LA FUENTE COMUN DE LOS OJOS VERDES Y EL RAYO DE LUNA DE G. A. BÉCQUER
1967; Liverpool University Press; Volume: 44; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1080/1475382672000344096
ISSN1469-3550
Autores Tópico(s)Comparative Literary Analysis and Criticism
ResumoAbstract Me propongo demostrar que la célebre leyenda de Bécquer, Los ojos verdes, es una reelaboración del relato La ondina del lago azul, de la poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, y que El rayo de luna fue también inspirada en la misma narración. Por lo demás, a base de una comparación de Los ojos verdes con su modelo, pondré de relieve ciertos rasgos del arte narrativo y la originalidad creadora de Bécquer. BSS Subject Index: BÉCQUER, GUSTAVO ADOLFO (1836–1870)COMPARISONS IN LITERATURE & CULTUREGÓMEZ DE AVELLANEDA, GERTRUDIS (1814–1873)IMITATION OF MODELSOJOS VERDES, LOS [G. A. BÉCQUER]ONDINA DEL LAGO, LA [G. GÓMEZ DE AVELLANEDA]RAYO DE LUNA, EL [G. A. BÉCQUER]SOURCES Notes 1Algunos críticos de Bécquer consideran las leyendas obras originales de invención (vid. el ‘Prólogo’ de los Hermanos Quintero a las Obras Completas de G. A. Bécquer, 8.a ed. (Madrid 1954), 32; R. Pageard, ‘Le Germanisme de Bécquer’, BHi, LVI (1954), 83–109, trata de las leyendas en págs. 105 ss.). Según C. Gallaher, The Predecessors of Bécquer in the Fantastic Tale (Hammond Louisiana College 1949), las fuentes de las leyendas deben buscarse en los autores que precedieron a Bécquer en este género, en las fuentes medievales, y en la tradición oral. M. Rosa Lida de Malkiel, en su ‘La leyenda de Bécquer Creed en Dios y su presunta fuente francesa’, CL, V (1953), 235–46, se inclina por esta hipótesis, pero niega que Bécquer conociera la literatura medieval, ya que no tenía preparación filológica. Ch. H. Turk, German Romanticism in G. A. Bécquer’s Short Stories (Lawrence, Kansas 1959), presenta muchos argumentos, a veces de peso, respecto al ambiente germánico en las leyendas y posibles influencias de los románticos alemanes. 2José Pedro Díaz. G. A. Bécquer. Vida y poesía, 3a ed. (Madrid 1964), 211. 3J. F. Gómez de las Cortinas. ‘La formación literaria de Bécquer’, Revista Bibliográfica y Documental, IV (1950), 84. 4En 1857 Bécquer tenía 21 años y la Avellaneda 43. 1Los biógrafos de la poetisa no puntualizan con exactitud el lugar donde fue publicada La ondina del lago azul. D. Figarola-Caneda (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Madrid, 1929) indica que la autora lo escribió durante su estancia en la Habana, posterior a su vuelta de España, junto a su novela El artista barquero, que es de 1861 (pág. 18); el prologuista de la colección de las poesías de la Avellaneda, precisa más apuntando que ésta dio a luz en el Diario de la Marina, su nota Mi última excursión a los Pirineos (Poesías líricas de la Sra. D. G. G.de A., Madrid, 1877, pág. xxxix). Abasedeestas indicaciones, hemos podido averiguar la fecha de dicho relato en la única colección existente del Diario de la Marina en los Estados Unidos. Me complace reconocer mi honda gratitud al profesor H. Hatzfeld, quien llevó a cabo esta pesquisa en la Biblioteca del Congreso en Washington.Conviene notar que la autora en su autobiografía de 1850, afirma que había empezado a escribir una novela titulada La ondina del lago azul o los merodeadores del siglo X V, y en otra parte, añade que la había perdido. Como la leyenda de 1860 no tiene que ver ni con los merodeadores ni con el siglo XV, cree E. Cotarelo que la de 1850 debió de tener distinto asunto (‘La Avellaneda y sus obras’, BRAE, XVI (1929), 308). 2Para las fechas de las levendas de Bécquer utilizamos las tablas de F. Schneider (RFE, XVI (1929), 389–99). 3Para este texto empleamos la segunda ed. de las Obras Completas de la Avellaneda (Madrid 1877), V, 113–45. Damos todas las referencias al relato con la abreviatura A (por la Avellaneda). Para las dos leyendas de Bécquer, nos valemos de sus Obras Completas, 8.a ed.(Madrid 1954), abreviado en nuestras referencias como B. 1Ch. H. Turk (German Romanticism … , págs. 23–24) llama la atención acerca del parecido entre el tema de Los ojos verdes y la balada Der Fischer de Goethe, que trata de la atracción de un pescador por un espíritu del agua. B. Jarnés (Doble agonía de Bécquer, Madrid, 1936, 109) aventura sin más ni más una suposición de que el Fernando de Los ojos verdes ha venido de algún poema de Hoffmann. Turk en su citado estudio (pág. 25) cita la nota de Jarnés, y apunta que Anselmus, el protagonista de Der goldene Topfde dicho cuentista, y Fernando tienen en común ciertos rasgos. Pero este autor indica que la extensión de seme janza entre los dos cuentos mismos, se limita al ambiente psíquico. 2Como demostraremos más abajo la diferencia esencial entre las dos leyendas estriba en la elaboración artística. 1Esta escena de cacería feudal es muy parecida a la que se ve en La chasse du burgrave de Victor Hugo, del cual se había hecho una imitación en España por Vicente Barrantes precisamente con el título de La cacería feudal (vid. su Baladas españolas, Madrid, 1853, 111–27). Se trata también de la caza de un ciervo, y el señor feudal expresa, lo mismo que Fernando, lo mucho que daría por la caza del venado. Según una nota de Barrantes (pág. 221), Hugo iiabía imitado una balada alemana para su relato. 2Hay que notar que en La ondina del lago azul es Lorenzo, el narrador de la historia, quien percibe los ojos de la ondina. 1Vale llamar la atención hacia la Rima XII, en que queda expuesta la gran atracción que tenían los ojos verdes, de mujer joven, para nuestro poeta. 1La aclaración final le fue criticada a la Avellaneda por un crítico contemporáneo suyo, L. Augusto de Cueto, en su ‘Observación’ acerca de las leyendas y novelas del tomo quinto de las obras completas (reproducida en la segunda edición en págs. 397–414). Decía este autor, después de encomiar los valores positivos del relato en cuestión: ‘De repente, y con cierta desagradable violencia, se desvanece la ilusión que ha de quedar necesariamente en la imaginación del lector, después de los mágicos cuadros de la leyenda. Gabriel no es ya el mancebo instruido, artista, algo misántropo, que huye de la realidad prosaica de la vida, prendado únicamente del ideal que le forjan a un tiempo su enardecida fantasía y los inefables y misteriosos hechizos ele la naturaleza. ¿Qué importa al lector saber que la ondina no es la creación aérea y conmovedora de un cerebro juvenil y enfermizo, sino una coqueta de París, que se burla del sandio aldeano?’ (pág. 406). 2Sobre elaboración estructural meticulosa en las leyendas de Bécquer, véanse las págs. 240 ss. del estudio de M. Rosa Lida de Malkiel, que citamos en la nota 1. 1La elaboración cuidadosa y concienzuda de Bécquer se nota todavía en otra parte de la leyenda. La descripción detallada de las aguas de la fuente, par boca de Fernando (B 149), que es uno de los pasajes más hermosos en nuestro poeta, no parece injertada para presentar un cuadro bello. En este trozo, las aguas brotan en el seno de una peña y tienen su cuna allí, y luego avanzan poco a poco entre dichas y amarguras hacia una balsa profunda e inmóvil, representan el curso de la vida humana, desde el nacimiento hasta la muerte. Nótese que Fernando contempla las aguas a su primera llegada a la fuente, en pos del ciervo, que está muriendo. Es decir, el ensimismamiento en la naturaleza sigue a la contemplación de un ser en las garras de la muerte. No sería aventurado sostener que Bécquer quiso valerse de esta escena para justificar la transformación enorme en el espíritu de Fernando, joven noble dado a la caza y deportes, que parece darse cuenta de la temporalidad de la vida en ese momento. Así su cambio en enamorado mustio, que aspira a un mundo más allá del nuestro, no ocurre abruptamente. 1Conviene recordar las palabras de Dámaso Alonso en su estudio Originalidad de Bécquer: ‘Be'cquer tuvo, pues, como casi todo poeta, fuentes literarias de inspiración … Pero, como en todos los grandes creadores, la materia recibida llega a él sólo para ser tras-fundida de manera prodigiosa. Lo añadido por Bécquer es siempre infinitivamente más que lo que tomó … Lo puesto por él sí que era inhallable: la dardeante fantasía, la delgada sensibilidad … el irreal iluminado trasmundo de visiones, el hondo mundo poético de Gustavo Adolfo Bécquer’ (citamos de Poetas españoles contemporáneos, Madrid, 1952. 45). 1¿Conocería además el poema de Heine In der Fyuehe (Noue Cediente, Romanzen IX), en el cual el poeta compara al rayo de luna la forma y figura de una mujer que se desliza en una noche? ‘Wandelnd durch die weisse Nacht./Schaut’ ich mir voruebergleiten/Eine weibliche Gestalt,/Die dem Mondenlicht vergleichbar./Ja, sie war wie Mondenlicht/ Leichthinschwebend, zart und zierlich’ (citado por Turk al tratar El rayo de luna en su German Romanticism … , 37). 2Una de sus poesías trae este título: ‘Canción: imitación de Victor Hugo,’ que fue publicada en 1843 (Cotarelo, ‘La Avellaneda … ’, BRAE, XVI, 35); se cree que la levenda de la autora, La baronesa de Joux (año 1844), debió de ser traducida en parte de un texto francés (ibid., 140); y se ha mostrado que su La aventurera fue una imitación feliz de la obra, L’aventurière, de E. Augier (ibid., 530). 3Cf. lo que decimos en la nota 1, pág. 98. 1En otro estudio, en preparación, demostraremos que Bécquer utilizó Inès de las Sierras, como base de su conocido El beso (1863), en el cual el capitán francés está hecho sobre el modelo del Sergy de Nodier. ¿Tendría Bécquer idea previa de que la composición de Nodier pudiera haber servido a la Avellaneda antes de que se pusiera a escribir El beso?
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