"Estoy harto del caos en Rusia": Lebed

1997; Issue: 1318 Linguagem: Espanhol

ISSN

0211-285X

Autores

Denis Jeambar, Sylvaine Pasquier,

Tópico(s)

Political Theory and Democracy

Resumo

Su ascension en las encuestas corre paralela al deterioro de salud de Boris Yeltsin y al derrumbamiento de economia rusa: es vertiginosa. Y es que, por mucho que el senor del Kremlin consiga, como le ocurrio cuando recibio a Jacques Chirac, mantener una buena imagen ante las camaras, Moscu esta especulando ya sobre las oportunidades del general Lebed para ganar guerra de sucesion. Solo hay una cosa cierta: si se celebraran unas elecciones ahora mismo, el antiguo oficial paracaidista se las llevaria de calle, mientras que en junio de 1996 apenas obtuvo un 15 por ciento de los votos. Paradojicamente, su destitucion del puesto de secretario del Consejo de Seguridad, ocurrida en octubre de 1996 y ordenada por el propio presidente Yeltsin, al que empezaba a hacer sombra, ha reforzado su aura de providencial a los ojos de un pueblo desorientado. Tras haber caido en desgracia, el artesano de los acuerdos de paz de Chechenia, que ha demostrado igual eficacia en mesa de negociaciones y en el campo de batalla, se va imponiendo poco a poco en el paisaje politico. Ademas, acaba de crear su propio partido, el Partido Popular Republicano de Rusia (PPRR) para el que ha reclutado a numerosos hombres de negocios y banqueros influyentes. De un solo golpe este atipico aspirante a presidencia se ha convertido en el hombre a derrotar por una nomenclatura a que no pertenece, y en bestia negra de los demas candidatos a sucesion, como el primer ministro, Viktor Chernomyrdin, el alcalde de Moscu, Luri Lujikov, o el comunista Guenadi Ziuganov. La posibilidad de una victoria de Lebed, al que los medios oficiales se empenan en desacreditar y en ridiculizar, llamandole Terminator, o Napoleonsky, es una pesadilla constante para los nuevos miembros del aparato, cuyas torpezas no duda en denunciar publicamente. Valiendose de su reputacion de hombre integro, Lebed promete restaurar la verdad, ley y orden en una Rusia anarquica, donde mafia dicta las leyes. Lejos de augurar un futuro prometedor, Alexandre Ivanovich Lebed, que entre sus referencias historicas o literarias se complace en evocar con voz cavernosa grandeza de Ivan el Terrible, no disimula necesidad de una fase de transicion autoritaria para que su pais acceda, por fin, a democracia.

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