Purgatorio de Raúl Zurita: Razones y delirios para afirmar que, a pesar de todo, la vida era hermosa
2022; University of North Carolina at Chapel Hill; Volume: 194; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1353/hsf.2022.0012
ISSN2165-6185
Autores Tópico(s)Comparative Literary Analysis and Criticism
ResumoPurgatorio de Raúl Zurita:Razones y delirios para afirmar que, a pesar de todo, la vida era hermosa Fernando Valverde Y eran de nuevo tus llanuras —Isaías 11 Padre, ¿usted sufre cargándome? —Raúl Zurita Está a mitad del camino de la vida, en algún lugar entre el Paraíso y el Infierno, en un mundo que ha sido revelado de manera mítica por una abuela italiana que discutía con su madre en dialecto genovés y que recitaba poemas de Dante y Leopardi. La mitad del camino de la vida se produce en 1979, en pleno régimen militar de Pinochet, con miles de desapariciones y cadáveres arrojados al océano o a las entrañas de los volcanes. El propio Raúl Zurita, perdido en ese transitar por las tinieblas, ha sido golpeado muchas veces, ha sido hecho prisionero, humillado, tratado con el desprecio del azar—al antojo del primer soldado que pudiera encontrarse—. Es la experiencia de la vida dentro de una dictadura, una experiencia colectiva a la que se une un destierro personal, una suerte de acostumbrarse a la muerte para hacerla menos dolorosa.1 Cuando Raúl Zurita publica Purgatorio está cerca de los treinta años. Es una edad mítica, pues de los siete hijos de su abuelo paterno, también Zurita, seis murieron antes de esa edad, salvo su padre, que murió a los treinta y uno. Así que Zurita, en la mitología familiar, lejos de sentirse en medio del camino de la vida, sentía el temor [End Page 145] por una intuición de la muerte que llegaba de un tiempo pasado y de unos ancestros desconocidos. En 1979, la vida es hermosa pero puede ser arrasada de un momento a otro por el capricho, la denuncia o una violencia ejercida en nombre de la corrección. No hay reacción posible frente a ello, piensa Zurita, que termina de editar unos poemas que se vuelven obsesivos porque no logra abandonarlos, porque llega a demorarse hasta ocho meses en la escritura de alguno de ellos. En la persecución de la más profunda soledad, Zurita no solo descubre que está del otro lado de la existencia, sino también las formas en las que el dolor se confunde con la locura, si es que en algún momento no son la misma cosa. Mientras Zurita escribe Purgatorio2 está planeando el que considera su decálogo, una poética, una suerte de atormentada respuesta a la realidad desde dentro de la realidad. Como título elige Mein Kampf, la lucha de Zurita, con todas las connotaciones que ello supone. Pero de nada importa porque se trata de un hombre hambriento, "uno repetido en el hambre" (Tu vida rompiéndose 13), un hombre solo que sufre y trabaja en la obra del Paraíso, no solo con el cuerpo o la mente, sino con la propia esencia, convencido de que a lo largo de la historia los intentos de elaborar la existencia siempre han tenido como raíz a la muerte, nunca a la vida: "Entonces el trabajo en la obra del Paraíso no es sólo un trabajo de arte, sino de corrección del dolor de la propia experiencia" (13). La propuesta de Zurita es radical porque implica 'corregir' los cadáveres devueltos por las playas de Chile, el hambre al que son condenados millones de inocentes. Esta corrección es el trabajo de creación del Paraíso dentro de los límites de la propia existencia: "Asumir entonces en los límites de nuestra vida la construcción del Paraíso, significa asumir conscientemente el trabajo real del dolor, escúchame: significa asumir los contenidos concretos del dolor como una forma de corrección de la experiencia en base a un proyecto socialmente significativo de vida" (14). Frente a la pregunta de qué es el Paraíso, Zurita puso su mejilla quemada. Marcó su cara ante la imposibilidad de marcar el cielo, en un acto impulsivo, no planificado, que de alguna forma constituye el inicio de Purgatorio (1979), su primer libro: "Inicié mi propio trabajo entendido...
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