Artigo Acesso aberto Revisado por pares

Charles, Taylor, El futuro del pasado religioso, introducción y traducción de Sonia E. Rodríguez García, Madrid, Trotta, 2021

2022; Servicio de Publicaciones; Volume: 39; Issue: 2 Linguagem: Espanhol

10.5209/ashf.80743

ISSN

1988-2564

Autores

Kilian Lavernia,

Tópico(s)

Religious and Theological Studies

Resumo

Es lugar común afirmar que el pensamiento de Charles Taylor (Montreal, 1931) encontró su culminación en A Secular Age (2007), probablemente una de las obras de filosofía más importantes de nuestro siglo en curso.Lo que suele decirse menos es que, al poco de su publicación, le siguió Dilemmas and Connections, cuya tercera parte, Themes from A Secular Age, ha encontrado por fin una tan esmerada como impecable traducción a cargo de la profesora Sonia Ester Rodríguez García, gran especialista en el pensador de Montreal que se ha hecho cargo, además, de la introducción de obligada lectura.Tomando el título de uno de los ocho ensayos que lo componen, El futuro del pasado religioso representa una verdadera novedad que nos permite conocer otras facetas complementarias de la compleja evolución tayloriana en el ámbito de la filosofía de la religión y su oposición a las narrativas de la teoría clásica de la secularización del mundo occidental.Desde diferentes premisas y contextos, los ocho textos ilustran cómo Taylor fue dirimiendo cuestiones nodales sobre la pervivencia o no de la religión, sobre sus retornos silenciosos, formas y retos presentes, sobre sus tensiones y ambigüedades específicamente modernas, al tiempo que solidificaba conceptos y categorías, marcos teóricos y estilos de problematización inherentes a esta última etapa de su obra.Este giro tayloriano hacia la filosofía de la religión se aprecia ya en la conferencia que abre el libro, acaso uno de los primeros testimonios de su condición como cristiano creyente.Impartida en 1996, "¿Una modernidad católica?"se enfrenta a la paradoja de que "en la cultura secular moderna se encuentr[e]n mezclados los auténticos desarrollos del Evangelio de un modo de vida encarnado con un cierre hacia Dios que niega el Evangelio" (p.36).Es esta una interesante encrucijada teórica llena de contradicciones y matices, textura en la que el estilo de pensamiento de Taylor se mueve como pez en el agua.Por un lado, afirma, el logrado despliegue del programa moderno -desde la libertad moderna hasta la defensa de los derechos humanos-, aun siendo de inspiración cristiana, habría permitido tanto la liberación de muchos de los presupuestos religiosos como la ruptura de las estructuras y creencias de la cristiandad, incluso al precio de la marginación de la fe misma: la ruptura sería, así vista, una condición necesaria para el desarrollo de dicho programa.Por el otro, al término de este proceso, el programa evangélico debería estar en condiciones de poder reintroducirse sin imponerse, dado que en la actualidad la borradura de lo trascendente anidaría como un peligro latente, empobrecedor de la vida humana y el bien común -el "florecimiento humano"-que nos interpelan en cada momento.Tal figura de lo trascendente no se circunscribiría solo al cristianismo, pues el reconocimiento de que "la vida no es toda la historia, [de que] no es todo lo que hay" (p.40), significa hablar de un "más allá de la vida" donde no nos conformemos solo con la autosuficiencia de la esfera inmanente y nuestras modalidades crecientes de "increencia" (unbelief) deudoras de un humanismo excluyente: y es que "si uno cree, tiene algo muy importante que decir en los tiempos modernos, algo que atañe a la fragilidad de lo que todos nosotros, creyentes, más valoramos en la actualidad" (p.56).El segundo texto, "Notas sobre las fuentes de la violencia: perennes y modernas", aborda el análisis de la "violencia categórica", es decir, "aquella ejercida contra un conjunto (categoría) de personas, gente a la que podríamos no llegar a conocer nunca o con la que no tenemos ningún contacto" (p.59).En un primer nivel de vinculación entre religión y violencia, Taylor reactualiza formas de violencia categórica visibles en determinados mecanismos sagrados como el sacrificio y el chivo expiatorio de resonancias girardianas; sin embargo, su interés termina fijándose en la "reedición de nuevas formas de violencia purificadora en el corazón de la modernidad 'racional' " (p.73).Tal es, a su entender, el vínculo hermenéutico entre democracia moderna y violencia que todavía debe interpelarnos.Baste pensar en modalidades de purificación colectiva basadas en la virtud que desembocaron, como en el terreur republicano, en la pura eliminación de los enemigos (pp.70 ss.),pero también en la fundamentación hipermoral de la figura de la víctima en toda suerte de nacionalismos (étnicos) que apelan a una supuesta amenaza a la identidad nacional para justificar el uso de la violencia (pp.78 ss.).Es más, sentencia, esta "violencia en torno a las identidades categóricas es uno de los peligros más acuciantes de este siglo.Podría literalmente destruir nuestro mundo" (pp.79 s.).De ahí que el artículo termine no solo con una (p)reocupación del papel de la víctima desde parámetros donde doblegar la violencia no equivalga a renunciar a políticas democráticas ordenadas.Más importante me parece el reto de restaurar, asumiendo la complejidad étnica, multicultural, etc. de nuestra sociedad global, ese fundamento común que muchas religiones posaxiales pueden aportarnos para afrontar renovadas categorizaciones como la venganza o la victimización, el castigo y la culpabilización: "es un movimiento que puede llamarse perdón, pero, en un nivel más profundo, se basa en el reconocimiento de nuestra común y defectuosa humanidad" (p.87).Aunque tal vez precaria, esta fuente de resistencia en la dimensión de reconciliación estaría en mejores condiciones de fomentar la creencia en diferentes tipos de trascendencia.

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