Acute kidney injury and chronic kidney disease after liver transplant: A retrospective observational study
2021; Elsevier BV; Volume: 42; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1016/j.nefro.2021.01.009
ISSN2014-3273
AutoresFabrizio Fabrizi, Maria Francesca Donato, Roberta Cerutti, Federica Invernizzi, Giulia Porata, Giulia Frontini, Francesca Raffiotta, Tullia De Feo, Carlo Alfieri, Pietro Lampertico, G. Rossi, Piergiorgio Messa,
Tópico(s)Renal Transplantation Outcomes and Treatments
ResumoChronic kidney disease remains an important risk factor for morbidity and mortality among LT recipients, but its exact incidence and risk factors are still unclear. We carried out a retrospective cohort study of consecutive adults who underwent liver transplant (January 2009–December 2018) and were followed (at least 6 months) at our institution. CKD was defined following the Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO) 2012 Clinical Practice Guidelines. Long-term kidney function was classified into 4 groups: no CKD (eGFR, ≥60 mL/min/1.73 m2), mild CKD (eGFR, 30–59 mL/min/1.73 m2), severe CKD (eGFR, 15–29 mL/min/1.73 m2), and end-stage renal disease (ESRD). We enrolled 410 patients followed for 53.2 ± 32.6 months. 39 had CKD at baseline, and 95 developed de novo CKD over the observation period. There were 184 (44.9%) anti-HCV positive, 47 (11.5%) HBsAg positive, and 33 (8.1%) HBV/HDV positive recipients. Recipient risk factors for baseline CKD were advanced age (P = 0.044), raised levels of serum uric acid (P < 0.0001), and insulin dependent DM (P = 0.0034). Early post-transplant AKI was common (n = 95); logistic regression analysis found that baseline serum creatinine was an independent predictor of early post-LT AKI (P = 0.0154). According to our Cox proportional hazards model, recipient risk factors for de novo CKD included aging (P < 0.0001), early post-transplant AKI (P = 0.007), and baseline serum creatinine (P = 0.0002). At the end of follow-up, there were 116 LT recipients with CKD – 109 (93.9%) and 7 (6.1%) had stage 3 and advanced CKD, respectively. Only two of them are undergoing long-term dialysis. The incidence of CKD was high in our cohort of LT recipients, but only a slight decline in kidney function over time was recorded. Prevention of post-transplant AKI will improve kidney function in the long run. We need more studies to analyze the function of kidneys among LT recipients over extended follow-ups and their impact on mortality. La enfermedad renal crónica (ERC) sigue siendo un importante factor de riesgo de morbimortalidad entre los receptores de un trasplante hepático (TH), su incidencia exacta y sus factores de riesgo aún no están claros. Llevamos a cabo un estudio de cohortes retrospectivo de adultos incluidos de forma consecutiva que habían recibido un TH (de enero de 2009 a diciembre de 2018) e hicimos el seguimiento (mínimo 6 meses) en nuestra institución. La ERC se definió siguiendo las guías de práctica clínica Kidney Disease: Improving Global Outcomes (KDIGO) de 2012. La función renal a largo plazo se clasificó en 4 grupos: sin ERC (filtración glomerular estimada [FGe] > 60 ml/min/1,73 m2), ERC leve (FGe: 30-59 ml/min/1,73 m2), ERC grave (FGe: 15-29 ml/min/1,73 m2) y enfermedad renal terminal (ERT). Incluimos a 410 pacientes a los que se hizo un seguimiento durante 53,2 ± 32,6 meses: 39 tenían ERC al inicio y 95 desarrollaron ERC de novo durante el periodo de observación. Había 184 (44,9%) receptores con anticuerpos contra el VHC, 47 (11,5%) con positividad para el HBsAg y 33 (8,1%) portadores del virus de la hepatitis B (VHB) o el virus de la hepatitis D (VHD). Los factores de riesgo de los receptores para presentar ERC al inicio fueron la edad avanzada (p = 0,044), unos niveles elevados de ácido úrico en suero (p < 0,0001) y la presencia de diabetes mellitus (DM) insulinodependiente (p = 0,0034). La aparición temprana de lesión renal aguda (LRA) postrasplante fue frecuente (n = 95); un análisis de regresión logística reveló que la creatinina sérica al inicio era un factor predictivo independiente de LRA temprana después del TH (p = 0,0154). Según nuestro modelo de riesgos proporcionales de Cox, los factores de riesgo de los receptores para presentar ERC de novo incluyeron la edad avanzada (p < 0,0001), una LRA temprana postrasplante (p = 0,007) y la creatinina sérica al inicio (p = 0,0002). Al final del seguimiento, había 116 receptores de TH con ERC, 109 (93,9%) y 7 (6,1%) tenían ERC en estadio 3 y avanzada, respectivamente. Solo 2 de ellos estaban recibiendo diálisis a largo plazo. La incidencia de ERC fue alta en nuestra cohorte de receptores de TH, pero solo se registró una ligera disminución de la función renal a lo largo del tiempo. La prevención de la LRA postrasplante mejorará la función renal a largo plazo. Necesitamos más estudios para analizar la función de los riñones entre los receptores de TH durante seguimientos prolongados, así como su efecto sobre la mortalidad.
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