Elefante
2018; Duke University Press; Volume: 22; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1215/07990537-6985919
ISSN0799-0537
Autores Tópico(s)Tourism, Volunteerism, and Development
Resumo—¿Dónde está Mami?—le pregunto a Loro, que tiene la boca llena de semillas de calabaza. Él señala al baño sin hablar porque tiene la boca llena. Es la única manera de mantenerlo callado.—¿Quedan tostadas?—le pregunto, cuando veo el bolso de pan vacío sobre la mesa.—Mami dijo que solo quedaban dos y que tendríamos que compartir. Yo le dije que me comería las pepitas de calabaza y así las tostadas son para Acuarela y para ti.—Gracias—le dije. Mi hermano Loro habla demasiado pero tiene un corazón bondadoso.—De nada. Hay que celebrar que estamos de vacaciones—me responde, haciendo comillas con sus dedos cuando pronuncia la palabra vacaciones en clara señal de sarcasmo. Además de tener un corazón bondadoso es un genio del sarcasmo.Una peste bárbara invade la cocina y puedo ver a Acuarela, que pinta y pinta sobre una bolsa que está en el suelo.Murciélago, un cuervo al que Loro adoptó y del cual dice que es un pájaro mozambique de Puerto Rico, picotea algo en el suelo alrededor de Acuarela y la peste se intensifica y se esparce como una galaxia. Es el “big bang” de la peste.Agarro una tostada y pienso en la pobre Mami, que se mete al baño durante el desayuno para evitar explicar por qué no tenemos comida. Cómo si ya no lo supiéramos.Hace como dos meses que papi se fue. Se desapareció. Él era artista y esta casa tenía mucho color. Cuando él existía tenía sentido el dramatismo de nuestros nombres; Mística Astronómica, Loro Pelícano y Acuarela Acrílica. Pero desde que dejó de existir parece que todo está metido dentro de un filtro “grunge.” No sé si este filtro esconde o realza la realidad. Desde que recuerdo la vida somos extraños, pobres, perdedores. Intentamos mejorar nuestra calidad de vida al mudarnos de la isla al continente. Inmigrantes. No nos ha ido muy bien.Mami sale del baño y nos mira a los tres. Me fijo en su mirada, que nos cuenta a cada uno. Uno, dos, tres. Es como si pensara: maldita sea, todavía son tres.Tiene los ojos hinchados y los pómulos marcados. Puedo poner una bola de ping-pong en cada mejilla. Al terminar de contarnos, su pensamiento parece chocar contra el mío. Tal vez puede leer mis pensamientos. Tal vez es porque sabe que nunca le contesto. Siempre me callo y bajo la mirada. Hay algo oscuro dentro de los seres humanos que alimenta el maltrato hacia los más débiles. Nunca ha recibido resistencia por mi parte. Lo más seguro es que le recuerdo tanto a mi padre (soy la más que se parece de nosotros tres) que cada vez que me ve se ve retratada en el pasado que tuvo con él, y le causo repulsión.—Tuviste suerte de tener una tostada. Loro decidió comerse las semillas y Acuarela está entretenida con sus pinturas. Como siempre eres la última en levantarse, un día de estos te quedas sin desayuno. Qué difícil eres Mística. ¿Quién te va a aguantar?Callo las palabras que llegan hasta la parte trasera de mis dientes. Anoche, como todas las noches, me acosté muy tarde cuidando de Acuarela. Hay un problema con mi hermana, con sus lágrimas. Tienen una composición muy fuerte que ocasiona la erosión y corrosión de sus tejidos y así casi pierde los ojos y perdió un dedito de la mano. Acuarela no puede llorar. No podemos dejarla llorar así porque cuidarla es una actividad extenuante, como si hubiera que cargar un elefante. Por eso me levanté tarde.La peste parece llegar a las neuronas olfatorias de Mami porque se le olvida el conflicto conmigo y se pone la mano en la cara para cubrir su nariz.—Así no se puede comer—dice para excusarse de no tocar ni un pedazo del escaso alimento presente.—¿De dónde sale esa peste?En ese momento mira hacia dónde está Acuarela y en un movimiento automático, casi robótico, busca a mi hermana, que pinta y pinta de colores algo que parece un globo muy grande. Mami se esfuerza mucho para poder levantarla. Mi hermana está cada vez más grande y Mami cada vez más pequeña.—Papi—dice Acuarela.—Pa-pi-no-es-tá—contesta Mami con un bloque de plomo sobre cada sílaba.Mami hace un esfuerzo marcado por no pisar el área pintada por las destrezas de Acuarela y que está delimitada por los colores del arcoiris.Cuando por fin logra un balance más o menos adecuado con Acuarela en sus brazos, se dirige hacia la mesa y sienta a mi hermana frente a la última tostada, que yo ya corté en trocitos pequeños para que Acuarela se la coma.Resignado a no comer pepitas de calabaza, Murciélago continúa posado sobre el globo que pinta Acuarela y su actitud sugiere que los colores lo atraen. Entonces, entretiene su paladar picoteando el globo. Me parece que este pájaro es una aberración. Su capacidad de consumir material orgánico e inorgánico me inquieta.La peste se nos olvida por un momento y terminamos de comer. Parto en dos mi tostada y le digo a Mami que no tengo mucha hambre. Se la come de un solo bocado y al hacerlo cierra los ojos, como si no hubiese comido en días. Porque creo que no ha comido en días.Como es verano hace mucho calor y, aunque no tenemos que ir a la escuela, Mami consiguió un trabajo sirviendo comida en una cafetería. Así que me toca hacerme cargo de mis hermanos porque soy la mayor y sé cómo evitar que Acuarela llore.Mami se levanta como si fuera una garza y camina moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás. Parece que se cae de bruces al suelo. Nos lanza besos con la mano izquierda, en la que tiene un tatuaje de un árbol baobab, en un movimiento rutinario que carece de la energía que proviene del amor. Es muy triste saber que hubo un tiempo en su vida en el que estaba llena de vida. De esa vida ya no queda nada.En cuanto cierra la puerta de nuestro espacio, Loro se sienta frente a Acuarela y a mí y comienza a contarnos cómo Murciélago alguna vez fue, antes de ser mozambique, murciélago de verdad.Cuando Murciélago era murciélago, según Loro, él era capaz de comunicarse con los animales, sobre todo si eran aves o animales voladores. Le fascinaba la noche y volaba sobre los árboles para sentirse muy grande. No le gustaba acercarse a los humanos porque herían su autoestima y se escondía durante todo el día. Hasta el día en que se le hizo tarde. Dice Loro que un hombre con alas conjuró la transmutación de murciélago a mozambique. Vino desde la isla con su transmutador para trabajar aquí. Según la historia, el propósito era producir la trascendencia de los seres que Murciélago toca, y por eso él está en nuestras vidas. Fuimos escogidos por un animal transgénero para trascender, y por eso fue que Loro llamó Murciélago a nuestra singular mascota. Este dato me hace pensar lo cuidadosos que debemos ser en el trato hacia los otros seres vivos. Nuestro destino puede estar en las manos, en este caso en las alas, de cualquiera. Según Loro, Murciélago vive traumatizado por el evento que lo transformó en pájaro. A pesar de todo su poder, Murciélago no ha podido ayudarnos.Acuarela se queda dormida con la historia y la acuesto en su camita. Al menos, mientras duerme no hay riesgo de que llore y yo puedo ir al baño y leer un poquito.Tenemos un jardín interior gracias a Murciélago, que se come las pepitas de calabaza y caga en unas macetas que están en el balcón. Todavía no ha crecido nada.Me siento a escribir una carta. Le envío cartas a mi padre a direcciones que sueño, a ver si un día de estos reaparece en nuestras vidas.Soy zurda y en cuanto escribo la fecha recuerdo lo que me dice el maestro de español. “Si eres zurda no entras al cielo.” “En serio, maldito estúpido, ¿eso es lo que crees?”, pienso en silencio mientras hago que su cabeza explote en mi imaginación. Quisiera que ese comentario viniera acompañado de algo positivo porque he perdido la cuenta de todas las veces que me lo han dicho.Por las noches, miro las estrellas a ver si me encuentro. A ver si pertenezco a otra galaxia que me dejó olvidada. ¿Por qué soy tan diferente? ¿Por qué soy así? ¿Por qué prendo velas con la esperanza de que aparezca lo que ha desaparecido? ¿Por qué intento descubrir en el aire contraseñas con mis dedos, como si hubiese un teclado invisible? ¿Por qué sueño con eventos del pasado en el que soy diferentes mujeres, diferentes hombres, diferentes criaturas de las cuales nunca he escuchado? ¿Por qué leo mensajes en las constelaciones?Ya estoy soñando despierta otra vez y eso me recuerda que he dejado a mi hermano sin supervisión. Algo grande se atraviesa en mi pecho y no me toma mucho tiempo revisar el apartamento entero y darme cuenta de que Loro no está en la casa. Se escapó otra vez. Él está empeñado en encontrar al hombre de las alas del que habla con Murciélago. Aún no lo encuentra pero, las veces que se escapa con ese propósito, Mami encuentra una nueva razón para odiarme. Ya debe estar por volver de la cafetería porque su receso es a las diez y tiene que traernos comida para que Acuarela no llore. Lo único que hay son las pepitas de calabaza y no hay manera de darle eso a mi hermana.Lo único bueno de este momento es que, contrario a las de Acuarela, mis lágrimas no tienen ningún efecto visible. Lo único que puedo hacer es llorar y desear convertirme en una molécula de sal que pase inadvertida y que no padezca dolor.Acuarela se despierta y ve mis ojos llenos de lágrimas. Entonces, dice:—Acuarela no llora.—Mientras dice estas palabras me toca la cara con sus deditos y se mira las manos, asombrada de que mis lágrimas no causan ningún daño.Le hago un gesto de aprobación para asegurarme de que no llore, aunque ella ha dicho que no lo hará. La pobrecita ha comprobado en su propia carne lo que significa llorar. Pero lo que dice una niña de cuatro años no está escrito en piedra. Así que le doy la medicina que mantiene su cuerpo seco, para que no salgan lágrimas de sus ojos. La siento en el espacio que está pintando, en el cual jamás llora, y se pone de inmediato a pintar un saco, que luce sucio y al que Acuarela ha coloreado tanto que me recuerda la presencia de mi padre. La carita de mi hermana sería angelical si no fuera por las grietas que algunas lágrimas han creado en el trayecto de los ojos al cuello. Cuando ella nació, papi todavía estaba aquí y ni siquiera el doctor que la atendió había visto alguna vez una enfermedad como la de mi hermana.Lacrima ácida es el diagnóstico. Prosequia es el tratamiento. Que te quedes sin padre es el pronóstico. Creo que la condición de Acuarela fue la tragedia decisiva que causó la desaparición de papi.Tengo que avanzar para buscar al señor que transmutó a Murciélago. La última vez casi lo encuentro con las instrucciones que me dio mi pájaro pero me perdí. Hoy convencí a Murciélago de que me acompañe. Pienso que le da miedo ir donde su creador aunque me ha dicho mil veces que no. Puedo comunicarme con él porque soy un pájaro también. Aunque Mística no me cree la convenceré. Alguien en la cadena de la creación se equivocó al hacerme un ser humano. Atravesamos el pueblo a toda prisa y siento las uñas de sus patas enterrarse en mi hombro. Miedo. Los pájaros también lo sienten. Será que este hombre alado es malvado. Eso no me importa. Quiero hablar con él porque tengo que convertirme en otra cosa. Transmutación. Así se llama lo que tengo que lograr. Salir de este cuerpo para poder ser yo. Mis padres pensaron que la solución era venir a una tierra distinta a la que nos vio nacer, pero la realidad es que nunca hemos sido lo que parecemos. Por eso se nos ha hecho tan difícil encajar. Una vez haya logrado la transmutación, podré guiarlos hacia lo que ellos necesitan.Hemos llegado a un corredor entre dos casas. Una de ellas parece abandonada y hacia esa me dirige Murciélago con su pico. Al detenernos frente a la entrada, Murciélago inclina la cabeza en esa forma peculiar en que lo hacen los pájaros.Y al seguir la línea que trazan sus ojos me doy cuenta de que la puerta está abierta, así que la empujo. Huele a metal. Hay una mesa muy grande que ocupa el centro de la habitación a la que hemos entrado. La mesa es completamente metálica y se ve que está muy limpia.Escucho una tos forzada que me obliga a examinar uno de los lados de la habitación y encuentro a un hombre delgado que me mira sin mirar, con los ojos casi cerrados. Su expresión me produce miedo. No porque sienta maldad, violencia o dolor en él, sino porque hay algo infinito y perdido en sus ojos, en el espacio que descansa frente a ellos. Es como si todas las cosas horribles del mundo estuvieran allí frente a él. Observo como caen varias gotas de sangre, que al parecer provienen de su espalda como gotas de pintura carmín, y veo que en realidad más que un hombre parece un muchacho joven. Él se apoya en el marco de una puerta que ya no existe. Pienso que se va a caer. Murciélago decide enterrar sus uñas un poco más en mi carne mientras me confirma que este muchacho es el transmutador.No sé quién de los tres tiene más miedo. Murciélago, el muchacho o yo.—¿Qué buscas?—me pregunta. Sus ojos parecen evitar el contacto con los míos, como si yo fuera el sol y hace tiempo que no sale a la luz.—A ti—le contesto.—Tengo que terminar con esto ahora porque si no me toca regresar a casa igual de preso que siempre. ¿Cómo te llamas? Soy Loro.—Húmero—dice el muchacho, mientras sus ojos luchan por mantenerse abiertos. Pienso que ese es el nombre del hueso que pertenece al brazo. En la escuela lo vi en un dibujo de anatomía. El muchacho logra mirarme con esfuerzo y deja de mirarme casi en el mismo instante, con una expresión de dolor en el rostro.—¿Qué quieres?—Necesito que me conviertas en pelícano—le digo, y veo cómo sus ojos se fijan en el suelo mientras dice que no con su cabeza y se lleva una mano a la frente.—Eso no se puede hacer tan fácil—dice Húmero.—Lo hiciste con Murciélago.—En ese momento el silencio hace tanto ruido que me molestan los oídos.Caigo en la cuenta de que Murciélago ya no está enterrando sus uñas en mi hombro, y mis ojos lo buscan por toda la habitación. Lo encuentro en un pedazo de madera que atraviesa el techo pero su cuerpo está al revés. En casa hace lo mismo. Sus patas están apoyadas en algún punto de la madera, pero su cabeza cuelga hacia abajo. Como si fuera un murciélago. Aún tiene alma de murciélago. Gracias a este hábito descubrí la verdad.Húmero también lo mira. Entonces, comienza a llorar con la cara entre sus manos. Siento lástima por él. Se apoya en la pared más cercana y varias gotas caen de nuevo al suelo desde su espalda, como si se tratara de una fruta roja que alguien exprime con cuidado.—Necesito que me conviertas en pelícano—digo, esta vez muy fuerte.Húmero levanta la cabeza y hace de nuevo un gesto de negación. Se acerca a mí, me agarra por un brazo y me dirige hacia otra habitación, en la que hay montones de huesos tirados en el suelo. También hay otra mesa de metal. Sobre ella un cuerpo desollado se mueve lentamente.—El mundo está lleno de errores, de personas y criaturas que nacieron en el cuerpo equivocado, pero no es tan fácil reparar esto. Hay una fuerza catastrófica que se resiste a que continúe haciendo este trabajo.Se acerca al montón de carne, lo toca y se me ocurre que es una mezcla de un ave con una niña.—Para convertirte en ave se necesita atravesar demasiadas fronteras. Es la transmutación más difícil.—¿Eres un ángel?—le pregunto, consciente del hecho de que la sangre que proviene de su espalda sale de sus alas.La pregunta lo hace reaccionar como si le hubiera pegado un golpe. Su cuerpo se endereza y su cabeza gira hasta lo que el cuello le permite, hacia donde están implantadas las alas. Después se mira los brazos, como si no entendiera de donde salieron. Como si fueran algo que acababa de descubrir.—¿Quieres ser pelícano?Una resolución se dibuja en los ojos de él, de Húmero. Y él estira sus brazos con visible esfuerzo, cerrando los ojos como si se preparara para una labor trascendental. Toma el cuerpo de la niña pájaro, que lanza al aire un quejido desgarrador. Húmero la coloca en una sábana blanca que está en el suelo y el quejido se repite. Siento un alfiler en algún lugar de mi corazón y me encuentro ante los ojos de Húmero. El ángel, quiero pensar que es un ángel, limpia la mesa metálica y con un gesto me indica que me acueste en ella. Murciélago permanece colgado de una viga en el techo pero en cuanto me ve sobre la mesa desciende y comienza a revolotear alarmado mientras suelta plumas negras por todo el suelo.Mi corazón también quiere salir volando. ¿Dolerá?, pienso, mientras varias gotas de sangre de las alas de Húmero caen sobre mis brazos y en cada gota siento que se forman cráteres como los de la luna en mi piel. Pero el ritual se interrumpe después de unos segundos al escucharse una voz que proviene de la puerta. No entiendo lo que dice. Habla el inglés demasiado rápido.En la puerta hay un hombre vestido con uniforme. Húmero dirige su mirada hacia él. Entonces sus fuerzas parecen fallarle y se mira las manos, que descubrió hace un momento, y luego se abraza, como para no desfallecer. Pero desfallece y su cuerpo cae al suelo como si fuera una pluma. No se escucha ni un sonido ni un quejido. Su cuerpo queda inmóvil como si estuviera muerto y como si alrededor de él lo encapsulara una burbuja.Observo mis brazos y Murciélago trata de picotear las gotas de sangre que tengo en el cuerpo. Pero tengo que alejarlo porque me duelen sus picotazos.El hombre del uniforme me agarra por el brazo izquierdo sin prestar atención al hecho de que se mancha de sangre, y me saca de aquel cuarto con hostilidad, dejando a Húmero en el suelo sin prestarle la más mínima atención. No puedo dejar de ver cómo el muchacho de las alas eleva un brazo como si quisiera detenerme.Acabo de decidir que voy a salir a buscar a Loro. Será mejor no estar aquí cuando Mami llegue y se dé cuenta de que él se escapó otra vez. Acuarela está pintando una caja en el suelo, como le gusta. Cuando extiendo los brazos en su dirección para salir, siento el sonido de la puerta que se abre. Es Mami, que acaba de llegar del trabajo con las medicinas y la comida. Por un momento me congelo y deseo con todas mis fuerzas que sea Loro pero no es así.La cara de Mami luce como una luz apagada. Trato de ver su expresión pero no puedo descifrarla. Sobre su cuerpo solo alcanzo a ver un círculo sin detalles. Su respiración es lo que llega hasta la proximidad de mi cara y siento la ira que hierve en su interior cuando cuenta: uno, dos, . . .Y entonces cierra la puerta en cuanto su cuerpo cruza el umbral.Luego se para frente a mí, como si fuera un monstruo. Siento que es una gigante. Su rostro empieza a hacerse más claro y cuando logro apreciar donde está su boca, que está a punto de gritarme, tocan a la puerta.Es una sorpresa que toquen a la puerta. Esto debe ser el acontecimiento del siglo. Mami se da la vuelta pero primero lanza una mirada hacia Acuarela. Gira la perilla de manera pausada y un hombre uniformado entra con Loro a su lado, sin necesidad de que lo inviten. Miro a mi hermano para reclamarle con mis ojos pero él no me presta atención. Por un momento me alarmo cuando veo que hay sangre en su cuerpo pero se me hace claro que la sangre no es suya. Murciélago vuela hacia donde está Acuarela y se pone a picotear la caja que ella pinta con devoción.La peste de esta mañana se desata en un remolino intolerable. El hombre que ha traído a Loro intercambia unas palabras en inglés con Mami y se dirige hacia donde está Acuarela mientras se tapa la nariz con un pañuelo que se sacó del bolsillo. Su rostro se desencaja. Está desfigurado y cuando levanta la mirada para vernos el objeto de su atención se materializa y puedo ver en el suelo que la caja que pinta Acuarela ya no es una caja. Es un elefante. No es un elefante. No es un globo, ni un saco, ni una bolsa. Es un cuerpo tirado en el suelo. Es papá. Su cuerpo descompuesto está en nuestra casa. Ha estado aquí todo este tiempo. Todos caminamos hacia el mismo lugar. El hombre del uniforme se arrodilla para recoger a Acuarela y Mami brinca desde donde está hacia él y trata de arrebatársela. El hombre se resiste y lo que no ha ocurrido en mucho tiempo ocurre ahora.Acuarela se ha puesto a llorar. Sus lágrimas corren por su cara como cascadas, como si todas las lágrimas que hemos reprimido se rebelaran para ser libres. Las lágrimas salpican sobre el hombre y sobre Mami, que está tirada en el suelo, y se precipitan a borbotones como si se hubiera roto una arteria. En cuanto el hombre siente la quemazón en el cuerpo, deja caer a mi hermana. Acuarela se desploma sobre Mami, que está ahora sobre el cuerpo de papi, y entonces llora aún más fuerte y más lágrimas, y las lágrimas forman un charco a los pies del hombre y alrededor de Mami y poco a poco ambos desaparecen. Acuarela queda reducida a varias manchas de pintura alrededor del muerto. De los muertos.Murciélago está revoloteando en círculos y Loro trata de atraparlo. Hay algo extraño en mi hermano que no puedo reconocer. Sus brazos están cambiando. La realidad me traiciona. Mi mente me traiciona.Un grupo de personas aparece en la puerta de la casa y una mujer se acerca a mí. Ya no puedo ver a Loro. No entiendo lo que acaba de ocurrir. Ella me habla en español en un tono condescendiente. Sé que habla español porque reconozco las palabras pero no entiendo lo que me quiere decir. Sé que es condescendiente porque me aborda un sentimiento de abandono y tengo ganas de vomitar.Escucho a las otras personas que entraron a mi casa y distingo palabras como muerto, crimen y una frase: Qué cosa más extraña. La mujer me dirige hacia la puerta. Vamos a salir de mi casa. No veo a Loro, ni a Murciélago. Ahogada en llanto le digo lo que acaba de pasar y la mujer me mira con una mezcla de lástima y miedo y me dice que me va a ayudar. No sé a dónde vamos pero no encuentro cómo resistirme.Al salir a la calle un pelícano y un pájaro mozambique vuelan juntos frente a mí, y la mujer que me acompaña me mira y me dice asombrada:—Nunca había visto un pelícano en plena ciudad, alejado del mar.Quisiera contestarle y hablar, hablar y hablar. Quisiera contarle todo lo que he vivido en este pueblo, en esta ciudad, país, continente. Pero no puedo pronunciar ni una palabra. A lo lejos, un hombre, arrastra sus pies en dirección a mí, en contraste con el horizonte que anuncia la caída del sol. Tengo la certeza de que viene hacia mí. La oscuridad me arropa y el cielo acapara mi atención hasta que siento la mano de la mujer en mi espalda, indicando que entre a un auto con las letras OCFS impresas en las puertas. En un momento estoy sentada y la mujer me pone el cinturón de seguridad. Enciende el auto y comienza a manejar mientras por la ventanilla miro al hombre que arrastra sus pies y pasamos a su lado. Entonces me fijo que en su espalda tiene alas. ¡En su espalda tiene alas!
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