García Morejón, Unamuno y el Cancionero. La salvación por la palabra (São Paulo: Faculdade de Filosofia, Ciências e Letras de Assis, 1966), 158. 29Sotelo Vázquez señala tres puntos de contacto fundamentales entre la poesía desnuda de Juan Ramón y la poética de Unamuno: poesía como expresión del alma del poeta; afán por desvelar mediante la palabra la esencia eterna de las cosas; y purificación del lenguaje para revelar su verdad intrahistórica (‘Poesía desnuda y sucesiva. [Nuevas notas sobre la influencia de Miguel de Unamuno en Juan Ramón Jiménez]’, Anales de Literatura Española, 7 [1991], 183–94 [pp. 189–91]). 30Fernando M. Pérez Herranz y Antonio J. López Cruces, ‘El Cancionero de Unamuno. Aproximación desde la semántica topológica’, Estudios de Lingüística, 15 (2001), 335–60 (p. 342). 32A pesar de que Unamuno nunca llegó a disponer las palabras sobre el papel de forma que compusieran figuras, su costumbre de introducir dibujos en sus poemarios (véase por ejemplo el 1086 del Cancionero) es indicativa de su interés por explorar la conexión entre lenguaje e imagen. 31Sobre el contacto epistolar de ambos autores véase Ángeles Pérez López, ‘Castillos de palabras construidos sobre el aire. (Acerca de las relaciones entre Unamuno y Huidobro)’, Revista Chilena de Literatura, 50 (1997), 141–46. 33Composiciones de semejante cuño pueden encontrarse a lo largo de toda la obra; véanse por ejemplo las canciones 110, 402, 498, 563, 676, 1001 o 1236. Con respecto a este tipo de poemas, escribe Ricardo Gullón: ‘Hay un cierto automatismo en la creación poética: sonido llama a sonido y los vocablos surgen antes de pensados’ (‘Unamuno y su Cancionero’, 59). 34Pérez y López, ‘El Cancionero de Unamuno’, 342. 35Aunque los primeros experimentos con el teléfono en España se remontan a 1878 (descontando los de Cuba en 1877), tanto la regulación a través de la Compañía Telefónica Nacional de España como la difusión del servicio no se produjeron hasta la época de la dictadura de Primo de Rivera; es decir, la misma época en que Unamuno escribe estos versos. Véase al respecto Luis E. Otero Carvajal, ‘El teléfono. El nacimiento de un nuevo medio de comunicación, 1877–1936’, en Las comunicaciones en la construcción del Estado contemporáneo en España: 1700–1936, dir. Ángel Bahamonde Magro (Madrid: Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, 1993), 189–232 (pp. 194–95). 36Miguel de Unamuno, Obras completas, ed. Ricardo Senabre, 7 vols (Madrid: Biblioteca Castro, 1995–2005), V, xiii, xiv. 37Miguel de Unamuno, Poesía completa, ed. Ana Suárez Miramón, 4 vols (Madrid: Alianza Editorial, 1987–1988), I, 34. 38Kock, Cancionero, 207–24, 243–72. 39Kock, Cancionero, 20. 40Luis Álvarez Castro, ‘La historia como fundamento de lo poético en la teoría literaria de Miguel de Unamuno’, en Selected Proceedings of the Pennsylvania Foreign Language Conference (2002), ed. Gregorio C. Martín (Trafford: Grelin Press, 2003), 7–18 (pp. 16–17).
Referência(s)