Artigo Revisado por pares

El mejor regalo es ser mujer y sobre todo mujer negra

2018; Indiana University Press; Volume: 17; Issue: 1 Linguagem: Espanhol

10.1215/15366936-6955197

ISSN

1547-8424

Autores

Altagracia Jean Joseph,

Tópico(s)

Economic and Social Development

Resumo

Desde que puedo recordar, he escuchado a mi madre siempre decir que las mujeres somos responsables de la casa, de los hijos y, sobre todo, del cuidado del marido. También desde que puedo recordar, fuera de mi casa, en la casa de mi madrina y la iglesia también escuché que las mujeres son las culpables o responsables de cualquier hecho lamentable, tanto así que en mi niñez traté lo más que pude de ser un niño en lugar de una niña. No jugué con muñecas, no jugué con juegos de cocina, era mejor que los niños contemporáneos míos en los juegos denominados de niño. Era mi manera de demostrarme diferente a las niñas ya que éstas supuestamente eran tan frágiles y tenían tan poca permisividad.¿Qué ganaba yo de ser una niña?Aprendí todo lo que sabían mis amigos de ser un hombre, hasta el hecho de golpearles más fuerte a ellos mismos. Aprendí cómo ser un mejor hombre, más fuerte, más cruel, más implacable. Pero no sabía que crecería y que, al filo del tiempo, me vería obligada a aceptar lo que soy, pues esa cierta libertad se me permitía porqué según mi madre, aún no había peligro. De repente crecí. Empecé a tener pechos y cosas de niñas y mi madre empezó a restringirme el acceso a los niños. Decía que el fuego y la gasolina no podían estar juntos. Volví a recaer en la realidad: sí, era niña. Las fajas no pudieron detener mis pechos, ni mi primera menstruación, la cual que me costó una pela por tratar de ocultarla. Desde ese momento comencé a vivir lo difícil que es ser mujer y la responsabilidad que conlleva. Ya no podría como antes, pues mis pechos me hacían frágil y mi madre decía que me podrían matar con un golpe muy fuerte en los senos. También hablaba mucho de que podría quedar embarazada, aunque tampoco me decía cómo era eso posible.En fin, en el afán de ocupar el tiempo antes ocupado por los juegos de niños empecé a leer los Harlequins, las Biancas, las Azucenas y todos los libros y novelas a los que tenía acceso, entre ellos la Biblia. Aprendí que la mujer era un ser necesitada del apoyo de un hombre para ser útil y para tener apellido. Además, algunas mujeres traían el fracaso, como es el caso de Adán que tuvo que aprender a trabajar y depender del sudor de su frente porque Eva había desobedecido a Dios y pecado. Al paso del tiempo, quería ser diferente a esa única mujer que me habían descrito en los poquitos libros que pude leer. Lo único que temía más que ser una de las mujeres de los libros que leí era ser como las mujeres que conocí en mi entorno, la sumisa, la dependiente, la migrante, la ama de casa cuyo único rol era atender a los hijos y el marido.En esa búsqueda de ser diferente a esa mujer bateyana y dependiente que me ofrecía mi entorno como ejemplo, seguí estudiando. Hice de los estudios un hábito y una necesidad del día a día, al límite que mientras que a mis congéneres en ocasiones se les castigaba con cualquier otra cosa, para mí el castigo era “¡no vas a la escuela si desobedeces!” En punto enfaticé, soñé distinto y luché por otras causas y otros intereses. Hablaba diferente a mi entorno pues hablaba como leía y después de muchas lluvias y varias primaveras terminé siendo madre adolescente. No obstante, seguí luchando, creyendo en la posibilidad de ser una mujer diferente. Y lo llegué a ser, hasta que el mismo tiempo se encargó de mostrarme que esa mujer que yo temía ser tenía varias versiones y yo era una de ellas. Entendí que por jugarreta del destino estaba confinada a conocerla, a estudiarla, a mejorarla tal vez, pero nunca a darle la espalda ni desistir de ella.Sí entendí. Madre, mujer, negra, bateyana y sin dinero—esa era yo definitivamente. Tenía que vivir con esa mujer y lograr ser la que soñara aún. En esa búsqueda descubrí que no solamente aquí en mi país y en mi continente la mujer era maltratada. También supe de lugares donde ser mujer es mucho peor que aquí. Lo que nadie había previsto, ni en mis libros en los que tanto creía, es lo que viven hoy todas las mujeres en todas las versiones y en todas las edades que me había tocado conocer. No sólo la vida que conocía se dividiría en varios acápites y subtítulos o categorías de dominicanas y dominicanas de ascendencia haitiana, sino que también el valor de las vidas había disminuido para todas, aunque algunas calificarían para ser noticias y otras no.Entonces en ese momento me surgen las preguntas: ¿Qué significa ser Mujer? ¿Qué significa ser mujer en la República Dominicana hoy? ¿Qué significa ser migrante haitiana o descendiente de éstas en el contexto actual dominicano?Ser mujer cómo lo aprendí yo, era ser razonable, ser persistente, estar dispuesta a dar todo a una sociedad que solo te da críticas por todo lo bueno o malo que hagas. Ser mujer es ser fuerte, aunque te tildan de frágil, la que hace todo y no es reconocida por nada. Ser mujer es ser una heroína silente y capaz de poder escalar peldaños, enfrentar situaciones que solo tus adentros conocen pero que debes seguir firme, nunca por ti como persona sino por los hijos, la familia, la sociedad, la iglesia y las buenas costumbres.Hoy en éste mi país ser mujer significa ser mártir, no una ni dos veces sino tantas veces como puedas resistir, o el morbo que sea necesario ante un tema X, al límite que eres culpable hasta de tu propio acoso, violación y hasta tu asesinato. En decir que vivimos en una situación de vulnerabilidad en la República Dominicana que aún de algo tan atroz como tu propio asesinato se encuentra motivo para escuchar al hombre asesino y culpar a la mujer asesinada de haber provocado esa situación. En verdad ser mujer de barrio sin apellido de abolengo es un pecado mortal en este país ya que para que sea notoria tu vida o muerte debe existir alguna razón morbosa o comercial que lo haga importante, como el caso de la adolescente Émely Peguero asesinada mientras su novio le practicaba un aborto casero por no ser del mismo nivel social que él y su familia. Su vida sonó mucho después de muerta porque era adolescente, de familia no tan pobre, y sus asesinos eran del tren gubernamental. Eso hizo popular su muerte. La manera en que fue encontrado su cuerpo, más el querer saber qué había pasado con el feto en su vientre era algo morboso que políticamente significaba algo. Sin embargo, no sucedió lo mismo con las otras tres niñas también adolescentes halladas muertas, asesinadas también mientras se buscaba el cadáver de Émely Peguero, tanto así que la prensa se limitó a decir que fueron hallado tres otros cadáveres de adolescentes, pero como no eran el cuerpo de Émely, marcaban aún más la diferencia abismal que existe entre algunas clases sociales.La mujer dominicana es el espejo que desnuda ese abismo tan oscuro de diferencias socio-económicas que también son un daño a la sociedad en general. En tal sentido repito o hago referencia en este ensayo al atraso y retroceso diario que se vive en la República Dominicana tal que en pleno siglo XXI, mientras que el resto del mundo habla de globalización, en este país estamos discutiendo derechos de primera generación como son el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo o el valor que tiene la vida de una mujer como sujeto de derecho, persona y ser humano. Al día de hoy, no sólo el cuerpo sin vida de una mujer es insignificante sino ella misma en su integridad ya que se margina a un nivel tal que una diputada, cómo es el caso de la Diputada por el Partido Revolucionario Moderno. Estando en plena audiencia, por ser mujer y defender sus derechos y los de las demás mujeres que representa ¡se le ofreció una correa como símbolo de que debe sujetarse a las reglas y decisiones masculinas!Se habla de una cuota de participación femenina a nivel de leyes. Sin embargo, en la realidad, si hacemos un sondeo responsable tanto de las organizaciones de la sociedad civil como del estado, no existe esa participación real de la mujer. En lugar de eso, se les facilitan cargos puramente representativos que al final no se permiten cumplir sin supervisión de un hombre, ni siquiera en las organizaciones de sociedad civil que deberían ser críticos del accionar del estado en la garantía de derechos. En lugar de eso tenemos la misma situación o tal vez peor dado que un gran número de los directores de organizaciones utilizan el cargo o poder que manejan para que las mujeres se sometan a sus caprichos o no avancen en posición o sueldo, aun teniendo la capacidad. Si hay oportunidades de becas, viajes o cualquier otro beneficio se le ponen trabas a las mujeres que se niegan a un sin número de condiciones machistas como por ejemplo ser amantes o tener relaciones clandestinas con el patrón. Y en el caso de posiciones como administración o encargada de departamentos importantes que manejan presupuestos amplios, estos son dirigidos por hombres o mujeres que se prestan a ciertas condiciones. Debo destacar que esto lo escribo con mucha propiedad y conocimiento de causas, pero no cito nombres específicos porque estas reflexiones son para ilustrar la realidad de la mujer dominicana en la actualidad, no para destapar un conflicto que tarde o temprano va a estallar pero que no es de mi interés que se destape por este artículo.En este mismo contexto entra la condición de la mujer madre soltera sin empleo digno, ni casa digna, ni vida digna para ella y sus hijos. Estadísticamente de un 15 a 25 por ciento de niñas y adolescentes caen embarazadas. Siguen siendo las niñas las culpables de dicho fenómeno y son ellas las excluidas de las escuelas y de cualquier tipo de actividad que le permitiría crecer y desarrollarse como personas en la sociedad. A las madres solteras que logramos hacer algo nos toca vivir con el estigma de que a manera de broma se nos pregunte “te picaba mucho” o “lo diste temprano.” Lo curioso es que en 15 años cumplidos que tiene mi hijo nadie, ni de organizaciones, ni del Estado, o de la iglesia se ha acercado a decir “¡Bien hecho! has salido adelante. “¿Cómo ha sido? ¿En qué te ayudo con tu hijo?” “¿En qué está el padre?” ni “¿Te ha ayudado con él niño? Debió ser duro ser madre en la adolescencia.” Curiosamente el padre de mi niño es dos años mayor que yo y desde que me embaracé hasta el día de hoy que escribo estas líneas, cada vez que me toca hablar del tema aparece alguien que no lo conoce pero que se atreva a explicarme lo difícil que debió haber sido para él, pobrecito, tan joven para asumir esa responsabilidad. Se entiende que de su parte proponer el aborto como solución fue un gran paso que debí aceptar ya que él, por conciencia de saber que no podía con el papel de padre, propuso un aborto. En síntesis, el hombre mata y la mujer es la culpable en la República Dominicana.Si anteriormente describimos ser mujer en sentido amplio en la República Dominicana vamos entrar a un acápite del ser mujer en la República Dominicana más trágico aún: el de ser mujer de ascendencia haitiana y/o migrante haitiana. Ese callejón oscuro, como le llamo yo, es la cortina con la que el gobierno y los pseudo-nacionalistas justifican sus fechorías e irresponsabilidad al grado tal que, si siente mucha presión ante una mujer asesinada, solo buscan la forma de decir que era haitiana y baja la presión. Si se quiere mandar al olvido total sin reclamo alguno ni reacción de muchos sectores aún de la sociedad civil o de la clase jurídica, se dice que era haitiana. Por ejemplo, en los casos previamente mencionados, en su gran mayoría las mujeres asesinadas durante la misma época del asesinato de Émely Peguero portaban una orden de alejamiento de un tribunal. No es así en el caso de las haitianas o sus descendientes nacidas y criadas en Santo Domingo. Como ellas no poseen un documento de identidad, en la mayoría de los destacamentos se les prohíbe poner una querella formal. Por cierto, el mismo estado le ha restringido el acceso desde hace unos 10 años a ese derecho de existir plenamente como sujeto de hecho y con derechos.Nunca olvidaré un caso de violación ocurrida a una niña de 3 años, el 14 de septiembre del 2013 en la provincia de Puerto Plata, Municipio Monte Llano en la que un señor de 40 años fue el abusador. Un vecino denunció el hecho y ese señor duró 24 horas en detención, pero fue puesto en libertad porque los padres de la niña eran de ascendencia haitiana. La madre no poseía un documento legal para poner la querella formal y ni siquiera el Ministerio Público fue capaz de hacer valer los derechos de esa niña a ser protegida como lo establece el código de niños, niñas y adolescentes. Porque su madre es mujer, pobre, dominicana y descendiente de migrantes haitianos al día de hoy todo sigue impune el violador pedófilo y el daño hecho a esa criatura por vida. Se han dado casos tan emblemáticos como en la provincia de Dajabón a principios del año 2014, en que una joven de piel oscura fue encontrada en unos matorrales, violada y asesinada. El médico legista que levantó el cadáver procedió a enterrarlo sin investigar de quién se trataba ya que ésta no llevaba documento y se presumió haitiana. De la misma forma que, cuando en las noticias hablan de la cantidad de mujeres asesinadas, nunca incluyen a las haitianas para que las cifras no se disparen con la excusa de que es responsabilidad del gobierno haitiano. En tal sentido varía chicas trans-género en el área de Bávaro y Punta Cana de ascendencia haitiana han sido asesinadas de forma muy sangrientas y no se ha hecho una investigación exhaustiva. El caso más reciente conocido por mí ha sido el caso de la compañera Rubby, que se ventiló por su vinculación a la organización Diversidad Dominicana y otros foros de la sociedad civil. De ser lo contrario, ni siquiera se mencionara las dos veces que se mencionó su muerte en los noticiarios. Es decir que, si la vida de la dominicana sin ascendencia haitiana no vale una guanábana, la vida de las dominicanas de ascendencia haitiana vale menos que la cáscara de una guanábana.En esa realidad social, esa incertidumbre, ese miedo y sobre todo esa crueldad estatal vive la mujer haitiana y sus descendientes en la República Dominicana. En sentido amplio ante la realidad nacional, el racismo, el género y el transnacionalismo hay que incluir el tema de las fronteras internas de esta sociedad enferma y agonizante que paga su rabia con las mujeres, los migrantes y los pobres. En esta sociedad agonizante que mata a aquellos que intentan rescatarse, sataniza a las mujeres que nos proclamamos con derechos, crucifica y condena a los hijos e hijas de migrantes que nos atrevemos a intentar hacer valer nuestros derechos de manera deliberada. Se forman grupos armados con malas intenciones, demostrándose en un parque de Santiago con un linchamiento estilo Ku-klux-klan en febrero del 2015 cuando el joven Henry Jean Claude conocido como Tulile. Dentro de todas las anécdotas y realidades que he vivido a las manos de este país, con esta sociedad, con estos bateyes les puedo decir que, en la República Dominicana en el contexto de hoy día, ser mujer, creer en otras culturas o respetarlas, aceptar alguna otra raíz étnica que no sea la española te hace ser una persona crucificable.La otra realidad es que, si no eres descendiente de migrantes o no eres mujer y decides defender esas causas de derechos humanos también te conviertes en un blanco pues en este país pensar en justicia, equidad, y respeto te convierte en una persona perseguida por una opinión pública manipulada por perversos que usan los medios para desinformación o para llamar traidores de la patria a quienes defienden las causas antes mencionadas. Haciendo uso de libertades públicas que se les prohíbe a las mujeres y migrantes como es el caso del famoso y recién formado grupo Tricolor que amenaza con derramar sangre con la excusa de proteger la patria políticamente. Ellos utilizan el discurso que gana votos, aquel del odio a la mujer y al migrante haitiano principalmente porque, aunque es muy amplia la variedad de migrantes y visitantes, el pánico se genera a través de culpar al migrante haitiano de todos los temores inventados a través de una historia mal contada y tergiversada.Otro colectivo para el cual es transversal el tema de género es el de los grupos LGBTI que también son excluido en razón de su orientación sexual. Son marginados, encasillados y etiquetados al punto que, hasta sus derechos básicos de salud, educación y sobre todo vivienda se ven afectados ya que muchas veces hasta los familiares les abandona cuando se enteran de su orientación sexual. El Estado que es irresponsable e incumplidor se escuda en el Concordato vaticano para dar la espalda a esta población con la excusa de que esas actitudes y comportamientos afectan la decencía y moral pública.En las cifras oficiales de nuestro Estado, de acuerdo a un artículo publicado en el periódico Diario Libre, hasta la fecha llevamos una cifra de 1,789 mujeres asesinadas por sus parejas, ex-parejas o pretendientes que en la mayoría de los casos se quitan la vida luego de asesinar a sus víctimas generando en mí una duda mayor que aún no logro responder y descifrar: más de un 80% de estos victimarios suicidas son miembros del ejército, la policía o la marina, los cuales son los tres cuerpos armados del país. Entonces mi incógnita es ¿qué hacen esas academias con esos hombres que salen tan posesivos y sin amor propio siquiera? No he visto un conteo de los niños convertidos en huérfanos que dejan atrás esas tragedias, ni sé de trabajo que se está haciendo para curar o mitigar dicho trauma ya que en la mayoría de los casos los niños presencian lo sucedido y ambas familias rechazan a esos niños. Me llena la duda y la impotencia cada vez que pienso en ellos. Si la vida es difícil, la educación mediocre y carente para los niños y niñas de escasos recursos y éstos a su suerte abandonados en el soporte de nuestros indolentes gobernantes que nada o poco les interesa el futuro de esta nación.A modo de conclusión quiero agregar que, aunque han fallado los mecanismos de prevención en cuanto a las políticas estatales se refiere para casos de violencia, nuestro Ministerio Público lanzó una aplicación para denuncias en línea en un país donde por los últimos 40 o 30 años la promesa de campaña ha sido resolver el problema energético y que el acceso a uso continuo de internet sigue siendo un gran lujo aun en las más altas casas de estudio del país. Me parece sensato también agregar aquí que vivir en la República Dominicana hoy día siendo mujer, negra, activista o disidente, ser migrante o tener afinidades a migrantes haitianos es razón de vivir con miedo, miedo a la policía que atropella y te crea un expediente falso, miedo a los grupos ultra nacionalistas que amenazan con violencia, miedo a que al rechazar a alguien que te acosa en la calle puede ser firmar tu sentencia de muerte, y que no hay donde ir a querellarse porque dependiendo del tema o tus agresores, muchas veces vas a la procuraduría y ya están listo para desaparecer tu expediente y a ti si te recoges aquí. Concluyo diciendo sí, es verdad, vivo con miedo pero no puedo dejar que me paralice, debo decidir a ver si mis sobrinas, mis hermanas, mis hijas y mis nietas mañana puedan conocer la libertad real, aquella por la cual lucharon mis ancestras y yo no puedo gozar a plenitud. Seguiré luchando hasta que me sea posible. La muerte física no puede ser peor que la incertidumbre de vivir con miedo. Después de muchos dolores entendí que el mejor regalo es ser mujer y sobre todo mujer negra con tanta resistencia e historia en tan corta vida.

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