Artigo Revisado por pares

Legom: Retrato de hombre caído

2022; Department of Spanish and Portuguese, University of Kansas; Volume: 56; Issue: 1 Linguagem: Espanhol

10.1353/ltr.2022.0021

ISSN

2161-0576

Autores

Luis Mario Moncada,

Tópico(s)

Conflict, Peace, and Violence in Colombia

Resumo

Legom:Retrato de hombre caído Luis Mario Moncada El problema es que estoy muerto.No sé si sea realmente un problema pero creo, incluso,que desde que nací, nací muerto. Pensábamos que una vez más la burlaría, pero La Muerte atrapó a Legom el 23 de mayo del 2022. Dos décadas lo anduvo cazando hasta que por fin lo acorraló, a los 53 años. Luis Enrique sabía que iba a morir joven, pero hizo todo lo que estuvo a su alcance para postergar el momento; convivía y negociaba con la enfermedad como quien va reestructurando su deuda. "Tengo asumida mi vida a partir de la enfermedad, en cierta forma es un regalo de la propia vida que me ha dado una posición privilegiada para observarla". Si algo dejó en claro es que sus obras representan los síntomas de un mundo lisiado y sin cura, aferrado a una patética y conmovedora supervivencia. "Yo soy el dramaturgo enfermo que esperaba esta sociedad enferma", sentenció con orgullo casi infantil durante una entrevista televisiva a la que se presentó en pijama. Conciencia descarnada del cuerpo habitado, allí encontró la coartada para romper esquemas y llamar a las cosas por su nombre. En 2016 llevaba más de 10 años en hemodiálisis cuando uno de sus colegas—el actor Hosmé Israel—, murió inesperadamente y él decidió escribir su obituario, que era un adelanto del propio: Hoy fui a diálisis como lo hago desde hace diez años tres veces por semana. No estaba Hosmé. Sé que suena estúpido, pero hasta hoy a las siete caí en la cuenta de que Hosmé no estaba en la máquina cuatro y que ya nunca más va a estar ahí […]. Hay semanas que solo salgo de la cama a la diálisis, así que no conozco mucha gente. Hace unos meses Hosmé llegó a la diálisis como un regalo, un regalo que al final de mi vida no esperaba. Éramos compañeros de banca. A él lo hemodializaban en la cuatro, a mí en la tres. Normalmente, los [End Page 135] nefróticos son menos interesantes que una hormiga, así que tener de compañero a este maravilloso conversador era realmente la lotería […]. Solo hasta hoy a las siete entendí todo el cariño que le tuve, todo lo que perdí. A ver ahora a quién ponen en la cuatro. Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio nació en Guadalajara, Jalisco, en 1968. Allí estudió contaduría pública y trabajó en un despacho como analista financiero hasta que, poco antes de los 30 años, decidió volverse escritor profesional. Ávido lector desde la infancia, fueron los relatos de Joseph Conrad, descubiertos entre los diez y doce años, los que le advirtieron que la literatura era algo más que una forma ingeniosa de contar historias. Para él se convirtió en un ejercicio donde descubrir al ser humano en toda su complejidad. Aunque su conciencia de escritor surgió muy temprano, decía que no fue hasta mediados de los noventa que quemó sus naves y se mudó a Querétaro, donde conformó una cofradía de escritores y artistas con la que levantó proyectos, editó libros y forjó una identidad de poeta escabroso y satírico. Allí también comprendió que, para decirse escritor, había que vivir de la pluma, así que se puso a escribir una obra teatral y la envió a un premio, lo que representó su primer ingreso importante. A partir de ese hecho escribió y mandó obras a concursos de dramaturgia que casi siempre ganó, hasta que el Premio Manuel Herrera tuvo que incluir una cláusula que impedía participar a todo aquel que lo hubiera ganado más de una vez. Solo él cumplía con la restricción. Para entonces ya se había echado a andar el mito de un escritor residente en Querétaro que obtenía todos los premios sin haber estrenado una sola obra; esa fama singular disparó el interés por ponerlo a prueba. Durante el primer lustro del siglo escribió una veintena de obras que...

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