Portal de Periódicos da CAPES

Cartas contra la deriva

2019; University of Pittsburgh Press; Volume: 47; Issue: 1 Linguagem: Espanhol

10.1353/cub.2019.0015

1548-2464

Christoph Singler,

Cuban History and Society

Cartas contra la deriva Christoph Singler (bio) Universidad del Franco-Condado, Besançon A la memoria de Manuel Gómez, esposo de Antonia Eiriz Los estudios de períodos particulares de la pintura cubana del siglo XX están emergiendo, pensemos en el volumen que Abigail McEwen publicó sobre la década de 1950.1 Si bien el criterio identitario, martiano, aplicado por Mc Ewen no me convence del todo, más allá de la clasificación por generaciones, comodín de muchas historias, de arte o de literatura, en todo el continente, Mc Ewen tiene el mérito de reconstruir el entramado de los años 50, de modo que por fin podemos pensar que nos vamos acercando a los actores de esta historia. Abrir los archivos personales permitirá dar un paso más en la captación de las estrategias políticas, profesionales y artísticas de las personas e instituciones implicadas. El cambio de escala no solamente arroja luz sobre la vida cotidiana; es un correctivo para los framings tan amplios que dejan apenas ver a "los enanos debajo de la capa gigante," para decirlo con Shakespeare. "Enanos" no en términos artísticos, se entiende: basta con ajustar el marco al contexto local para que vuelvan a su tamaño humano. Las cinco cartas aquí presentadas confirman las investigaciones recientes a propósito de las prácticas de censura y de represión homofóbica instauradas desde los primeros años de la Revolución cubana, pero dejan entrever varias tramas paralelas más: la disolución de amistades artísticas, el deseo de mantener los lazos más allá de barreras políticas, y se aprende a ubicar la dimensión política del arte donde la política trata de desalojarla, es decir en la defensa de una ética artística personal, desgraciadamente enajenable. No sabemos cuáles son los canales que utilizaban los corresponsales. Las más de las veces son amigos comunes que llevan o traen los mensajes, pero también pasaron por el correo nacional, lo cual explica que no siempre escriban abiertamente. Vaya por delante alguna información sobre Guido Llinás, destinatario de estas cartas. Se exilió en mayo de 1963 rumbo a París, donde murió en 2005. Desde ese mismo momento inició una correspondencia prolija no solamente con la familia sino con sus numerosos amigos artistas, arquitectos, escritores, universitarios, etc. Entre estos, destaca su correspondencia con Antonia Eiriz, amiga íntima desde los primeros años de la década del 50, correspondencia intensa y enjundiosa hasta 1995, año de la muerte de Eiriz en Miami. Con Calvert Casey [End Page 301] el intercambio epistolar, interrumpido por el suicidio de éste en mayo de 1969, fue más bien angustiante a partir de su exilio en 1966. Y finalmente las cartas de Raúl Martínez, llenas de verdades a medias tintas, de silencios y a veces de juegos de palabras para despistar a los censores. Las dos cartas reproducidas son buena muestra de su estilo. Con el tiempo se van espaciando. A principios de los años 70 ya el contacto se vuelve esporádico, y sólo muy de tarde en tarde llegará una tarjeta postal de Martínez, con ocasión de algún viaje fuera del territorio nacional. Por cierto, para no comprometer a su familia, según el propio Llinás, se fue sin declaraciones estruendosas, con el apoyo de Marta Arjona, entonces directora del Consejo Nacional de Cultura. En los primeros años en París sigue yendo a diversas fiestas de fin de año organizadas por la Embajada, y hasta aparece su nombre en la nómina de una muestra de la pintura cubana que gira por los países socialistas en 1972. De modo que oficialmente no se le podía considerar como opositor, si bien no volviera a visitar Cuba antes de 1979, al cabo de dieciséis años de exilio. Si escribirle no supone pues mantener contacto con el enemigo, el grado de confianza entre Llinás y sus corresponsales varía. Cabe señalar que Llinás tenía fama de ser interlocutor inc...