Artigo Revisado por pares

Mario Levrero: aperturas sobre el extrañamiento

1995; Volume: 8; Issue: 16-17 Linguagem: Espanhol

10.1353/ntc.1995.0007

ISSN

1940-9079

Autores

Hugo J. Verani,

Tópico(s)

Comparative Literary Analysis and Criticism

Resumo

MARIO LEVRERO: APERTURAS SOBRE EL EXTRAÑAMIENTO __________________HUGO J. VERANI_________________ University of California, Davis "Se me ocurre que la verdad profunda de las cosas es necesariamente difusa, imprecisa, inexacta; que el espíritu se alimenta del misterio y huye y se disuelve cuando lo que llamamos precisión o realidad intenta fijar a las cosas en una forma determinada —o en un concepto". Esta reflexión del narrador de Desplazamientos sintetiza uno de los rasgos dominantes de la sensibilidad estética de Mario Levrero, su voluntad de indagar en el inconsciente humano, de provocar que lo oculto e indecible se manifieste y emerja, de incursionar en trasfondos velados y esquivos. Su atracción por las zonas oníricas y las penumbras que envuelven los procesos mentales genera una modalidad expresiva inclasificable, vehículo de liberación de fantasías, deseos y temores primordiales. Desde Felisberto Hernández y Julio Cortázar, maestros rioplatenses de lo fantástico psicológico, la irrupción de lo extraño en lo cotidiano permite entrever los territorios ominosos e indefinibles de la otredad, acoger insólitos desplazamientos de lo familiar que niegan la estabilidad de un mundo que se considera inmutable. En "Del sentimiento de no estar del todo", Cortázar define sus propios relatos como "aperturas sobre el extrañamiento, instancias de una descolocación desde la cual lo sólito cesa de ser tranquilizador porque nada es sólito apenas se lo somete a un escrutinio sigiloso y sostenido". Pocos narradores hispanoamericanos elaboran un testimonio de descolocaci ón tan radical y perturbador como Levrero. El suyo es un mundo pesadillesco en el cual sucesos anómalos trastornan el acontecer cotidiano, generando procesos interiores atormentados e inestables, portadores de un simbolismo difuso e inaccesible a la razón. Los individuos que lo habitan han perdido el sentido de lugar, punto de partida para un desplazamiento o viaje incesante y sin un propósito determinado que acentúa su desolada inutilidad . Esta situación del hombre frente al mundo está vinculada con la literatura de Kafka, que reúne seres que padecen, como observa Borges, "la insoportable y trágica soledad de quien carece de un lugar, siquiera humildísimo , en el orden del universo". Con el correr de los años, esta pérdida del centro y del sentido de lugar se convierte —según Fredric Jameson— en una característica distintiva de la postmodernidad.©1996 NUEVO TEXTO CRITICO Vol. VIII No. 16/17 Julio 1995 a Junio 1996 46________________________________________________________HUGO J. VERANI La mayor parte de los relatos de Levrero se desarrollan en ámbitos opresivos, narrados por un yo indigente, carente de vivienda, motivaciones, trabajo y hasta de nombre propio, que cuenta historias como si sus acciones no dependieran de su voluntad, para caer paulatinamente en un mundo cuyos códigos no comprende. La impasibilidad y credulidad en el narrar de un viajero involuntario y desorientado, hermano menor del nómada felisberteano , "un viajero distraído que tampoco [sabía] donde iba y atendía la vida como quien come distraído", subraya el desconcierto de hombres que prescinden de los registros conscientes y de la inmediatez social, para sumergirse en una aventura primordial ensoñada, en un vacío interior tangiblemente obsesivo. En "Alice Springs", expresa de modo admirable este desasosiego recurrente en su obra: "Me rondaban una cantidad de cosas sin forma pero yo no las dejaba entrar, cerraba cuidadosamente todas las puertas para guardar ese vacío interior que crecía y crecía" (27). Desde sus comienzos —La ciudad, fechada en 1966, y "Gelatina" (1968), primer relato publicado — Levrero se exilia en territorios imaginarios y oníricos , desrealizando entornos y conductas, omitiendo toda determinación geográfica, histórica y social. Su narrativa absorbe hondos sedimentos irracionales e interioriza una inadaptación ancestral, modalidad creadora que resiste toda clasificación simplista. Tres novelas, La ciudad (1970), París (1980) y El lugar (1982) revelan ya en el título la urgencia por inscribir una experiencia íntima en un ámbito urbano y colectivo: dos sustantivos indefinidos y un París que poco o nada tiene que ver con la ciudad homónima y que designa un espacio aún m...

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