‘Fundación mítica de Buenos Aires’ o la utopía de la historia

1992; Liverpool University Press; Volume: 69; Issue: 4 Linguagem: Espanhol

10.1080/1475382922000369347

ISSN

1469-3550

Autores

Lelia Madrid,

Tópico(s)

Latin American Literature Studies

Resumo

Click to increase image sizeClick to decrease image size Notes1. ‘Fundación mítica de Buenos Aires’ en Obras Completas (Buenos Aires: Emecé, 1974), 81. Todas las citas subsiguientes siguen la paginación de esta edición.2. Ya en su primer libro de poemas de tan explícito título, Fervor de Buenos Aires, se nos informaba, entre tantas otras notas del Buenos Aires borgiano: ‘(L)os años que he vivido en Europa son ilusorios, / yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires’ (‘Arrabal’, en Obras Completas, ed. cit., 32).3. Posesión de un Buenos Aires que es, más que nada, la del recuerdo, tanto por los cambios experimentados por la ciudad como, más tarde, por la ceguera de Borges. Un Buenos Aires que es evocación y, por tanto, otro de los ‘paraísos perdidos’. Véase el poema en prosa ‘Posesión del ayer’, Los conjurados (Madrid: Alianza, 1985), 63. Asimismo, véase ‘Buenos Aires’ en La cifra (Buenos Aires: Emecé, 1981), 37–38.4. Son, por supuesto, los casos de las historias universales compiladas—fabuladas—por Borges, especialmente Historia universal de la infamia o, incluso, aquellas ficciones que también se quieren, o sugieren, como historias o biografías; caso de ‘Biografía de Tadeo Isidoro Cruz’, en El Aleph, Obras Completas, ed. cit., 561–63, entre otros.5. Véase mi trabajo Cervantes y Borges: la inversión de los signos (Madrid: Pliegos, 1987), 126–30, respecto de la memoria como principio de construcción de los relatos.6. Es el caso de un poema de La rosa profunda, ‘Cosmogonía’, que refiere el origen en tanto acto mental; en Obra poética, 1923–1977 (Madrid: Alianza, 1987), 422. Borges mismo se quejó de que no lo hubieran entendido en este sentido antes apuntado (Entrevista personal, Buenos Aires, 9 de agosto de 1983).7. Ya sea por medio de referencias librescas que desdibujan y metamorfosean el contexto específico en universal, por un tono más o menos épico, por las diversas máscaras—personas—que adopta el hablante lírico, etc. A este respecto, véase el magnífico poema ‘Browning resuelve ser poeta’, en La rosa profunda, ed. cit., 424–25; asimismo, el irónico ‘G. A. Bürger’, en Historia de la noche, Obra poética … , ed. cit., 542–43.8. Véase la lúcida disquisición del problema en Roberto González Echevarría, The Voice of the Masters (Austin: Univ. of Texas Press, 1986), 4–12.9. Es el caso claro de las ficciones en las que se cancela la posibilidad de establecer comienzos o fines estables y definitivos. Véase Cervantes y Borges …, 109–35 y 144–59.10. Véase Octavio Paz, Corriente alterna (Mexico: Siglo XXI, 1979), 40, respecto de la noción de ausencia en la literatura de Borges. En conexión con la ‘heterotopia’ versus la utopía, véase Michel Foucault, Las palabras y las cosas (Mexico: Siglo XXI, 1979), 3.11. He reflexionado sobre este punto y otros similares en mi artículo ‘El hilo y el laberinto: la poesía de Jorge Luis Borges’, en Iberoromania, XXXII (1990), 82–91. Aquí tendríamos otro ejemplo de fundación, de la literatura en este caso, como acto mental.12. Véase ‘Kafka y sus precursores’, en Obras Completas, ed. cit., 710–12.13. En conexión con este problema, véase Jacques Derrida, Dissemination, trans. Barbara Johnson (Chicago: Univ. of Chicago Press, 1981), 63–171.14. Véase ‘El hacedor’ en El hacedor, Obras Completas, ed. cit., 782.15. Véase Frank Kermode, The Sense of an Ending (New York: Oxford U.P., 1970), 89.16. Véase Claude Lévi-Strauss, The Savage Mind (London: Weidenfeld and Nicolson, 1981), especialmente 253–63, donde se refiere la discusión sobre la historia (en la réplica de Lévi-Strauss a Sartre).17. En ‘Nueva refutación del tiempo’, Obras Completas, ed. cit., 771.18. ‘(I)nmortal y pobre’, llama Borges a la poesía en el poema ‘Arte poética’ (en El hacedor, ed. cit., 843). El arte, que se compara a una Ttaca / De verde eternidad, no de prodigios’, nos devuelve al terreno modesto del Buenos Aires de naipe y compadrito, de barrio y almacén rosado.19. Como asimismo se empleará la repetición para impugnar la ‘paternidad’ del lenguaje y de los textos. Todas estas refutaciones borgianas conducen, por supuesto, a la noción de anonimato presente en diversos textos. El caso de ‘El inmortal’ de El Aleph y el de ‘Everything and Nothing’ de El hacedor, pueden contarse entre los más obvios. Me he referido a este problema en distintos trabajos, por ej., en Cervantes y Borges …, 112–13, 133–34; El estilo del deseo: la poética de Darío, Vallejo, Borges y Paz (Madrid: Pliegos, 1988), 109–11; asimismo en el artículo citado, ‘El hilo y el laberinto …’.20. Los casos del Neruda de Canto General (y magistralmente en su ‘Alturas de Macchu Picchu’), el Octavio Paz de Laberinto de la soledad (que continúa su inquisición de América y de su literatura en Posdata, y en muchos ensayos dispersos en otros textos tales como Los hijos del limo, Puertas al campo, El signo y el garabato, incluso El mono gramático), están entre los más ostensibles. Puede añadirse también el Carpentier teórico de Tientos y diferencias. He analizado esta problemática del espacio en los textos programáticos de Carpentier en mi trabajo La fundación mitológica de América Latina (Madrid: Fundamentos, 1989), 93–110.21. Véase Hayden White, Tropics of Discourse (Baltimore: The Johns Hopkins U. P., 1987), 263–66.22. Véase ‘Kafka y sus precursores’, op. cit., especialmente pág. 711.23. Véase Anika Rifflet-Lemaire, Lacan (Buenos Aires: Sudamericana, 1986), 97–113, en las que se analiza el pensamiento de Lacan respecto del ingreso en el orden simbólico y la escisión que tal hecho involucra.24. Véase Jacques Derrida, ‘Différence’ en Margins of Philosophy (Chicago: Univ. of Chicago Press, 1982), 1–27. La noción de ‘inminencia’ tal como aparece en ‘La muralla y los libros’, Obras Completas, ed. cit., 635, puede sugerir retroactivamente, ecos en relación con la meditación derrideana sobre la ausencia.25. Véase el relato ‘Biografía de Tadeo Isidoro Cruz’, op. cit., 561.26. Podría señalarse una disimilitud aparente en el caso del protagonista de Los pasos perdidos de Carpentier. Se buscan allí quizá las huellas del texto original, el escrito por un dios o divinidad que precede al universo y a todos sus libros.27. El caso ejemplar en este sentido es el de la poesía de Octavio Paz. He reflexionado sobre este problema, tal como aparece en la poesía y la prosa de Paz, en El estilo del deseo …, ed. cit., 77–92 y 117–27 y también en ‘Octavio Paz: la espiral y la línea o la re-escritura del romanticismo’, Revista Iberoamericana, CU (abril-junio 1990), 393–401.28. Véase Octavio Paz, ‘¿Poesía latinoamericana?’, en El signo y el garabato (México: Joaquín Mortiz, 1983), 153–65, sobre todo, 163–64.

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