Goya y el temperamento currutáquico

1991; Liverpool University Press; Volume: 68; Issue: 1 Linguagem: Espanhol

10.1080/1475382912000368067

ISSN

1469-3550

Autores

René Andioc,

Tópico(s)

Historical and Modern Theater Studies

Resumo

Click to increase image sizeClick to decrease image size Notes 1. Son los reunidos por Gassier bajo el título ‘Le miroir magique’ (el espejo mágico) en el t. II de Les dessins de Goya (Friburgo: Office du Livre, 1975), págs. 489 y ss. Numerados de 648 a 653 en Gassier-Wilson, Vida y obra de Francisco Goya (Barcelona: Juventud, 1974). 2. Goya's Caprichos. Beauty, Reason and Caricature (Princeton: Princeton U.P., 1953), I, pág. 68. 3. Goya, Saturn and Melancholy (Uppsala: Almquist & Wiksell, 1962), págs. 76 y ss. 4. Véase op. cit., pág. 187. 5. Véase op. cit., n. 1. La traducción es mía. 6. Ignacio de Merás (véase n. 12) asimila prácticamente los dos tipos: ‘Jóvenes petimetres, / Famosos currutacos …’; mucho más tarde, el anciano A. Alcalá Galiano (‘Modas’, en La América, año VII (1863) núm. 16, pág. 6), al evocar los años de su juventud, escribe que se daba a la sazón el nombre de currutaco ‘a los antes llamados pisaverdes o petimetres’.La voz aparece también en varios textos difíciles de datar, como los sainetes de González del Castillo y una octava de González de Salas (BAE, LXVII, pág. 536), y en el Romance III de Leandro Moratín, impreso con fecha errónea (1780; posterior en realidad a 1796) en el vol. Il de la BAE (pág. 601). Según me informa mi erudito amigo Pedro Alvarez de Miranda, el Diccionario de la Real Academia recogió por primera vez ‘currutaco’ en su ed. de 1817, esto es con un retraso normal, y en los ficheros de dicha corporación no consta ninguna ocurrencia de la voz anterior a 1795. Los demás textos, bastante numerosos, que conozco, son todos de 1795 o posteriores; por ello me plantea un problema la aparición de la voz en una de las Cartas económico-políticas de Arroyal (seg. parte, ed. de J. Caso González [Oviedo: Cátedra Feijoo, 1971], pág. 185) fechada por el escritor en Vara de Rey el 20 de abril de 1793 ; la multiplicación repentina de los retratos satíricos de currutacos a partir de 1795 y no antes me hace dudar si la fecha que lleva la carta de Arroyal es tan exacta como parece; todos sabemos lo poco que son de fiar esos libros o tratados en forma epistolar o colecciones facticias de cartas—pues de epistolario propiamente dicho no se trata—en lo que a datación se refiere (recuérdese tan sólo el supuesto copiador de epístolas moratinianas fechadas en 1787 y redactadas en realidad varios lustros después) ; un estudio detenido de las páginas de Arroyal quizá permitiría sacar de su mismo texto algunas aclaraciones a este respecto; por ejemplo: en la breve carta cuarta (pág. 223) escribe el autor el 10 de abril de 1794 a su corresponsal que le manda ‘la adjunta disertación’, y Caso apunta que, al parecer, con esta palabra se refiere Arroyal a las cartas quinta, sexta y séptima, las cuales llevan, naturalmente, fechas posteriores y distintas, es decir, en buena lógica, fingidas; por otra parte, si promete el autor remitir ‘en otro correo’ el plan que ya ‘h[a] formado para la educación’ de los niños, ¿no será para poder redactar una ‘carta’ más en el marco de una ficción epistolar? Además, de educación no se trata apenas sino en la sexta, y brevemente … 7. En un documento autógrafo de 1803–1805 (A.M.M., Correg., I—254—14) firma ‘Juan Antonio Zamácola’, con tilde en la segunda a, y no ‘Zamacola’, como escriben algunos. Según Hergueta (véase n. 9), los hermanos Iza Zamácola renunciaron a su primer apellido. 8. … y los Elementos o primeras nociones de la Ciencia currutaca. Escrito por un Filósofo Currutaco, publicado, anotado y comentado por un Señorito Pirracas. 9. Don Preciso, su vida y sus obras (Madrid, 1930), 20–21. La primera ed. es la de la Viuda de Marín (véase V. Castañeda y Alcover, Ensayo de una bibliografía comentada de manuales de ciencias, oficios, costumbres públicas y privadas de España (siglos XVI al XIX) [Madrid: Maestre, 1955], pág. 231); el Diario de Madrid anuncia su aparición el 29 sept. 1795; no he podido consultarla; la ‘segunda impresión’, de título levemente más corto y modificado al final (Libro de moda o ensayo […], escrito por un Filósofo Currutaco y aumentado nuevamente por un Señorito Pirracas), por Villalpando, no es de 1796, como da a entender Hergueta, sino del mismo año que la primera, y es la que utilizo.No hay a todas luces mucha seguridad en lo que a la autoría de la obra se refiere. Tanto Palau como Aguilar Piñal la atribuyen sucesivamente al uno y al otro. María Rosario Barabino Maciá (Fray Juan Fernández de Rojas: su obra y su significación en el siglo XVIII, tesis doctoral mecanog. [Madrid: Univ. Complutense, 1980]) no resuelve el problema, pues su trabajo es de tipo esencialmente descriptivo, por no decir parafrástico. En carta publicada en el Diario de 8 oct. 1795 y dirigida a su ‘amado Discípulo Currutaco’, ‘Don Preciso’ atribuye a éste el ‘prodigioso libro de moda en la feria’, agregando que no ha ‘podido llegar a donde está la feria de [su] librito’; un año más tarde, en la advertencia preliminar de los Elementos de la ciencia contradanzaria (1796), Zamácola escribe lo siguiente: ‘la casualidad de haberme hecho tan conocido quando di mis Cartas al Diario […] me ha tenido algo remiso en dar esta obra a luz temiéndome que el fastidio que pudo haber causado en el público el libro de moda en la feria, escrito por un verdadero Currutaco, que tiene la gracia de echar mano de todas las invenciones graciosas para estropearlas y hacerlas fastidiosas, no fuese un motivo de disgusto, que se escamasen las gentes pensando que tan bueno sería Juan como Pedro’ (pp. IV–V); y le escribe un ‘amigo’: ‘sin embargo de que el insulto (sic, por ‘insulso’) y disparatado libro de moda en la feria ha sofocado en parte los deseos que tenía el público de que Don Preciso continuase la sátira [que empezó en las Cartas]’; en la segunda ed. del Libro de moda, el autor afirma que fue ‘Don Preciso’ el que ‘primero ridiculizó a los Currutacos’; todo lo cual supone que no fue Zamácola el autor del Libro de moda. Véase además la n. 68.Hergueta reproduce las cartas cruzadas por los dos escritores por medio del Diario. Poseo por mi parte los números de enero a junio de este periódico. 10. B.M.M., ms. 163–3. 11. Incluso se da el nombre de Don Preciso a uno de los protagonistas. 12. Sic; el título completo es Rasgo anticurrutático dirigido a las madamitas del nuevo cuño dichas currutacas, por D. Juan de Caldevilla Bernaldo de Quirós, filósofo anticurrutático (Madrid: Benito Cano, 1796). 13. Véase n. 9. 14. José Subirá (Tonadillas teatrales inéditas [Madrid: Tipografía de Archivos, 1932], 56–61) deduce acertadamente de la segunda la fecha de la primera, aunque con errata de imprenta (¿1779?). 15. Don Líquido o el currataco vistiéndose, escena unipersonal para representarse en casa particular, por Don Juan Jacinto Rodríguez Calderón, cadete del Regimiento Infantería de Ordenes Militares (Madrid, 1798). Torres Villarroel llamó D. Líquido a un petimetre en la Visión décima de la primera parte de sus Sueños morales, visiones y visitas …, y también el sainetero González del Castillo en El robo de la pupila. 16. Si bien lo incluye Cotarelo en la lista de obras del sainetero en Don Ramón de la Cruz y sus obras (Madrid: J. Perales, 1899), pág. 285, fechándolo en ‘1791’ por considerarlo ‘posterior a 1790 porque menciona el Observatorio astronómico de San Blas’, lo califica de ‘dudoso’ años más tarde en la nueva lista que establece en el t. 23 de la NBAE (pág. XLIII); lo cierto es que los actores de los sucesivos repartos que figuran en los tres mss. de la B.M.M. son posteriores a la época del florecimiento de la currutaquería, y por lo tanto a la muerte de Cruz, el cual falleció, como es sabido, en 1794. 17. Currutaseos, ciencia currutaca o ceremonial de currutacos, sátira inocente, su autor El que escribió la conversación de los Charros del Campo de Salamanca, F.J.A.M. (Madrid: Plácido Barco López, 1799). 18. Antonio de Capmany, Centinela contra franceses (Londres: Tamesis, 1988), pág. 175. El autor firma ‘D.P.Z.’ 19. Véase n. 6. 20. Subirá, Tonadillas …, pág. 56. 21. Diario de Madrid, 6 jun. 1795. 22. Salanoba, Cartel, loc. cit. 23. Diario, 14 mayo; véase además Libro de moda, pág. IX. 24. Véase n. 14. 25. Diario, 6 jun. Moncín, en su sainete, hace que salgan mezclados currutacos con calzado de verano y otros con el de invierno. 26. Diario, 14 mayo. 27. Subirá, op. cit., pág. 58. 28. Véase también Libro de moda …, pág. 44. El autor de éste describe por su parte una escena humorística en la que el dandi pugna por meterse en el calzón ayudándose con un aparato ad hoc, llamado ‘máquina calzonaria’. 29. Y porque ‘sólo llega a tapar el ombligo’, pues ‘hasta allí debe venir la pretina del pantalón’ (Elementos… , pág. 116). Más tarde se generalizará su uso: véanse los grabados de la guerra de la Independencia. 30. Libro de moda…, pág. 118. 31. Los currutacos del día. 32. Op. cit., pág. 6. 33. Libro de moda…, págs. 44 y 119; véase también el ‘Perfecto currutaco’. 34. Libro…, pág. 71. El subrayado es mío. 35. Véase la mujer ‘torturada’ en el espejo. 36. Zamácola y Moncín dicen que van con ‘las pancillas cargadas sobre las espaldas’. 37. Diario, 14 mayo. 38. ‘Poetas liricos del s. XVIII’, BAE, LXVII, 576–77. El poema no lleva fecha. 39. Se advertiri que la mano que lleva el bast6n en un dibujo lleva el sombrero en el otro y viceversa. 40. Sin embargo, en el Libro de moda (pig. 65) se agrega que el pic0 del sombrero ‘caera en linea recta sobre el ojo izquierdo’, lo ue nos trae a la memoria, habida cuenta de la hiperbole, a1 joven del Capricho 5. 41. Alcalá Galiano cuenta en 1863 (o. c.) que lo adoptó primero la ‘gente decente’ de provincias, que estuvo prohibido su uso en Madrid hasta que la difusión del frac, chaleco y pantalones hizo que se fuese considerando más adaptado a esta nueva indumentaria que el de tres picos, poco antes de la guerra. Confirmado por la Novísima Recopilación, Libro VI, título XIII, ley XIX, n. 9. A un Retrato de los currutacos dedicó Francisco Gregorio de Salas una octava (BAE, LXVII, pág. 536). 42. Elementos…, pág. 124; véase también la carta publicada por ‘Don Preciso’ en el Diario de 21 y 22 ab. 1802, copiada en la Colección de Papeles curiosos en verso y prosa por S.A.M.V. y A., B.N.M., ms. 18090, t. VIII, pág. 479 (‘patilla poblada hasta por debajo de la barba’), pág. 468 (‘patilla de gitano’). 43. Libro de moda, pág. 62. 44. Elementos…, 116–17. ¿Estará cortado el del ‘Perfecto currutaco’ a lo inocente, ‘como suele comúnmente llamar el baxo pueblo’, según Juan Jacinto Rodríguez? 45. Elementos…, pág. 117. En julio de 1796 ya se usaba entre los estudiantes salmantinos esta última forma de peinado, ‘y otros igualmente ridículos y extravagantes’, según se lamentó en la Junta de Claustros de la Universidad (M. y J. L. Peset, La Universidad española [Madrid: Taurus, 1974], pág. 177). 46. No acierto a identificar el cuadradito que le sale de la boca, aunque se parece al diente de una de las brujas del Capricho 71 de Goya. 47. Alcalá Galiano, pág. 6. En 1796, no pocos militares, esto es oficiales, dice ‘Don Preciso’ (Elementos…, pág. 124), adoptaban el atuendo de los currutacos. La Novísima Recopilación deja constancia de una real orden de mayo del mismo año en la que la enumeración de las infracciones cometidas por los mal llamados uniformados equivale prácticamente al retrato completo de uno de aquellos elegantes, incluyendo el sombrero redondo, el pelo y las patillas (Libro VI, título XIII, ley XXII). Según el Libro de moda (pág. 119), ‘como algunas veces los Currutacos […] tienen que presentarse de serio, usarán entonces corbatín en lugar de pañuelo o corbata’, casaca sin solapas y calzón con charreteras en vez de lazos. 48. Los ‘petimetres y lindos’ son ya para Torres Villarroel ‘machos desnudos y hembras vestidos’ (Sueños morales, visiones y visitas, Sueño 1°, Visión y visita décima). De los currutacos dice el gaditano González del Castillo (1763—1800): ‘Los señores currutacos / solicitan que las damas, / como ellos son machihembras / también sean marimachos’ (La casa de vecindad, primera parte). 49. Agregaré que la ‘indiferencia’ o ‘distracción’ del currutaco que ‘aparta la vista’ del espejo, como creen algunos, entre ellos Gassier, me parece interpretación totalmente ilógica; si se tratara de un dibujo ‘realista’ y conforme a la perspectiva, al dandi sólo se le podría ver de espaldas, o poco menos, y en tal caso no habría manera de identificarlo ni tendría interés su figura. Véase la Venus del espejo, de Velázquez. 50. ‘… son más lascivos que los monos’ (León de Arroyal, Sátiras, cit. por L. Domergue, ‘La veine satirique de León de Arroyal’, en La Contestation de la société dans la littérature espagnole du Siècle d'Or [Univ. de Toulouse, 1981], pág. 217); ‘Lascivo como un mico, feote de cara, ¿es verdad?’ (Moratín, La comedia nueva, I, 3). 51. En cambio, el G.-W. 650 y el G.-W. 649 se reproducen en el apéndice documental de la tesis de Barabino, pero sólo como ‘dibujos de Goya alusivos a la época’, y, paradójicamente, sin referencia a la sátira de ‘Don Preciso’ o de Fernández de Rojas (pág. 548). 52. Sic, por ‘Jockó’. 53. Véanse págs. 21–22. El Jockó o Pongo era una variedad de orangután (en los años 1830, Bretón había de traducir un melodrama francés intitulado Jocó o el orangután) ; ocioso es decir que el dibujo representa un mono, y no un oso, como suponía Sánchez Cantón (Los dibujos de Goya, II, núm 270), si bien el abundante pelo lo compara algún satírico a la melena (?) de un oso (‘peinado de indio bravo y oso fiero’, escribe Salas; véase n. 41). 54. Copia en Colección de papeles curiosos… , págs. 450 y ss. La equivalencia currutaco-mono también se afirma en el Rasgo anticurrutático, de Merás, quien agrega una ‘fábula original’, El mono y la ardilla, de que se volverá a hablar; para el anónimo autor de la Currutaseos (el artículo femenino se debe a que se trata de la ciencia Currutaseos o currutaca), ésta se dirige ‘a transformar mugeres en monos y hombres en micos’; y el mismo Capmany (op. cit., pág. 175) se vale de esta poco halagüeña comparación en plena guerra de la Independencia. 55. También son interesantísimos los textos de Zamácola por su riqueza léxica en lo que a música y baile se refiere. 56. La ed. que manejo es la de La Haya, 1781 y ss. (t. III, 1784, págs. 93 y ss.). El t.1 contiene un grupo de fisonomías que recuerda las dos series de cabezas atribuidas a Goya por Gassier; en la pág. 187 se puede ver otro conjunto de cabezas, algunas de las cuales presentan rasgos análogos a los de las brujas goyescas. 57. Págs. 67 y ss. Se le sugiere al elegante que elija una sala cuadrada y ponga ‘en los quatro lados quatro Espejos’. La autoridad del escritor disculpa mi atrevimiento léxico en el título de este artículo … 58. Diario, 14, 15 y 24 mayo 95. ¿Quién podrá concertar las opiniones de tanta variedad de currutacos, unos de grande talle, otros retacos, unos de largo pelo, otros pelones? (González Carvajal, Cuando se comenzaron a usar los pantalones, BAE, LXVII, pág. 562). 59. Elementos… , pág. 19. Los lindos de Torres ‘hacen a los hombres del tamaño de sus estaturas y se llaman Periquitos, Manuelitos, Frazquitos …’ (Sueños morales… , o.c). C. M. Trigueros, en su poema ‘chusquiheroico’ Las Majas (Madrid: Antonio Espinosa, 1789), evoca ya a un ‘petimetrito primoroso, / chico de alma pero más de cuerpo; / un hombre por mal nombre. Morenito, / erguidito, chulito …’. Agradezco la copia del texto a F. Aguilar Piñal. 60. Colección general de los trages que en la actualidad se usan en España, principiada en el año 1801 en Madrid, s.a. 61. Son La casa de vecindad (primera parte), El aprendiz de torero, Los caballeros desairados, La feria del puerto, El maestro de la tuna, Los majos envidiosos, El soldado fanfarrón (segunda, tercera y cuarta partes). Currilla la Andaluza se llama una de las majas de Trigueros (Las Majas, o.c). 62. Julio Caro Baroja, ‘Los majos’, Cuadernos Hispanoamericanos (1975), núm. 299, pág. 330. 63. Década epistolar (Madrid, 1781), pág. 264. Compárense los distintos tipos a que nos referimos—y otros afines—en sus correspondientes estampas de la Colección de Rodríguez. Como advierte V. Bozal (‘Goya y la imagen popular’, Cuadernos Hispanoamericanos [1981], núm. 374, pág. 258), el rastro del Andaluz de la lámina 11 de la Colección de trajes de España de Juan de la Cruz ‘se vislumbra en la obra de Goya […] en los dos cartones de 1777, El paseo de Andalucía y La riña en la Venta Nueva’; pero—prosigue Bozal—a su ‘andaluz’ lo llama Goya ‘jitano’ en la factura del primer cartón, ‘lo que no concuerda con la iconografía tradicionalmente establecida de estos personajes’. Es que la confusión de los dos conceptos era entonces corriente: al ‘jitano’ goyesco le llama ‘andaluz’ Cornelio Vandergoten en 1780 (en 1785 se trata para Livinio Stuyck Vandergoten de un ‘rufián’, mientras que al ‘chusco’ goyesco sentado a la izquierda se le califica ya de ‘majo’); otro ejemplo: el título de una tonadilla nueva de dic. 1778, La Andaluza afortunada, se convierte en La Jitanilla afortunada (con este título—y modernizando la ortografía—la imprime Subirá, o.c, pág. 173), y la heroína dice que tenía ‘un tío / que era picador’. A la maja vestida de Goya—la desnuda debe naturalmente su identificación a la anterior …—se la califica de gitana en el inventario de Quilliet en 1808, de maja en 1814, cuando la denuncian a la Inquisición (e incluso de ¡Venus!). 64. Es conocida la estampa de 1795 que representa a la cómica Mariana Márquez ‘vaylando el zorongo’ (vino de Cádiz). 65. Véase pág. 80. Interesa recordar que el comentario B.N. de los Caprichos de Goya define al primero de ellos como verdadero retrato suyo, ‘de mal humor y gesto satírico’. 66. Elementos…, pág. 122. El adjetivo fue popularizado diez años antes por la polémica de Huerta con sus contrarios. 67. Le costume, époque Louis XVI et Directoire (Paris: Flammarion, 1931), pág. 54. Michèle Beaulieu (Le costume moderne et contemporain [París: P.U.F., ‘Que sais-je?’, 1951], 88–89) transcribe, con muy poca diferencia, el texto del anterior. En la Décade Philosophique de ago.—sept. 1794 se describe a un ‘Muscadin’, hermano del ‘Incroyable’ y como él, descendiente del ‘petit-maître’, en términos parecidos a los de la crítica española, y que recuerdan incluso la metáfora goyesca: ‘… las calzas me parecen bien apretadas, […] esta corbata con abultado nudo, este chaleco que apenas llega debajo del estómago y estos zapatos que sólo le cubren los dedos del pie y en los cuales, no obstante, parece que sufre tormento …’ En el Journal de Paris de Jul.—ago. 1795 se bula un articulista de la ‘sextuplicada corbata en la que desaparece la barbilla y que amenaza con ocultar dentro de poco la misma nariz’ (la trad, es mía). Véase además el interesante trabajo de F. Gendron, La jeunesse sous Thermidor (París: P.U.F., 1983), que estudia el significado político y sociológico de esta moda. 68. En su Moratín en Valencia (Valencia, 1962), 74–75 (separata de la Revista Valenciana de Filología V [1959–62]), Rafael Ferreres publica un artículo de ‘E[stala]’ que apareció en el Diario de Valencia del 29 de mayo de 1813, en el que el amigo de Moratín afirmaba lo siguiente: ‘Estoy muy acostumbrado a oir calumniar mis intenciones en las verdades que he dicho al público y aun al gobierno, en tiempo de nuestra antigua opresión. ¿Qué gritería no se movió contra mí cuando denominé, caractericé y ridiculicé a los currutacos? ¿Qué dicterios no se me dijeron cuando quité la máscara a los anglómanos en mis cartas y presenté un cuadro más fiel y enérgico de la conducta del gobierno inglés, previendo los males que la anglomanía pudiera acarrear a España, como por desgracia se ha verificado?’Que se trata de Pedro Estala no me parece ya dudoso; como redactor que fue del Diario de Valencia con Moratín durante unos seis meses hasta fines de junio de 1813 podía escribir en efecto: ‘la Carta de V. que sin dilación he hecho insertar en el Diario de ayer’ (pág. 74); y también, a propósito de Valencia: ‘… la patria de mis padres y abuelos no es un país que yo deba mirar como extraño’, pues aunque su padre era natural, como el hijo, de Daimiel, la madre lo era de Orihuela (G. Demerson, ‘Acerca de un supuesto madrileño: Don Pedro Estala’, Anales del Instituto de Estudios Madrileños [1966], pág. 311); además, en 1805 publicó las Quatro cartas de un español a un anglómano en que se manifiesta la perfidia del gobierno de Inglaterra. Pero ¿por qué se atribuye no sólo una sátira contra los currutacos, sino también la invención de la voz (‘denominé’)? No sería el primero en reivindicar indebidamente la autoría de una obra anónima o firmada con seudónimo: al año escaso de aparecer este artículo, Moratín hizo representar en Barcelona un arreglo de El médico a palos, de Molière, plagiando en gran parte otro arreglo anónimo del XVIII. La cuestión queda pendiente …, pero téngase presente que el Libro de moda se da como fruto de la colaboración de dos autores, el ‘Filósofo currutaco’, y el ‘Señorito Pirraças’. ¿Sería Estala uno de ellos? Véase n. 9. 69. Se vale de la misma expresión Alcalá Galiano en su citado artículo. 70. Es una túnica atada por debajo de los brazos que hace vaya el cuerpo suelto y nunca lleve embarazo. Y causa tanto respeto con su vestido plegado, que una muchacha parece un abad de San Bernardo. (Las damas del nuevo cuño) No he podido consultar una ‘escena unipersonal’ del ya citado Rodríguez Calderón, La dama del nuevo cuño, custodiada en la New York Public Library, según Duane Rhoades, ‘Bibliografía anotada de un olvidado género neoclásico …’, Revista de Literatura, LI (1989), núm 101, pág. 204. 71. Años después se seguía afirmando en tono polémico que la Cabarrús había enseñado a las mujeres ‘la mode d'aller le cul tout nu et de montrer ce que la décence ordonnait de cacher’ (F. Gendron, o.c, pág. 50). 72. N° 18; copiada más tarde por Jean Gatine. 73. Elementos… , pág. 113. ‘Boleros y currutacas son géneros del país’, reza la leyenda de un conocido grabado anónimo de finales del siglo. 74. Véase n. 65, in fine. 75. La leyenda es: ‘Quando usted guste, Caballero’; en una variante ‘invernal’ (el árbol está ya deshojado) que lleva el mismo número y la misma leyenda, la madrileña lleva peineta y mantilla como la anterior, y además, según decía Zamácola en el Diario de 1 de junio de 1802, ‘como esas monas serias no gastan faltriqueras, […] un taleguito de seda (que llaman el ridículo) cogido del brazo izquierdo’; la palabra viene del francés ‘ridicule’, alteración de ‘réticule’, bolsito característico de la época del Directorio. 76. Véase pág. 14. La joven, vestida indudablemente para salir, pues lleva mantilla, ¿estará en su tocador en G.-W. 649? No puedo identificar el fondo levemente sugerido por Goya; también tiene una posición extraña el espejo en este caso. 77. Véase op. cit., págs. 70 y 71 respectivamente. 78. Véase op. cit., pág. 90. 79. Véase L. Fernández de Moratín, Obras póstumas (Madrid: Rivadeneyra, 1867), I, pág. 128, y también mi trabajo ‘De Caprichos, saínetes y tonadillas’, Coloquio internacional sobre el teatro español del siglo XVIII (Bolonia: Piovan Editore, 1988), pág. 78; el Capricho 21 de Goya traduce gráficamente esta asociación de ideas. 80. Véase Nordström, pág. 90. 81. En efecto, en un conocido grabado de Chodowiecki, citado por el mismo Nordstrom y destinado a ilustrar, en el libro de Lavater, las cuatro reacciones temperamentales ante un mismo cuadro conmovedor, Jean Calas despidiéndose de su familia, ‘das feuchteste Temperament ist bei dieser Scene das unreizbarste’ (el más inalterable), permaneciendo ‘sentado en una silla sin ninguna reacción aparente’ (Nordström, Goya, Saturno y Melancolía, ed. española [Madrid: Visor, 1989], pág. 218). 82. Gassier opina sin embargo: ‘L'idée de Goya semble plutôt confuse’. 83. Con excepción de los de matemáticas y cirujía (Nov. Recop., Lib. VI, tít. XIII, ley XVI). 84. Ya hace hincapié Covarrubias en que es animal ruidoso. Nordstrom pensaba en la influencia de la expresión ‘no ser rana’, pero no puede ser negativa la frase sugerida por la presencia de la rana en el dibujo; más lógico parece que ‘sea rana’ el personaje satirizado. 85. Según escribía, unos decenios antes, Clavijo en El Pensador, XI. 86. ¿Eres locuaz? Pues métete a letrado:miente, cita, vocea, orta y raja … (Contra los letrados, en Poesías de Gaspar Melchor de Jovellanos, ed. J. M. Caso González [Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1962], pág. 265).

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