Almodóvar contra el hombre de letras de la Transición: la parodia del mal escritor en ¿Qué he hecho yo para merecer esto!
2022; University of North Carolina at Chapel Hill; Volume: 195; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1353/hsf.2022.0025
ISSN2165-6185
Autores Tópico(s)Cinema History and Criticism
ResumoAlmodóvar contra el hombre de letras de la Transición: la parodia del mal escritor en ¿Qué he hecho yo para merecer esto! Íñigo Huércanos Esparza La proyección internacional de Pedro Almodóvar se inaugura con el estreno de su cuarto largometraje, ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, en 1984. Buena parte de su correspondiente guion gira en torno a las peripecias de Lucas Villalba (Gonzalo Suárez), un escritor de costumbres extravagantes que persigue, infructuosamente, una carrera comercial. Lucas, figura tópica del mal escritor, es un personaje paródico sometido a las burlas de Almodóvar.1 Esta subtrama, aparentemente simple, es del todo enrevesada y, como observa Kathleen M. Vernon, en su momento tanto espectadores como críticos señalaron lo tangencial de la misma (37). Ahora bien, incluso teniendo esto en cuenta, sorprende que los estudiosos del cine almodovariano hayan obviado sistemáticamente la existencia del personaje en cuestión, pues no solo tiene una presencia notable en el filme, sino que forma parte, además, de una larga cadena de personajes-escritores que atraviesa la producción del director manchego. Piénsese, por ejemplo, en Pepi —Pepi, Luci, Bom (1980)—; en Leo y Ángel —La flor de mi secreto (1995)—; en Esteban —Todo sobre mi madre (1999)—; en Ignacio —La mala educación (2004)—; en Mateo Blanco —Los abrazos rotos (2009)—, que no escribe literatura, pero sí guiones de cine; o en Salvador Mallo — Dolor y gloria (2019)—, que cultiva ambas disciplinas. Así pues, el propósito de mi trabajo es simple: ofrecer un primer análisis de los mecanismos que articulan la parodia del personaje-escritor en ¿Qué he hecho yo para [End Page 77] merecer esto! para arrojar luz sobre este olvidadísimo integrante de la filmografía de Almodóvar. En las siguientes páginas sostendré que, a través de dicha parodia, se expresa una velada crítica contra el gremio de los escritores de la Transición. Recurriendo a una imagen estereotipada y ridícula del hombre de letras pequeñoburgués, el cineasta presenta ante el espectador a un personaje sin talento, sin disciplina de trabajo, sin criterio creativo propio, perseguidor de modas literarias, obsesionado por mercantilizar su obra y que, en última instancia, vive a costa del prójimo. Esta invectiva humorística contra el escritor de principios de los ochenta no es una cues-tión menor en sí misma, y adquiere pleno sentido cuando se tiene en cuenta que la primera vocación de Almodóvar fue, como él mismo ha reconocido, la literatura (Elidrissi). El de Calzada de Calatrava es, de hecho, un escritor publicado: véanse los casos de Sueños de la razón (1978), Fuego en las entrañas (1981) y Patty Diphusa (1991), todos ellos relatos ficcionales. Hacia 1984, Almodóvar ni había aparcado su carrera literaria ni se había consagrado, todavía, como el icono cinematográfico que es hoy, por lo que sus burlas deben entenderse, acudiendo a la terminología de Pierre Bourdieu, como una estrategia de posicionamiento dentro del campo de producción cultural español.2 Gilbert Highet entiende la parodia como una de las formas que puede adquirir la sátira, un tipo de imitación cómica que se vale de la distorsión y de la exageración para burlarse del modelo imitado —frecuentemente a fin de desprestigiarlo (68–69). Si se afirma que la parodia imita y deforma un modelo previo, conviene preguntarse antes que nada en qué modelo se está basando Almodóvar en lo que a Lucas se refiere. Highet —al igual que otros teóricos de lo paródico como Linda Hutcheon— se ocupa mayormente de estudiar la parodia de formas, contenidos, o estilos artísticos; esto es, el cómo un novelista parodia otras novelas, un pintor otras pinturas, y así sucesivamente. Bien pensado, es perfectamente posible parodiar no solo obras de arte, sino también a individuos de carne y hueso. Esto es sin duda lo que hizo Almodóvar en ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, cuyo peculiar personaje-escritor se inspira más en estereotipos sociales que...
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