Modernismo puertas adentro: Género, escritura y experiencia urbana en Mi vida con Enrique Gómez Carrillo de Aurora Cáceres
2016; Johns Hopkins University Press; Volume: 131; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1353/mln.2016.0019
ISSN1080-6598
Autores Tópico(s)Spanish Philosophy and Literature
ResumoModernismo puertas adentro:Género, escritura y experiencia urbana en Mi vida con Enrique Gómez Carrillo de Aurora Cáceres Vanesa Miseres Este cuaderno reflejará el estado de mi alma,llena de verdad, con todas sus tristezas ysus asombros; sí, asombros, y muy grandes,seguramente que he de tenerlos, porqueapenas conozco a mi marido. —Aurora Cáceres, Mi vida con Enrique Gómez Carrillo 70 “Lejos de París, aislado del café, del boulevard, que le envenena hasta el alma, muy pronto podría recuperar el equilibrio nervioso y gozaría de perfecta salud” (Mi vida 80–81). Este es un comentario que la escritora peruana Aurora Cáceres esboza sobre el temperamento irascible de su marido, el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (1873–1927), y sus enfrentados pareceres a tan sólo 19 días de haber contraído matrimonio con él en la capital francesa.1 En su diario personal, publicado en 1929 con el título de Mi vida con Enrique Gómez Carrillo, la mujer registra los pormenores de su relación con el afamado escritor y los altibajos de lo que resultó una breve y turbulenta [End Page 398] unión que duró desde junio de 1906 hasta, aproximadamente, abril del año siguiente. Aunque se publica mucho después del final de su matrimonio y cuando (o tal vez porque) Gómez Carrillo ha muerto, el diario se escribe en el día a día de la relación, abarcando desde la etapa anterior al cortejo hasta los encuentros esporádicos que Cáceres mantiene con el escritor en París y Niza más de una década después, cuando ya están divorciados.2 En un intento por reproducir sus emociones en la escritura, de reflejar, como reza el epígrafe, el “estado del alma,” Cáceres organiza el diario bajo acápites que llevan títulos como “coqueteos ingenuos,” “albores temblorosos” o “alucinaciones de amor” para registrar una primera etapa de la relación y culmina con “el dolor despierta,” “ausencia” o “un calvario inevitable,” reflejando claramente el final de la misma. Según Kathya Araujo, la única crítica que hasta el momento ha estudiado en detalle este olvidado texto, Mi vida con Enrique Gómez Carrillo se articula así bajo una “sensibilidad romántica” que sigue el “trayecto de un amor dolorido y fracasado, que va desde la más exultante ilusión hasta la mayor desventura, pasando por momentos de intermitencia” (185). A pesar de que el tono sentimental y romántico con el que generalmente se vinculaba a la escritura femenina haya ciertamente influido no sólo en la narración del texto de Cáceres sino posiblemente también en el comportamiento de la mujer frente a su esposo, es posible leer la estructura y los discursos presentes en Mi vida con Enrique Gómez Carrillo en otra dimensión. El comentario sobre el “alma envenenada” de su marido por los efectos de la combinación París-café-boulevard—tríada que, significativamente, nucleó la experiencia modernista latinoamericana y parte del pensamiento intelectual de comienzos de siglo XX (Pera 1997, Colombi 2004, Fombona 2005)—, leído junto con el mencionado epígrafe que abre este trabajo, en donde la escritura se enuncia como refugio ante las sorpresas, asombros y tristezas que la mujer anticipa en su matrimonio con un hombre que apenas conoce, conducen a pensar en la relación sentimental y los desencuentros de estos dos escritores (de famas y reconocimientos desiguales) como un vínculo a partir del cual analizar la estructura social que determinaba el lugar de las mujeres escritoras en el período modernista. Es decir, ¿cuál es el lugar de la mujer entre las figuras más imponentes del modernismo y el escenario cultural latinoamericano en París?, ¿qué espacios existen para el género femenino dentro de este circuito París-café-boulevard? y, consecuentemente, ¿qué opciones y obstáculos se le presentan a [End Page 399] la hora de escribir? Las diferentes circunstancias que marcan la relación entre Cáceres y Gómez Carrillo nos colocan, sin duda, frente a...
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