Las pesadillas de un cuerpo poético y el abismo
2020; University of Northern Colorado; Volume: 36; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1353/cnf.2020.0043
ISSN2328-6962
Autores Tópico(s)Cultural and Social Studies in Latin America
ResumoLas pesadillas de un cuerpo poético y el abismo Alicia S. Montes Kozameh, Alicia. Sal de sangres en declive. Alción, 2019, 200 pp. ISBN 978-987-646-802-2. El fuego que nos mantiene vivos y el que nos calcina. Uno, el mismo. —Alicia Kozameh A pesar del carácter fragmentario e incompleto de cada poema, que no se afana por concluir una idea, establecer una posición o explorar todas las aristas de un sentimiento en una forma lírica redonda y perfecta, la escritura de Alicia Kozameh hace un intento desesperado por abarcarlo todo. Exhibe, así, su voluntad de decir o, más bien, de apresar eso que se cuela por los intersticios que dejan las palabras. Si solo lo inasible y efímero es presencia plena o revelación de lo que no se sabe y, para darle consistencia material, es necesario simbolizarlo, la palabra se somete al desafío de superar las fronteras de su imposibilidad, porque lo que se escurre por los agujeros del lenguaje es precisamente lo que se desea infructuosamente nombrar. Como en un entramado donde la exterioridad y la interioridad circulan fuera de control y sin fronteras distintivas, lo que se escribe para capturar la experiencia fugitiva del tiempo se vuelve inmediatamente lo contrario de lo que se creía estar percibiendo o viviendo. En el roce inevitable de una palabra con otra, lo deseado y lo actuado se convierten en peligro o en violencia irrefrenable que se vuelve contra quien ha tomado la decisión de no quedar congelado por el miedo o la pasividad resignada. Las maravillas del país de Alicia, vistas a través del espejo, resultan una suma dolorosa de lo que espanta, de lo que no se querría mirar, pero está ahí del otro lado del límite como al acecho como en un sueño agónico que se confunde con la realidad. Sin embargo, tampoco hay sosiego cuando se elige simplemente transitar el espaciotiempo de la vida, cuando no es el galope desenfrenado, aquello que abre al desgarro y al dolor que el poema intenta nombrar. En la escritura, lo que irrumpe, entonces, es la presencia del muro que pone un límite infranqueable al camino. Pero, la poesía que no acepta fronteras se obliga a llevar a cabo la misión de atravesarlo, sabiendo que eso es imposible en el mundo cúbico y neblinoso que la habita. Se trata de llegar siempre a los confines, estirar los límites de una realidad que se derrumba inevitablemente. La palabra poética de Alicia Kozameh se configura en la tensión de la mirada de espanto y el deseo de [End Page 170] llegar más allá de lo habitable. La voz anhelante del yo lírico se ubica en el borde de la nada y pregunta: ¿Qué hay del otro lado? ¿Es probable encontrar algo más allá de esa línea recta, en el repetido abismo que parece ser el final de todo? Entre el sueño y la vigilia, desafiando toda lógica tranquilizadora, más onírico y metafórico que absurdo, el universo poético de Sal de sangres en declive va y viene con detalle de orfebrería a través de las imágenes para tejer y destejer los límites, la clausura e intentar una ruptura de las fronteras. Por eso, se enuncia en el intersticio de lo que se teme y de lo que fatalmente es: el tiempo que lo destruye todo. La realidad que figuran los textos se transforma de manera implacable. Nada permanece en lo que creía ser, en lo que parecía. Una voz-Casandra emerge en los poemas. Pronuncia un oráculo indeseado, es una pitonisa que afirma entre oscuridades pesadillescas el reino de lo inseguro, de lo que puede devenir otra cosa, de lo que se agita y cruje debajo de las apariencias de estabilidad. Se mueve el piso debajo de los pies y todo está en peligro de derrumbe por eso el verso se fractura presionado por la ley de una prosa que vive de fabricar límites infranqueables y de transgredirlos. Los poemas...
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