Pepita Jiménez : del idilio a la Restauración
1995; Liverpool University Press; Volume: 72; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1080/1475382952000372175
ISSN1469-3550
Autores Tópico(s)Spanish History and Politics
ResumoAbstract En el prólogo a la traducción de Pepita Jiménez al inglés para la edición de Appleton en 1886, Juan Valera declaró haber escrito la obra ‘cuando todo en España estaba movido y fuera de asiento por una revolución radical, que arrancaba de cuajo el trono secular y la unidad religiosa’.Footnote1 1873, año en que Valera comienza a redactar su obra, presentaba efectivamente el aspecto de aceleración característico de las transformaciones históricas. Era el año en que, después del fracasado golpe de Estado del 23 de abril— golpe que implicaba al General Francisco Serrano, a cuyo séquito de dependientes políticos Valera pertenecía—, pasó el poder al partido federalista, que pronto se vio rebasado por el movimiento cantonalista en la periferia. El desarrollo político de estos acontecimientos ha sido descrito (con harta hostilidad) por la historiografía,Footnote2 y no es necesario entrar aquí en detalles. Basta con indicar la intensidad de la confrontación entre los viejos poderes y la impaciencia del campesinado, súbitamente en posesión de un tiempo secularizado, de un tiempo distinto al que encierran los círculos concéntricos en la eternidad del dominio representado y ejercido por ‘el trono secular y la unidad [política y] religiosa’. BSS Subject Index: HISTORY [AS LITERARY, CULTURAL & IDEOLOGICAL THEME]PEPITA JIMÉNEZ [J. VALERA Y ALCALÁ]VALERA Y ALCALÁ GALIANO, JUAN (1824–1905) Notes 1. NOTAS ‘Prólogo’ para la edición en inglés de Appleton (1886), en Juan Valera, Pepita Jiménez (Madrid: Ediciones de ‘La Lectura’, 1927), 250. 2. Véase, por ejemplo, Raymond Carr, Spain 1808-1939 (Oxford: Oxford U. P., 1966), 327-37. Para una valoración distinta, Antoni Jutglar, ‘Fenomenología social de la Revolución’, Revista de Occidente, 2 a época (1968), No. 67, 138-41 y La España que no pudo ser (Barcelona: Anthropos, ed. rev., 1983), 177-84. 3. Carr, op. cit., 333. 4. Valera, ‘Prólogo’, 250. 5. Frente al lugar común de la supuesta lucidez de un Valera escéptico y sereno en medio de la ofuscación general de su época (cf. Edith Fishtine, Don Juan Valera the Critic [Menasha, Wisconsin: George Banta, 1933], 110-11; y Alberto Jiménez, Juan Valera y la generación de 1868 [Oxford: The Dolphin Book Co., 1956], 177). Hans Ulrich Gumbrecht advierte: ‘Jedenfalls läßt sich nach einer Lektüre seiner literaturkritischen Schriften die Vermutung ausschließen, daß solche Stil-Komplexität Anzeichen für von diesem Autor erfahrene Schwierigkeiten bei der Praxis der Wirklichkeitserfassung gewesen wären’ (Hans Ulrich Gumbrecht, ‘Eine’ Geschichte der spanischen Literatur [Frankfurt: Suhrkamp, 1990], 729). 6. Enfatizando la opinión de Robert E. Lott (Language and Psychology in ‘Pepita Jiménez’ [Urbana: Univ. of Illinois Press, 1970]), quien, más cauto, habla de ‘quasi-parody’, Klaus Pörti considera paródico el empleo de la terminología de la tradición literaria del Siglo de Oro en el discurso de don Luis, viendo en esta técnica la diferencia fundamental entre Valera y sus contemporáneos (‘Juan Valera. Pepita Jiménez’, en Der spanische Roman vom Mittelalter bis zur Gegenwart, ed. Volker Roloff y Harald Wentzlaff-Eggebert [Düsseldorf: Schwann Bagel, 1986], 220). 7. Marsha R. Abrahamson, ‘Krausism, Pepita Jiménez, and the Divinization of Life’, Letras Peninsulares, IV (1991), 230. 8. Reaccionando a la conferencia de Pereda ante la Academia Española, Valera escribe: ‘Yo he creído siempre que la novela es representación y pintura de actos y pasiones de la vida humana, los cuales actos y pasiones pasan por fuerza en alguna regiones cuando los personajes no viajan o en varias regiones cuando los personajes son trashumantes …’ (carta a El Correo de España de Buenos Aires, 22 marzo 1897), Obras completas (Madrid: Aguilar, 1958), III, 496. 9. Juan Valera, Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días, (Madrid: Durán, 1864), I, x. 10. Cyrus C. DeCoster, ‘Valera and Andalusia’, Hispanic Review, XXIX (1961), 203. 11. Empleo el término ‘castellano’, evidentemente, no en el sentido de origen regional, sino en el sentido nacional de identificación cultural e ideológica. En el mismo sentido en que un escritor andaluz como Valera es incorporado a la colección canónica de ‘Clásicos Castellanos’. 12. Juan Valera, ‘El regionalismo literario en Andalucía’, Obras completas (Madrid: Aguilar, 1961), II, 1044. 13. No es este el lugar para disputar esta adscripción, producto de una confusión entre la constitución mental de Valera y sus modelos. Pero cabe esbozar un reparo: ¿Qué tiene que ver con el criticismo ilustrado la pose escéptica de Valera? Lo mismo en lo referente a su erudición. En este sentido la pregunta clave es la de su finalidad. ¿Para qué estudiaba y atesoraba referencias clásicas en su memoria Valera? A la ausencia de finalidad objetiva se debe, sin duda, la desorientación característica de sus ensayos, el escamoteo de los problemas y la inconstancia en sus proyectos. 14. Así Juanita la larga, según De Coster, art. cit., 207. 15. El primero en constatar la afinidad estética de Valera con el romanticismo fue Jean Krynen, quien observó el contraste entre la exterioridad de la expresión y la subjetividad orientada al absoluto: ‘L'inspiration qui fut la sienne peut sembler classique par son origine néo-platonicienne. Mais en fait, sous des dehors académiques et à travers une expression timorée, son esthétisme est authentiquement romantique, et l'audace spirituelle qui le traverse est si grande qu'il rejoint, nous l'avons vu, l'expérience poétique absolue de Rimbaud et des romantiques allemands’ (L’esthetisme de Juan Valera [Salamanca: Univ. de Salamanca, 1946], 87). Posteriormente la presencia de un romanticismo soterrado, incluso inconsciente, bajo el disfraz clásico, ha sido señalada por Manuel Bermejo Marcos (Don Juan Valera, crítico literario [Madrid: Gredos, 1968], 165). 16. Carmen Bravo-Villasante señala un paralelismo en la llorosa sentimentalidad de los protagonistas de ambos autores (Biografía de Don Juan Valera [Barcelona: Aedos, 1959], 197). 17. Juan Valera, ‘De la naturaleza y carácter de la novela’, Obras completas (Madrid: Aguilar, 1961), II, 191-92. 18. Manuel Azaña, La novela de Pepita Jiménez (Madrid: Ciudad Lineal, 1927), 75; Juan Oleza, ‘Valera o la ambigüedad’, en La novela del XIX. Del parto a la crisis de una ideología (Barcelona: Laia, 1984), 60. 19. Helga Stipa Madland, ‘Time in Pepita Jiménez’, Romance Notes, XXI (1980), No. 2, 173. 20. Juan Valera, Pepita Jiménez, Obras Completas (Madrid: Aguilar, 1958), I, 118. En adelante las referencias a esta obra se indicarán parentéticamente en el texto. 21. Klaus Pörtl observa: ‘Das vertrauliche Verhältnis der Domestiken zur Herrschaft und ihresgleichen, wie es in Pepita Jiménez Antoñona am ausgeprägtesten zur Schau trägt, vermittelt die scheinbare Zufriedenheit einer heilen Welt mit den bestehenden Verhältnissen in Andalusien’ (Pörtl, art. cit., 224). 22. Abundan los ejemplos. Uno de los más memorables es la escena de la compra de dulces en el capítulo XIV de Juanita la Larga. 23. Iris M. Zavala, Ideología y política en la novela española del siglo XLX (Salamanca: Anaya, 1971), 169. 24. Bermejo, op. cit., 67. 25. Carlos Feal, ‘Pepita Jiménez o del misticismo al idilio’, Bulletin Hispanique, LXXXVI (1984), 480. 26. Juan Valera, Juanita la Larga, Obras Completas (Madrid: Aguilar, 1958), I, 631. 27. El olfato refuerza el sentido primitivo, fisiológico, de la identidad idílica. 28. José F. Montesinos, Valera o la ficción libre. Ensayo de interpretación de una anomalía literaria (Madrid: Gredos, 1957), 106. 29. Ibid., 107-08. 30. Cyrus C. DeCoster, ed., Correspondencia de Don Juan Valera (1859-1905) (Valencia: Castalia, 1956), 55. 31. Manuel Azaña, ‘Prólogo’ a Juan Valera, Pepita Jiménez, ed. cit., lvii. 32. Cit. por Montesinos, op. cit., 106-07. 33. Valera, ‘El regionalismo literario’, 1043. 34. Montesinos, op. cit., 124. 35. Azaña, ‘Prólogo’, liv. 36. Feal, art. cit., 479-80. 37. Leopoldo Alas, ‘El libre examen en nuestra literatura presente’, Solos de Clarín (Madrid: Alianza, 1971), 74. 38. Siguiendo la fórmula de René Girard sobre el mimetismo del deseo, Ion Cretu observa la importancia del deseo de don Pedro hacia Pepita en la formación del deseo reflejo de don Luis (‘Pepita Jiménez—Novela de la mediación’, Cahiers Roumains d’Études Littéraires, II [1987], 138). 39. Azaña, La novela, 31. 40. Esta coincidencia de carácter ideológico puede explicar la incapacidad de Valera para distinguir el lenguaje de sus personajes del suyo propio, limitación que le reprochan críticos contemporáneos del autor como Manuel de la Revilla y Leopoldo Alas (Adolfo Sotelo Vázquez, ‘Juan Valera y el arte de la novela, según Manuel de la Revilla’, en Realismo y naturalismo en España en la segunda mitad del siglo XLX, ed. Yvan Lissorgues [Barcelona: Anthropos, 1988], 526). 41. El error de Azaña viene de constatar la reconstitución de la continuidad del lenguaje convencional sin tomar conciencia del carácter dialéctico del proceso: ‘Aquella claridad, esta soltura, son congruentes con la base moral dada a los personajes de Valera, católicos o educados en el catolicismo. La noción católica de la responsabilidad postula el libre arbitrio’ (Azaña, La novela, 32). El inconsciente, sin embargo, no habla el lenguaje de la moral, y aceptar como clara la claridad de Valera supone quedarse a oscuras frente a su juego de insinuaciones y desvelamientos abortados. 42. Though Valera's adoption of the words of Saint Teresa and Saint John of the Cross subverts mystical discourse and raises questions about the source of Vargas's religious passion, his text ultimately affirms ecclesiastical authority’ (Beth Wietelmann Bauer, ‘Novels in Dialogue: Pepita Jiménez and La Regenta’, Revista de Estudios Hispánicos, XXV [1991], No. 2, 111). 43. Wietelmann Bauer ha percibido la vigilancia del texto sobre sus voces para refrenar la proliferación de lenguajes y las excrecencias genéricas (109). 44. Lott, op. cit., 188. 45. Así lo vio Joan Cammarata, en una lectura psicoanalítica de Pepita Jiménez (‘Luis de Vargas: An Oedipal Figure in Pepita Jiménez’, The Analysis of Hispanic Texts: Current Trends in Methodology, ed. Lisa E. Davis and Isabel C. Tarán [New York: Bilingual Press, 1976], 206-25), que, junto al mérito de poner de relieve las contradicciones entre el afecto explícito y el rencor inconsciente (o preconsciente) de don Luis hacia su padre, tiene el inconveniente de no discernir los procesos inconscientes de la realidad social. Mientras que, al comentar el valor sustitutivo del Conde de Genazahar, Cammarata retiene el sentido simbólico (inconsciente) de la confrontación con el padre (218), poco después afirma la derrota del patriarcado en este conflicto, haciendo de Luis un representante del orden matriarcal. Luis se habría salvado reingresando a la vida primordial en el seno (femenino) de la naturaleza (221). Esta conclusión, que es también la ofrecida por Valera, deja las cosas en el nivel de la ideología. Pues es la estructura patriarcal del caciquismo la que así se reafirma como formación atemporal, conforme con las leyes naturales de un sistema de producción que unce la fecundidad humana al cultivo basado en la peonía y la dependencia personal. 46. De ahí lo erróneo de ver en esta novela una formulación del liberalismo burgués (cf. Andreina Bianchini, ‘Pepita Jiménez, Ideology and Realism’, Hispanófila [1990], No. 98, 41). 47. Ibid., 40. 48. Oleza, art. cit., 61. 49. Rodney T. Rodríguez, ‘Icarus Reborn: Mythical Patterns in Pepita Jiménez’, Revista de Estudios Hispánicos, XIX (1985), No. 3, 79. 50. La sinceridad o insinceridad de la vocación de don Luis es indiferente a efectos del encauzamiento del conflicto. De hecho, la determinación inconsciente de su vocación por afectos menos puros que los del ideal religioso refuerza la necesidad psicológica del enfrentamiento con el padre. 51. Compárese el tratamiento del tema por Valle-Inclán en Cara de Plata. 52. Valera, ‘Prólogo’, 249-50. 53. Que Valera debe, sin duda, a la escuela krausista, a la que, al margen de objeciones de tono menor a cargo de su arbitrariedad léxica (derivada del propio Krause), se sentía atraído. La razón de esta atracción es, sin duda, la elevación del concepto de armonía (claramente afín al ‘panfilismo’ Valeriano) a principio fundamental de todo un sistema intelectual que, en palabras de Gumbrecht, permitía a los intelectuales de la clase media española ser, con conciencia histórica y con fe en el progreso, ‘modernos’—en el sentido del siglo XIX—, sin necesidad de afrontar por sí mismos el conflicto con la religión y la lucha social de clases (715). Sería erróneo interpretar las medidas tomadas contra los profesores krausistas por la reacción como prueba del radicalismo de esta escuela, que el propio Valera defendió presentándola (correctamente) dentro de la ortodoxia religiosa en ‘Sobre las enseñanzas de la filosofía en las universidades’ (Obras completas [Madrid: Aguilar, 1961], II, 1467; cf. José Vázquez-Romero, ‘La ensayística de Valera y la filosofía krausista’, Letras Peninsulares, IV [1991], 35-36). Transcurrido el período posibilista de la República de 1873, y reanudadas las expulsiones de krausistas de las cátedras, éstos no sólo aceptaron el reconocimiento estatal de la Institución Libre de Enseñanza, concedido por Cánovas a cambio de la promesa de un completo apoliticismo, sino que convirtieron su abstencionismo político y su separación del poder en virtudes intelectuales y morales. Tiene razón Juan José Gil Cremades al definir el krausismo como una disposición (‘No es un grupo, una escuela, un partido, sino una actitud, que no puede ser interpretada unívocamente’) y explicar así la afinidad de Valera con sus representantes (Krausistas y liberales [Madrid: Seminarios y Ediciones, 1975], 72-73); pero conviene no perder de vista el aparato intelectual en que se apoya la actitud, ni el hecho, mencionado por Gil Cremades, de que Pepita Jiménez se escribe en ‘la época dorada del prestigio social del krausismo’ (129). Una lectura de la novela en clave krausista fue propuesta por Juan López Morillas (‘La Revolución de Septiembre y la novela española’, Revista de Occidente, 2a época [1968], No. 67, 113-14).
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