Artigo Revisado por pares

Oficios Compartidos

1993; Volume: 6; Issue: 11 Linguagem: Espanhol

10.1353/ntc.1993.0012

ISSN

1940-9079

Autores

Sergio García Ramírez,

Tópico(s)

Journalism and Media Studies

Resumo

OFICIOS COMPARTIDOS ______________SERGIO RAMÍREZ ___________ Nicaragua Mi aventura de escribir empezó en mi infancia, cuando dibujaba historias de secuencias interminables, cuyos trazos me llevaban, tiza en mano, la cara contra los ladrillos, por todo el piso de la tienda de abarrotes de mi padre, en mi casa de Masatepe. Así entré en el rapto de la ficción describiendo más que escribiendo, retratando personajes y escenarios, transformando la imaginación en líneas mas que en palabras. Sería porque mi infancia estuvo marcada, no por las consabidas lecturas de Emilio Salgari y Julio Verne, que todo escritor anota entre sus primeras experiencias, sino por mi pasión desmedida por las historietas cómicas, Spirit, El Capitán Marvel , El Fantasma, pasión que me consumía hasta pasada la medianoche, alumbrando sus páginas coloridas con un foco de mano escondido entre las sábanas para no provocar en mi madre recriminaciones por mi desvelo. También me formé en las tramas de las radionovelas. Si debía llevar, por ejemplo, al zapatero un par de botines para ser remendados, al recorrer las calles de mi pueblo podía seguir la transmisión de todo un capítulo de El Derecho de Nacer, de Félix B.Caignet, porque las radios estaban encendidas en todas las casas, sintonizadas al unísono en los 740 kilociclos de la YNW, Radio Mundial. A los doce años, envié a la misma Radio Mundial un libreto a un concurso de sketchs cómicos, que fue representado por el entonces famoso Cuadro Dramático que interpretaba las radionovelas, y premiado con dos botellas del ron que patrocinaba el programa. Este sería el primero, y uno de los pocos, de los premios literarios que he recibido en mi vida. Pero sobre todo, me formé en el cine. También a los doce años me convertí en proyeccionista del Cine Club, un cine al aire libre que antes había sido corral de vacas, el único del pueblo, propiedad de mi tío Angel Mercado, evangelista practicante y devoto mujeriego. Desde la ventanilla de la caseta vi decenas de películas, con la atención vigilante que estaba obligado a poner en la pantalla, porque, a menudo, la cinta se trababa en los dientes del viejo proyector, y al quemarse, debía sacar el rollo para llevarlo a la devanadora, pegar la película con acetato, embobinarlo de nuevo y arrancar el aparato, todo en escasos minutos, para no dar tiempo a las pedreas que de otro modo se desataban sin misericordia contra las tablas de la caseta. La oscuridad de la caseta donde murmuraban los fantasmas en la banda de sonido, el inconstante haz de luz del proyector sobre las cabezas adivina-©1993 NUEVO TEXTO CRÍTICO Vol. VI, No. 11, Primer semestre 24Ji______________________________________________________SERGIO RAMIREZ das en la penumbra, la magia esplendorosa de la pantalla iluminada; por encima de los penachos de las palmeras el fulgor de las estrellas. Así me aprendí, de memoria, La Llamada Fatal, de Alfred Hitchcock, El Séptimo Sello, de Ingmar Bergman, Rashomon, de Akira Kurosawa, Arroz Amargo, de Giuseppe Santi, raras selecciones que mi tío hacía en los catálogos de las casas distribuidoras en Managua, como buen amante del cine que fue, sumadas a innumerables películas mexicanas que todavía alimentan mi nostalgia, enamorado hasta hoy de los rostros de Meche Barba, Dolores del Río, Gloria Marín, Elvira Quintana. De haber sido director de cine —y más de una vez quise serlo— hubiera contado todo esto en una película que de todos modos ya se filmó: Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatori, donde he encontrado copiada mi vida de esos años felices, en que además de proyectar las películas, pintaba en colores verde, ciclamen y azul de prusia, los carteles que se colocaban en el parque y en la estación de ferrocarril y, además, administraba el Cine Club todas las veces que mi tío se perdía del pueblo en largas juergas clandestinas . Con las historietas contadas en cuadritos volví a encontrarme, años depu és, en los retablos sacros, andando...

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