Artigo Revisado por pares

Ang�lica Gorodischer: "Para escribir hay que leer de todo, no solo literatura"

2023; University of Northern Colorado; Volume: 38; Issue: 2 Linguagem: Espanhol

10.1353/cnf.2023.a897598

ISSN

2328-6962

Autores

Patricia Sever�n,

Tópico(s)

Literacy and Educational Practices

Resumo

Angélica Gorodischer:"Para escribir hay que leer de todo, no solo literatura" Patricia Severín Patricia Severín [PS]: ¿Cuándo surgió la pasión por escribir? Angélica Gorodischer [AG]: No lo elegí, no lo pensé, sólo lo supe. A los siete años. Leía desde los cinco lo que caía en mis manos, la cuestión era leer. Había un montón de libros en la casa de mis padres: ensayos, biografías…; no entendía nada, pero leía. Y cuando descubrí Las minas del Rey Salomón, me dije: "¡Esto es lo que tengo que hacer!" PS: ¿Por qué solo narrativa? AG: En general no comprendo a los poetas, no sé lo que quieren decir. Yo quería escribir las cosas que le pasan a la gente. Nunca escribí poesía. Ni a los 16 cuando te dejan plantada. ¡Y eso que tuve amores en mi vida que para qué te cuento! Todos trágicos, terribles, hasta que encontré al Goro y fue la felicidad. Sesenta y dos años de casados llevamos. PS: ¿Por qué te encasillan dentro de la literatura fantástica? AG: Mi familia era muy católica y la noción de Dios siempre estuvo presente. Después te ponés revolucionaria, mandás todo a la mierda, decís es mentira y que sé yo. Pero esas cosas quedan y se enraízan profundamente. A mí lo que me interesa es lo inexplicable, el misterio. Y hay que abordarlo desde un ángulo que sea propicio. El mejor terreno fue la ciencia ficción, pero solo escribí cuatro libros; los otros veintiséis no tienen nada que ver con ella. PS: Y para escribir de ese modo hacés una ruptura del lenguaje. AG: ¿Qué se hace con la escritura? Tratamos de encontrar los cimientos de la realidad y trabajar sobre esos cimientos. Aunque estés contando lo que le pasó al oficinista de la esquina que se peleó con la novia. No importa, estás buscando eso. La sombra. Ni siquiera el protagonista, ni la persona real lo pueden dilucidar. Lo inexplicable. Y hay que abordarlo desde cierto lugar, no desde cualquiera. PS: ¿Cómo compatibilizaste la familia con la escritura? AG: Ah, es duro —risas—, es duro. Siempre me dije, a mí no me van a joder, podré ralentizar la cosa, podré dedicarme menos, pero no dejar de escribir. Por suerte me casé con un tipo como el Goro, que es sumamente comprensivo, amplio, compañero y estimulante. Yo quería todo, ¿por qué me voy a conformar con la mitad? Quería escribir, tener marido, hijos, laburo, todo quería. Y había que comer. Escribir para una mujer sigue siendo duro. [End Page 209] Pero me las arreglé: ponía la máquina debajo de la cama. ¿Quién dijo que cuando una tiene una familia no puede hacerlo? Escribía de madrugada; después me dormía en todas partes —risas— donde encontraba un sillón me dormía. PS: ¿Aquí enlazamos con tu veta feminista? AG: Cuando yo era niña creía que el sexo privilegiado (no se hablaba de género) era el femenino; las minas lo pasábamos fantástico, íbamos a fiestas, al teatro, al cine, veraneábamos dos meses; nuestros padres sudaban, trabajaban, iban, venían. Yo creía: "¡Qué bien que nos va!" Después empecé a ver ciertas cosas: "Nena como vas a subir al árbol". Habré tenido ocho años y me puse en cuclillas en el jardín de casa, mi mamá me sacó corriendo, ¡la tierra podía estar caliente! Empezaban las limitaciones: tuve una educación restrictiva, no fui al colegio los primeros años. Si el pediatra no le hubiera dicho a mis padres, "¿ustedes quieren tener una hija normal?", no sé si me hubieran mandado a la escuela. PS: ¿Y luego? AG: De chica creía que todo era regio, divino, hasta que me di cuenta que no. Me cayó a las manos el libro de Victoria Sau. Luego pasé a Simone de Beauvoir. Esto es lo mío, me dije. Fijate, la gente que lee los diarios...

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