Artigo Revisado por pares

Silvio Zavala (1909–2014)

2015; Duke University Press; Volume: 95; Issue: 3 Linguagem: Espanhol

10.1215/00182168-3088620

ISSN

1527-1900

Autores

Andrés Lira,

Resumo

Silvio Arturo Zavala Vallado nació en Mérida, Yucatán, el 7 de febrero de 1909 y falleció en México, D. F., el 4 de diciembre de 2014, poco antes de cumplir 106 años. Segundo de seis hermanos, hijos de una ilustre familia yucateca, hizo los estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, donde inició la carrera de derecho (1927–1928), que continuó en la Universidad Nacional de México (1929–1931) y terminó en 1933 en la Universidad Central de Madrid, a la que llegó como becario del gobierno español en 1931 cuando se proclamó la República. De estos años datan sus primeras publicaciones, en las que muestra interés por el derecho constitucional y una clara percepción del momento político. En 1932 obtuvo la licenciatura con la memoria “El Tercero en el Derecho Mejicano” y, en 1933, el doctorado en derecho con la tesis Los intereses particulares en la conquista de la Nueva España. (Estudio histórico-jurídico), bajo la dirección del jurista e historiador de la civilización española Rafael Altamira. Ambos estudios se publicaron en España y posteriormente en México.Hasta 1936 trabajó en la Sección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos de Madrid, que dirigía Ramón Menéndez Pidal. Ahí convivió con destacados filólogos e historiadores y publicó sus primeros libros: Las instituciones jurídicas en la conquista de América y La encomienda indiana (1935), al tiempo que abordaba otros temas relacionados con la historia de las ideas y las instituciones que daría a conocer en sucesivas publicaciones.A fines de 1936 regresó a México. Convencido de la necesidad del estudio de la historia del Nuevo Mundo en el amplio contexto de la historia universal, se procuró los medios para continuar sus investigaciones y para formar investigadores. Viajó a Estados Unidos, donde estableció relación con Lewis Hanke y con otros historiadores. En 1938 fundó la Revista de Historia de América (que dirigió hasta 1965), en la que aparecieron estudios de autores reconocidos y trabajos de jóvenes historiadores formados en México.Siendo secretario del Museo Nacional, Silvio Zavala logró que la Universidad Nacional Autónoma de México becara a estudiantes de diversas carreras para adiestrarlos en las tareas de la investigación histórica, pero el intento fracasó, pues los becarios, interesados en estudios profesionales, no perseveraron en el empeño. El lugar y los medios para lograrlo los ofreció El Colegio de México, fundado en 1940 como sucesor de La Casa de España en México, creada en 1938 para acoger científicos y humanistas de la República Española. Siguiendo el plan propuesto por Silvio Zavala, Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas, presidente y secretario de la institución, acordaron el establecimiento del Centro de Estudios Históricos, que inició labores el 14 de abril de 1941 bajo un programa que exigía plena dedicación a alumnos hispanoamericanos, a quienes se formaría en historia universal, historia de América y se les dotaría de destrezas para que indagaran la historia de sus países, aprovechando archivos, bibliotecas y repositorios que tuvieran a su alcance.En compañía de María Castelo, Silvio Zavala recorrió distintas partes del país para conocer archivos y bibliotecas; elaboró informes sobre los repositorios documentales que visitó; estableció relaciones con quienes cultivaban la historia; y atrajo a jóvenes interesados en el programa del Centro de Estudios Históricos. Posteriormente, en 1944, ambos viajaron a Buenos Aires becados por la Comisión Nacional de Cultura Argentina y por la Fundación Rockefeller, y recorrieron diversos países de Hispanoamérica (Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Cuba y Puerto Rico). El viaje fructificó en el conocimiento de los archivos y repositorios, en el diagnóstico de posibilidades y problemas de la investigación histórica y en la atracción de jóvenes que se formarían como historiadores en El Colegio de México en tres promociones (1941–1944, 1943–1946 y 1946–1949). A todos se les exigió la entrega de trabajos de fin de cursos –algunos se publicaron como artículos y capítulos– y tesis de maestría, que en su momento aparecieron como libros.La historia institucional que cultivó Silvio Zavala exigía una visión comparativa de las sociedades del Nuevo Mundo. Esta visión le permitió notar similitudes y diferencias, críticas, impugnaciones y propuestas sobre lo que era y sobre lo que debía ser la apropiación de los recursos y el dominio sobre los naturales de América, así como fracasos y logros en el orden justo, como lo advirtió al estudiar la obra de Vasco de Quiroga, inspirada en la Utopía de Tomás Moro, cuando publicó ediciones críticas de importantes autores del siglo XVI, y en estudios esclarecedores como Servidumbre natural y libertad según los tratadistas de los siglos XVI y XVII (1944) y La filosofía política de la conquista de América (1947), hasta llegar a visiones de América en los siglos XVIII y XIX.El gran proyecto de Silvio Zavala fue la historia del trabajo de los indios, como se llamó a los naturales del Nuevo Mundo. El problema aparece ya en sus primeros libros y cobró entidad propia después de su llegada a México, en los años treinta. Fue entonces cuando emprendió, junto con María Castelo, la recopilación y publicación de las Fuentes para la Historia del trabajo en Nueva España (1575–1805), ocho tomos que aparecieron entre 1939 y 1946, al tiempo que publicaba artículos sobre “Los trabajadores antillanos en el siglo XVI”, los esclavos indios en Nueva España, estudios de largo alcance como “Orígenes coloniales del peonaje en México” (1944) y otros circunscritos a épocas y lugares determinados de Hispanoamérica. La dimensión del problema le exigió un gran esfuerzo en materia de recopilación y organización de fuentes en México, e hizo lo propio para América del Sur, lo que le permitió dar a conocer documentos para el estudio de El servicio personal de los indios en El Perú (tres tomos relativos a los siglos XVI, XVII y XVIII, publicados en 1978, 1979 y 1980) y otras regiones de Hispanoamérica. Zavala abordó momentos y relaciones determinados en libros de diversa extensión y en numerosos artículos. Entre 1984 y 1996 aparecieron ocho volúmenes de El servicio personal de los indios en la Nueva España, que abarcan todo el periodo colonial, de 1521 a 1821. En dichos tomos organizó los materiales reunidos a lo largo de muchos años, orientando al lector mediante extensas introducciones en las que distinguía la evolución general del régimen de trabajo y las empresas en las que se ocupaba la actividad de aquellos trabajadores remunerados, a diferencia de los esclavos (de los que se ocupó en un libro, Los esclavos indios en Nueva España, publicado en 1968, así como en diversos artículos y capítulos). Silvio Zavala tuvo el cuidado de hacer referencia a otros estudios y testimonios para que los lectores pudieran aprovechar el esfuerzo de tantos años dedicado a la historia del trabajo en Nueva España.No quedó ahí el empeño del investigador: también le interesaba aprovechar las posibilidades de la historiografía contemporánea en la visión comprensiva de América. Para ello procuró también espacios y medios. De 1947 a 1965 presidió la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, que acogió el Programa de Historia de América. Desde ahí convocó a historiadores angloamericanos, europeos e iberoamericanos, cuyos trabajos se fueron dando a conocer en sucesivas publicaciones. Zavala asumió la coordinación de la época colonial, de la cual abarcó los aspectos geográficos, económicos, sociales, políticos y culturales. El resumen del Programa de historia de América apareció en 1961 y la versión más ambiciosa y acabada en 1968, bajo el título El mundo americano en la época colonial, dos volúmenes en los que se halla la exposición de visiones logradas y que dan cuenta de los avances historiográficos en los temas tratados.En ese esfuerzo del investigador estaba también la experiencia del funcionario y representante de México en instancias internacionales. En 1937 y 1938 Zavala fue secretario del Museo Nacional de México; de 1946 a 1954, director del Museo Nacional de Historia; en el Castillo de Chapultepec, consejero cultural de la Embajada de México en Francia (1956–1958); y delegado permanente de México ante la UNESCO (1956–1963). En 1963 regresó a El Colegio de México, que presidió hasta 1966. Como presidente afirmó la vocación internacional de la institución, y además estableció la “Sección de Estudios Orientales” en el Centro de Estudios Internacionales, para acercar los programas docentes y de investigación a sociedades geográfica y culturalmente lejanas. Dicha sección daría origen al Centro de Estudios de Asia y África. La visión universal de la realidad, propia de una institución dedicada a las humanidades y a las ciencias sociales, se fortaleció bajo la presidencia de Silvio Zavala, empeñado en atraer a profesores y estudiantes de diversas partes del mundo para hacerlos participar en los distintos centros de estudios que se iban formando. En 1981 Zavala recibió el nombramiento de Profesor Emérito de El Colegio de México. Fue el primero de la institución en la que había fundado y dirigido el primer centro de estudios.En el servicio exterior se desempeñó nuevamente de 1966 a 1975 como embajador de México en Francia. Tuvo que alejarse entonces de la vida académica, sin abandonar por ello la investigación y la enseñanza. Impartió regularmente cursos anuales en El Colegio Nacional, del que fue miembro titular desde 1947, y publicó libros y artículos. Cuando se retiró, en 1975, “volvió a sus papeles” de historia del trabajo y escribió en los periódicos para defender el patrimonio urbano y cultural del país. Participó en foros y actividades, lo que afirmó el reconocimiento y agrandó el número de premios y distinciones que recibió. Destacamos dos: el Premio Nacional en Artes y Ciencias y Letras, en 1968, y en 1993 el Premio Príncipe de Asturias.Atento al paso de los años, Silvio Zavala dio cuenta de su Biobibliografía en sucesivas ediciones (El Colegio Nacional, 1982, 1993 y 1999); donó su biblioteca al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y su archivo personal a la Biblioteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para asegurar su conservación y utilidad. Oportunamente dispuso lo necesario para el descanso de sus restos. Murió con la tranquilidad del hombre previsor, dueño de su experiencia.Quien quiera asomarse a la trama de esa vida intelectual, puede de consultar tres libros publicados recientemente por El Colegio de México: Fronteras conquistadas. Correspondencia Alfonso Reyes/Silvio Zavala, 1937–1958 (1998), Primeras jornadas, 1931–1937 (2009) y Exilio político y gratitud intelectual. Rafael Altamira en el Archivo personal de Silvio Zavala, 1937–1946 (2012) y adentrarse en los documentos de su archivo, abiertos a la consulta pública.

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