Con pluma de ganso revolucionario: Entrevista a Abelardo Estorino
2014; Department of Spanish and Portuguese, University of Kansas; Volume: 47; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1353/ltr.2014.0024
ISSN2161-0576
Autores Tópico(s)Literary and Cultural Studies
ResumoCon pluma de ganso revolucionario:Entrevista a Abelardo Estorino David Lisenby Sus piezas están recorridas por ese sentimiento, por esa necesidad de hacer algo, de alcanzar lo que falta. Sus personajes viven de lo que carecen, lo provocan, lo esperan, jadean por lograrlo. Es por eso que lentamente, y de un modo implacable, se van descubriendo cómo realmente son. —Antón Arrufat, La manzana y la flecha Abelardo Estorino es uno de los dramaturgos cubanos más prolíficos, más representados y más queridos como artista y como persona. Oriundo de Unión de Reyes, Matanzas, y residente en La Habana desde 1946, la producción teatral del incansable Estorino se extiende desde las vísperas de la Revolución del 59 hasta su reciente fallecimiento el 22 de noviembre de 2013. Premio Nacional de Literatura 1992 y Premio Nacional de Teatro 2002, su Teatro Completo (2012) de la Editorial Alarcos reúne en un tomo todas sus obras a excepción de la más reciente, Ecos y murmullos en Comala: Abelardo Estorino lee a Juan Rulfo (2012), la cual dramatiza la novela mexicana Pedro Páramo que tanto ha influido en su dramaturgia. Me senté a hablar con el humilde y generoso Estorino en su casa de la calle 25 en Vedado, La Habana, el 4 de julio de 2013. A continuación aparece una versión editada de nuestra conversación. Desde la inclusión de El robo del cochino en la antología Teatro cubano: cuatro obras de 1961, el consenso crítico ha sido que esa pieza y otras como La casa vieja (1964) ejemplifican el teatro revolucionario temprano. ¿Cuál era tu opinión ante tal consideración en aquel momento y qué opinas ahora? [End Page 117] Bueno, yo creo que yo abracé la Revolución con todo mi poder, ¿no? Con la pasión con que los cubanos estábamos hastiados del régimen anterior recibimos la Revolución y las obras tratan de tomar ese pensamiento, esa sensación, y dar la versión que tenemos de lo que está sucediendo. Y creo que las mías dan una imagen voluble o una imagen que tiene distintas aristas… porque ahora se ha hecho la película Casa vieja (2010) y es una versión completamente diferente. Adria Santana protagoniza la matriarca en el filme. Y yo sé que tú tenías una relación profesional íntima con ella, ¿no? ¿Cómo han sido otras relaciones entre tú y los actores que han encarnado personajes tuyos? Bueno, yo considero que yo tengo buen carácter. Y trato de llevarme bien con los actores del reparto. Lo que pasa es que con Adria eso salió del trabajo y se convirtió en una amistad mucho más grande. En una amistad íntima. En una amistad íntima no sólo en el trabajo sino en la vida. Pero en el trabajo ella me ayudó mucho cuando ella hacía un personaje en una de mis obras. En casi todas mis obras que tenían más de un personaje femenino, pues ella siempre estuvo. ¿Y escribiste los papeles, los roles, pensando en ella? No, no. Nunca. Pero después, algunas cosas se modificaron cuando ella las hacía y ella me señalaba algún dato que se podría arreglar y ahí ya era más fácil. ¿El monólogo Medea sueña Corinto (2008) tampoco fue escrito pensando en ella? Mira, no fue escrito pensando directamente en ella. Pero ella siempre, a partir de nuestra relación de trabajo… siempre los personajes estuvieron pensando en ella como artista, lo que no quiere decir que yo modificara la visión que yo tenía de los personajes. En tu obra más reciente, Ecos y murmullos en Comala (2012), y en la novela de Juan Rulfo en que está basada, algo que llama la atención es la idea de lo fantasmagórico y la presencia del pasado. Y en tus obras que están ambientadas en el siglo 19—La dolorosa historia del amor secreto de don José Jacinto Milanés (1973), Vagos rumores (1992) y Parece...
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