Artigo Revisado por pares

Edge of Empire: Atlantic Networks and Revolution in Bourbon Río de la Plata

2016; Duke University Press; Volume: 96; Issue: 4 Linguagem: Espanhol

10.1215/00182168-3677913

ISSN

1527-1900

Autores

Martín Biersack,

Tópico(s)

Argentine historical studies

Resumo

Fabrício Prado centra su libro en lo que describe como la periferia del Imperio español: la región del Río de la Plata, y nos proporciona una explicación para entender el proceso de independencia que estalló ahí. En el contexto más amplio de la historia del Atlántico (“Atlantic World framework”, p. 6), Prado define esta región como una zona de interacción donde agentes transimperiales —predominantemente comerciantes— actuaron por encima y muchas veces en contra de fronteras, normas e intereses de sus respectivos imperios. La portuguesa Colonia del Sacramento sirvió hasta 1777 como puerto de enlace para el comercio extralegal entre Buenos Aires y Brasil. Después de la conquista de Colonia, liderada por Pedro de Cevallos, los portugueses no fueron expulsados, sino que se trasladaron a Buenos Aires y Montevideo, donde antes de 1777 habían tenido mucha presencia también. Fabrício Prado demuestra cómo los comerciantes portugueses que se trasladaron a Montevideo utilizaron el puerto a partir de ese año para cubrir la función que antes había tenido Colonia. Las redes transimperiales entre portugueses y españoles conectaron así, durante todo el siglo XVIII, Buenos Aires con Brasil, primero vía Colonia y después vía Montevideo. Con esto, la política de la metrópoli española para erradicar el comercio extralegal y excluir a los portugueses de Río de la Plata se frustró, a pesar de su aparente éxito con la conquista de Colonia.Sin embargo, Prado también demuestra que estas conexiones transimperiales en Río de la Plata no debilitaron el dominio español en la zona, sino todo lo contrario: contribuyeron a mantenerlo ante las circunstancias adversas. En tiempos de guerra con Gran Bretaña, cuando la superioridad naval británica cortaba la comunicación entre Río de la Plata y España, no solamente los comerciantes, sino también el gobierno español recurría a la vía de Brasil y a barcos portugueses para transportar mercancía, personas y hasta comunicación oficial entre Buenos Aires y la metrópoli. Por eso, Prado sugiere reconsiderar la opinión de que el Atlántico se cerrara para los españoles durante las guerras con Gran Bretaña.Fabrício Prado concreta este trazo general ofreciendo el ejemplo de la “vida atlántica” del portugués Manuel Cipriano de Melo, que ilumina la flexibilidad de un agente local, quien gracias a sus relaciones sociales y comerciales (tanto gubernamentales como transimperiales) en Río de la Plata consiguió una gran fortuna. Melo se había trasladado desde Colonia a Montevideo donde, siendo ya súbdito español, ejerció como funcionario de aduana con la responsabilidad de suprimir el contrabando. Este puesto le debió ayudar bastante para convertirse en el comerciante más importante de la ciudad y uno de los enemigos declarados de los comerciantes monopolistas españoles de Buenos Aires.Es un tanto ironía de la historia que en un espacio de intercambio como Río de la Plata surgiera justamente la oposición entre los dos polos, Buenos Aires y Montevideo. Prado muestra cómo el traslado del comercio portugués a Montevideo llevó a un extraordinario crecimiento de la ciudad, a lo que contribuyó también el hecho de ser habilitada como puerto de entrada obligatorio a Río de la Plata. Montevideo consiguió, además, ampliar su jurisdicción sobre territorios de la Banda Oriental que antes habían correspondido a Buenos Aires. Una consecuencia de este crecimiento fue que la Banda Oriental del río, con su centro en Montevideo, se concibió finalmente como un espacio propio, distinto al de Buenos Aires. El auge montevideano provocó al mismo tiempo un gran disgusto en Buenos Aires. Esta oposición entre las dos bandas del río fue muy virulenta desde la última decada del siglo XVIII y se agudizó durante el gobierno del virrey Santiago de Liniers en 1808, cuando no solamente la competencia mercantil, sino también la oposición política enfrentaron a ambas ciudades. Fabrício Prado, finalmente, interpreta la opción fidelista monárquica de Montevideo como impulsada por los intereses de la élite comercial, que buscaba aumentar el comercio transimperial, mantener el statu quo colonial y ganar independencia frente a Buenos Aires, tres intereses que se creían mejor garantizados con la adhesión a Fernando VII.La monografía está muy bien documentada; sobre todo, el empleo de fuentes inéditas portuguesas permite una visión novedosa sobre la realidad de los extranjeros en Río de la Plata. Sin embargo, la visión de Fabrício Prado sobre el trato diferente que los extranjeros recibieron en Buenos Aires y Montevideo podría matizarse. El autor sostiene que, mientras Buenos Aires, debido a los intereses de sus comerciantes, fue más rigurosa para impedir la residencia de extranjeros, éstos encontraron una acogida muy favorable en Montevideo. Es posible que en términos generales esta observación sea cierta, no obstante, ni Buenos Aires fue siempre hostil a los portugueses, ni Montevideo fue siempre tolerante. La política frente a los extranjeros en ambas ciudades más bien dependía de conyunturas circunstanciales. También en Montevideo hubo intentos por expulsar a los portugueses o impedir su comercio, ya fuera por iniciativa del Cabildo o de los estancieros de la Banda Oriental; y en Buenos Aires, a pesar del discurso muchas veces xenófobo de su Cabildo, se mostró generalmente mucho disimulo y tolerancia con los extranjeros. En los años cuarenta del siglo XVIII el Cabildo de Buenos Aires incluso defendió a sus vecinos portugueses de una ya decretada expulsión (ver Victor Tau Anzoátegui, “Una defensa de los extranjeros en el Buenos Aires de 1743” [1982]). Probablemente fueron los mismos agentes en ambas orillas del río, los comerciantes españoles, quienes intentaron con un éxito muy variable imponerse para expulsar a quienes fueron sus competidores extranjeros.Con todo, la interpretación del trato distinto que recibieron los portugueses en una y otra banda del río es solamente un punto menor, y si bien se puede discutir su acierto, Fabrício Prado tiene razones para sostenerla. Dicha interpretación no resta nada de valor a este excelente trabajo que ayuda a comprender mejor la realidad política y comercial de un espacio marginal, pero al mismo tiempo crucial, del Imperio español.

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