Becquer y la reconstruccion del pasado
1956; American Association of Teachers of Spanish and Portuguese; Volume: 39; Issue: 3 Linguagem: Espanhol
10.2307/336011
ISSN2153-6414
Autores Tópico(s)Spanish Philosophy and Literature
Resumorincones de las viejas ciudades espafiolas, vuelve de repente sus ojos hacia los tiempos pasados y lanza este nostalgico suspiro: estan las cancelas y las celosias morunas? WD6nde los pasillos embovedados, los aleros salientes de maderas labradas, los balcones con su guardapolvo triangular, las ojivas con estrellas de vidrio, los muros de los jardines por donde rebosa la verdura, las encrucijadas medrosas, los carasoles de las tafurerias y los espaciosos atrios de los templos?' las lineas que siguen, intentamos dar con la respuesta del poeta a su propia interrogaci6n acerca de las cosas que fueron: Ubi sunt? Pretendemos tan s6lo rozar el hermoso y fecundo tema de la reconstrucci6n del pasado por el autor de las Rimas. Ya sabemos que, de las dos caras de Jano, la que mira hacia atrAs es la que mas le interesa. la misma carta que acabamos de citar, nos dice sin rodeos: En el fondo de mi alma consagro como una especie de culto, una veneraci6n profunda, por todo lo que pertenece al pasado.2 Como todo hombre, B6cquer ha meditado a ratos sobre el tiempo, si bien no parece preocuparle ante todo el aspecto filos6fico del problema. uno de los articulos que envia a su peri6dico, y que intitula precisamente Haciendo tiempo, nos habla, entre bromas y veras, de la clAsica definici6n de San Agustin, el cual divide el tiempo en presente, pasado y porvenir. Nuestro poeta cree con raz6n que lo que lamamos presente no es sino un rapido fluir entre los dos abismos del pasado y del futuro--entre dos nadas, como 61 dice--y que cuando procuramos captar este presente, ya se nos ha escapado. Y B6cquer acaba por declarar: Pero la verdad desgraciadamente indudable es que el tiempo pasa, y de ello bastan a convencerme las reflexiones que se me han ocurrido.3 otra ocasi6n ha escrito estas palabras, que completan la precedente afirmaci6n: Los tiempos pasan, y con ellos las ideas y las formas que revisten.4 Esta verdad, por muy de Perogrullo que parezca, es la que nos amarga, y la que acosa e irrita al poeta. No obstante, si bien atormenta por igual a los hombres el pensamiento de la destrucci6n y de la muerte, no todos mantienen la misma actitud frente al pasado. Recordemos, por ejemplo, la sabida copla en que Jorge Manrique evoca los fastos de Juan II de Castilla: Que se fizo el rey don Juan?/ los ynfantes de Aragon/que se fizieron?6 B6cquer y Manrique coinciden ciertamente en una misma interrogaci6n. Sin embargo, apenas se hacen la pregunta, sus meditaciones se desvian. El pret6rito tiene un valor muy distinto para estos poetas. Manrique no ve en 61 mAs que la imagen de la muerte, y Pedro Salinas, en su exquisito comentario a las famosas Coplas, dice que este pasado hundido en el tiempo, mudo para el que interroga, da, con su desaparici6n total y definitiva, indicio de su poca firmeza y efimero valor.6 B6cquer, en cambio, se niega con denuedo a aceptar esta desaparici6n total. Para el autor de las Rimas, el pasado ni puede ni debe morir. Ni estA mudo, por supuesto. Lo que sucede es que hay que saber interrogarle para que conteste. Despu6s de todo, si el ayer se borrara por completo, si ni siquiera quedara su recuerdo, nadie podria hablar de 61. La memoria del pasado tarda, en efecto,
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