En las palabras est�n todos los mundos posibles
2023; University of Northern Colorado; Volume: 38; Issue: 2 Linguagem: Espanhol
10.1353/cnf.2023.a897606
ISSN2328-6962
Autores Tópico(s)Memory, violence, and history
ResumoEn las palabras están todos los mundos posibles Norma Alloatti Un sobre azul con mi nombre manuscrito anunciaba la fecha de la entrevista con Angélica, a quien había conocido en persona entre los estantes de La Cachimba, gracias a la presentación que facilitó Jorge Isaías. El sobre que volví a tener en mis manos poco después de su partida, me volvió a aquellos días en los que preparaba el primer encuentro de mujeres en Rosario, con un entusiasmo desbordante y contagioso, propio de quien está a punto de lanzar su opera prima. Por entonces, a Angélica le gustaba reconocerse en el ritual de la letra manuscrita, la de sus notas en libros, la de las cartas que aún de seguro atesoran sus incontables corresponsales y la de su propia escritura literaria. Y esa letra manuscrita que ahora encuentro en sus generosas correcciones me recuerda los otros rituales, los del café caliente y las delicatessen salidas de sus manos, que nos esperaban cada lunes por la mañana, las sillas que rodeaban la pequeña mesa que nos reunía al cobijo de sus libros, de sus cajas plenas de recortes, papeles y manuscritos y una cantidad infinita de recuerdos que conservaba en los estantes tan pletóricos de palabras como de miniaturas, fotos, lápices, tarjetas. La generosidad de Angélica Gorodischer estaba presente en cada momento compartido, dentro y fuera del taller. En él, mientras comunicábamos nuestras palabras, ella sugería las lecturas que eran apropiadas para que esos escritos se convirtieran en algo más que ideas hilvanadas con pretensión de ser publicadas. Todos los mundos eran posibles mediante las palabras. Aunque yo lo intuía, sus saberes lo hicieron evidente. Con ellos marcaba rumbos, mostraba otros senderos. Conocedora de las últimas tendencias de las academias especializadas en los estudios feministas, estaba muy vinculada con sus colegas, dentro y fuera del país, y me enseñó a leer y comprender la enorme producción de escritos femeninos de fin del siglo XX y comienzos del XXI, lo que me abrió las puertas de la historia de las mujeres. Conocí, entonces, a nuestras escritoras decimonónicas, a las pioneras del XX y allí quedé atrapada. Sus libros partían y volvían a su biblioteca como si esta fuera pública. Los disfrutábamos casi como golosinas de un kiosco gratuito. Su taller generaba adicción y sus ideas provocaban nuestra imaginación. Compartimos el barrio, en el sur de la ciudad que la hizo hija adoptiva y ciudadana ilustre. Eso me dio otros momentos ajenos al taller, sobre todo cuando de las letras manuscritas, resuelta y diligente, pasó a los dispositivos digitales y ella, convencida que yo era experta en el asunto, me llamaba: "—Che nena, podés venir a ver qué pasa que esto no funciona". Y al pasar, luego, encontraba que ya lo había solucionado o que no era [End Page 226] efecto de algún desliz suyo, sino de los sistemas de comunicación que tan frágiles eran y son en nuestra ciudad. Se hizo experta en las nuevas tecnologías, aunque las redes sociales no le atraían. Prefirió continuar con los contactos íntimos, entrañables, personalizados, amistosos, que supo cultivar con cada corresponsal. Angélica Gorodischer marcó un antes y un después en mis experiencias lectoras y escriturarias. Aunque no logré disciplinar mi trabajo en la literatura, quizás porque su grandeza me intimidó un poco al comienzo, siempre me impulsó a continuar en el camino. Crecí mucho al abrigo de su confianza y de su aliento. Sus libros quedan ahora para encontrar en ellos nuevas sendas. También, quedan los escritos de tantas "aprendices" que, habiendo pasado por su taller, han disfrutado de esos conciliábulos alrededor de las palabras. En ellos hay huellas de Angélica escritora, maestra y gran amiga. Solía decirnos que no teníamos que escribir con la emoción, sino con el recuerdo de ella, lo que se hace harto difícil. Mis recuerdos son tantos y tan placenteros que la emoción se actualiza hasta hacerme sentir que el próximo...
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