Vida Religiosa e inculturación reflexiones teológicas

1993; Pontifical Xavierian University; Issue: 110 Linguagem: Espanhol

ISSN

2011-219X

Autores

S.J. Francisco Taborda,

Tópico(s)

Religious and Theological Studies

Resumo

El documento de Santo Domingo (= DSD) sugiere considerar la inculturacion “a la luz de los tres grandes misterios de la salvacion: la Navidad, que muestra el camino de la Encamacion y mueve al evangelizador a compartir su vida con el evangelizado; la Pascua, que conduce a traves del sufrimiento a la purificacion de los pecados; y Pentecostes, que por la fuerza del Espiritu posibilita a todos entender, en su propia lengua, las maravillas de Dios” (DSD 230a). Sea este el camino para nuestra reflexion. En un primer momento se considera la inculturacion a la luz del misterio de Cristo, reflexionando desde la propuesta del texto citado del DSD; en un segundo momento se procurara sacar algunas conclusiones para la Vida Religiosa. La inculturacion a la luz del misterio de Cristo: La inculturacion no es palabra de moda, sino imperativo del seguimiento de Cristo. Si es asi, el mismo misterio de Cristo ayuda a iluminar la tarea de la inculturacion. Ahora bien, el misterio de Cristo es el misterio del Hijo de Dios hecho hombre, que por su muerte y resurreccion envia el Espiritu “sobre toda carne” (J1 3,1; Hch 2,17). De ahi ha de explicitarse el misterio de Cristo de acuerdo a los tres misterios basicos de Navidad, Pascua y Pentecostes. La forma mas frecuente de fundamentar la inculturacion es relacionarla con la encarnacion. Hay entre ambas una analogia muchas veces observada. Ella pone la inculturacion en la perspectiva del axioma patristico: “Lo que fue asumido, no fue redimido”. El Evangelio necesita asumir a todas las culturas para que se haga explicito que todas ellas participan de la obra redentora de Cristo. La encamacion puede ser expresada en un triple movimiento: de la cercania a la solidaridad hasta llegar a la identificacion. El dogma de la encamacion proclama que el Verbo de Dios se acerco a la humanidad caida, habitando entre nosotros (cf. Jn 1,14), haciendose uno de nosotros, semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Hay una doble condescendencia en ese acercamiento de Dios: por un lado, el Infinito se acerca a lo finito, el Trascendente se hace inminente, lo Divino asume lo humano; por otro, la humanidad a la que Dios se acerca, se encuentra caida en el pecado y, asi, la encamacion significa tambien que el Santo se hermana con el pecador, permaneciendo exento de pecado. Las figuras biblicas del Buen Samaritano (cf. Lc 10,29-37) y del Buen Pastor (cf. Jo 10,11 con Lc 15, 4-7) son iluminadoras del gesto de Dios en su Hijo Jesus: el se acerca a quienes yacen caidos al margen del camino y busca personalmente al que estaba perdido. Con eso la cercania ya pasa a decir mas: solidaridad. No es desde lejos como Dios se inclina sobre el ser humano. El entra en la historia humana y se solidariza con la humanidad. No solamente eso. Su solidaridad va hasta las ultimas consecuencias, escogiendo la compania de los que son considerados escoria de la humanidad, los que por discriminacion e injusticia fueron puestos en el ultimo lugar entre los humanos: los pobres y marginados. Jesus no se acerca a ellos conservando los limites y las distancias, sino que se hace uno entre ellos: nace pobre (cf Lc 2,7), vive pobre (cf Mt 8,20), declara que el Reino de Dios se destina a los pobres (cf Lc 6,20) y lo muestra con acciones y palabras (passim en todos los Evangelios) convive con pecadores y publicanos, los parias de la sociedad de su tiempo (cf Lc 15,2), y muere a manera de los “ultimos”, crucificado por la injusticia, puesto entre los malhechores (cf Mc 15,27).

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