Artigo Acesso aberto

Sobre la transmisión de la tuberculosis y los primeros ensayos del BCG

2003; SciELO; Volume: 20; Linguagem: Espanhol

10.4067/s0716-10182003020200016

ISSN

0717-6341

Autores

Enrique Laval R.,

Tópico(s)

Health and Medical Education

Resumo

Es posible que la tuberculosis la hayan padecido los animales, milenios antes de la aparicion del hombre sobre la tierra. Alrededor de 5.000 anos a.C. se encontraron lesiones de las vertebras cervicales en el esqueleto de un joven, atribuidas a la tuberculosis. En la India se comprobo la enfermedad 1.000 anos a.C. y los medicos griegos y romanos, ya conocian la tuberculosis pulmonar (fiebre hectica). En America la enfermedad estuvo presente precediendo al arribo de los conquistadores, como lo atestiguan lesiones pulmonares y oseas encontradas en momias. Sin embargo, con la llegada de aquellos, se produjo rapidamente su propagacion entre los aborigenes, matando en muchas regiones a casi toda la poblacion nativa, como acontecio en la Patagonia y Tierra del Fuego. Esta enfermedad “tan temida, mal interpretada y de tratamiento insatisfactorio, que no distinguia estados sociales, rangos o actividades”, tendria en la segunda mitad del siglo XIX, importantes hitos, que finalmente conducirian a medidas de prevencion y terapias eficaces. En 1865, Villemin, habia demostrado la inoculabilidad de la tuberculosis en los animales. El 24 de marzo de 1882, Roberto Koch anunciaba el descubrimiento del bacilo de la tuberculosis: “sabemos -deciaque este parasito no encuentra sus condiciones de existencia, sino en el cuerpo del hombre y de los animales y que no puede desarrollarse, como el bacilo del carbon, en el medio ambiente: es esta una adquisicion muy consoladora desde el punto de vista de la lucha contra la tuberculosis y de ello deriva que es preciso dedicarse, ante todo, a segar las fuentes de donde proviene la infeccion. Una de ellas y ciertamente la principal, es la expectoracion de los tisicos, que es necesario desinfectar y tomarla inofensiva”. En el 10o Congreso Internacional de Medicina, realizado en Berlin en 1890, Roberto Koch termino su exposicion expresando que: “en la batalla por el bienestar de toda la humanidad una nacion puede aventajar siempre a la otra en sus exitos”. A pesar de todo esto, aun en l882, los medicos se dividian en partidarios y adversarios de la transmisibilidad de la enfermedad. En Chile habian ocurrido hechos que incuestionablemente eran extraordinarios: en 1765, el Procurador de la ciudad de Santiago, don Juan de Santa Cruz y Silva, se presento ante la Real Audiencia para manifestar que pocos anos a esta parte se habia difundido extraordinariamente la tuberculosis, solicitando se ordenase aplicar medidas que se opusieran a su propagacion. La Audiencia refirio su estudio a una Comision presidida por el Corregidor don Luis Manuel de Zanartu, e integrada por el protomedico doctor don Domingo Nevin, y los medicos don Ignacio de Jesus Zambrano, Fray Matias Verdugo, don Eugenio Nunez y don Cipriano Mesias, dictaminando que: “la enfermedad hectica no es nueva en ella (en la ciudad) porque siempre se ha padecido y padeceran mientras no se curaren con acierto y a raiz los catarros, pulmonias, puntadas, reumas, empachos arraigados, supresion de evacuaciones criticas (de hombres y mujeres y otras semejantes: que no dudan no obstante de ser tantas las causas de que se origina, que se ha extendido en este vecindario por los vapores y halitos que salen de la pieza en que esta el enfermo, de la cama, ropa y demas cosas que sirvan para su curacion y uso” y que “les parecia conveniente que se nombre por medico de ciudad al doctor, don Juan Alvarez y que todo el que curare enfermo de este accidente hectico y formase juicio de que lo es, de parte a dicho Doctor Don Juan. A continuacion la citada comision indicaba realizar una especie de “encuesta epidemiologica” muy minuciosa, ademas de medidas de “desinfeccion concurrente y terminal” de acuerdo al pensamiento de la epoca, finalizando con que “todo lo demas que ha servido a la enfermedad se queme en los extramuros de la ciudad y las vasijas de plata para que se purifiquen al fuego, sin ocultar lo mas minimo, bajo las penas y apercibimientos que se tuvieren por bastantes”.

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