La piedra de Inma la Magnánima
2021; University of Northern Colorado; Volume: 37; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1353/cnf.2021.0041
ISSN2328-6962
Autores Tópico(s)Cultural and Mythological Studies
ResumoLa piedra de Inma la Magnánima Inmaculada Rodríguez Cunill ¿No será amarnos en ella a nosotros mismos, a todo lo que fuimos y recordamos? Puede que esto sea verdad, pero es una verdad que no va sola, ya que de esa ciudad amamos también lo que no llegamos a vivir, lo que nos antecedió. Y tenemos también–nada infrecuente-el caso del enamorado tardío, el que llegó, vio y quedó enganchado por los encantos a la ciudad que no fue la suya pero que va a serlo". —Fernando Quiñones -¿Cuándo vas a dejar el móvil?-dijo Sole tras apurar el último trago de su cerveza. -Ya te lo he dicho, Sole: Cada vez que vengo a Cádiz, tengo que pasear por la Laja de la playa de La Caleta. Algo me empuja a acercarme a esa zona llena de piedras que solo asoman a la luz cuando hay marea baja. Por eso tengo que mirar en Google las tablas de mareas en Cádiz, no vaya a ser que vaya allí y me encuentre sin poder dar un paso. Y cuando consigo andar sobre las rocas, algo me transforma. Tengo la sensación de que mis pisadas se ajustan a la de un comerciante fenicio cargado de quemaperfumes y vajilla griega. Otras veces me siento más voluptuosa, y me atraviesa el espíritu de una de las sacerdotisas del Templo de Astarté-me levanté de la mesa con un obsceno movimiento de caderas como si la diosa Astarté anduviera por ahí-. Toda lujuriosa, pero religiosa. Líame un cigarrito, anda. -A este paso nunca vamos a llegar a la playa. ¡Flacaaaaa!-gritó Sole-¡Ven pacáaaaaa! Y la perra cogió la carrera bordeando la terraza del bar hasta llegar a nuestra mesa, mientras hacíamos el intento de ponernos en marcha. Nos colocamos las mascarillas. Sole hizo el intento de pagar. -No, no, pago yo. Con esta moneda fenicia de 2 euros. -Jaaaa. No pasamos por el hotel. Nos fuimos directamente a la Caleta. Ese día echamos toda la tarde en La Laja, así que dio tiempo a que la marea bajara. Fue entonces cuando empezamos a perseguir gaviotas y chorlitejos que nos rondaban por las rocas, picoteando y atiborrándose de líquenes, cangrejos, ortiguillas y diminutos camarones en las pozas que [End Page 195] aún quedaban llenas de agua. Una gaviota se empeñaba obsesivamente en picotear una esquina de roca con un ángulo recto, y allí me acerqué a espantar al bicho. Así descubrí la piedra–mi piedra. Estaba medio enterrada en la arena, de modo que sólo veía un lado con lo que parecían dos de sus esquinas. Sus límites eran rectilíneos, así que debía haber sido hecha por mano humana. Parecía cuadrada, al menos por el lado que veía, y medía unos 50 cm. de lado. Me puse a escarbar alrededor y por encima. Ya se había hecho de noche. La luna rielaba en las pozas que se formaban en las rocas. Click for larger view View full resolution Escarbé con el dedo y… efectivamente… unas llagas formaban los ejes de simetría que dividían la pieza en cuatro cuadrados. En cada cuadrado había una forma que parecía jeroglífica. Muy erosionada y llena de arena, líquenes y fango, eso sí. Sole se acercó y me ayudó a escarbar. Yo hice algunas fotos. Nos fuimos. Miré esa noche en Google qué había que hacer si se encontraban restos arqueológicos. Había que llamar al 091 (Policía) o al 062 (Guardia Civil) en 24 horas desde que se producía el descubrimiento. Así que telefoneé a la policía, pero me dijeron que llamara al día siguiente. Seguí leyendo de Google: "No deberíamos modificar el entorno donde está". Eso no me preocupaba, porque precisamente, la marea hacía que continuamente cambiara la arena que rodeaba a la losa. Al día siguiente volví a ponerme en contacto con la policía. -Mire, señora, tenemos a casi todos los efectivos de este distrito haciendo guardia...
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