Cuento y decadentismo en el modernismo mexicano. 1890–1900
2023; University of North Carolina at Chapel Hill; Volume: 198; Issue: 1 Linguagem: Espanhol
10.1353/hsf.2023.a901032
ISSN2165-6185
AutoresGerardo Francisco Bobadilla Encinas,
Tópico(s)Media, Journalism, and Communication History
ResumoCuento y decadentismo en el modernismo mexicano. 1890–1900 Gerardo Francisco Bobadilla Encinas En torno al modernismo: exclusiones e indefiniciones genéricas y sensibles Reconocidos críticos e historiadores de la literatura (De Onís, Gutiérrez Girardot, Sánchez) han afirmado que el modernismo significó una verdadera revolución ética y estética dentro del campo literario y cultural de Hispanoamérica, revelándose como “la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y gradualmente en los demás aspectos de la vida entera, con todos los caracteres de un hondo cambio histórico cuyo proceso continúa hoy” (Onís XVI). Señalan que, fuertemente influidos por el parnasianismo y el simbolismo franceses, los planteamientos éticos y estéticos del modernismo supusieron, antes que nada, la reconfiguración del campo de lo literario, al establecer un nuevo concepto de la literatura que asumía la belleza y la perfección formal, la libertad y el amor, como los medios para la revelación de lo sublime y de las verdades infinitas, fin último de la poesía y de las demás resoluciones artísticas.1 Comenzó a afincarse una concepción de la escritura artística como una de las bellas artes, concepción que rompió con la tradición ilustrada más que centenaria, la cual concebía la literatura como una de las bellas letras hacedoras—o restablecedoras, según se vea—de un orden social y moral. [End Page 103] Al menos así lo plantearon, entre 1875 y 1876, aquellos textos fundacionales que son los discursos de José Martí en el Liceo Hidalgo (1875) y sus reflexiones sobre el poeta Agustín Cuenca en la Revista Universal (1876), sobre todo, el ensayo “El arte y el materialismo” (1876), que Manuel Gutiérrez Nájera publicó en seis entregas en el periódico El Correo Germánico de la Ciudad de México. Este replanteamiento en la concepción de la finalidad y sentido de lo literario tenía su sustento en la certeza de que sólo una nueva perspectiva, una nueva forma de posicionarse y comprender el mundo a través de la perfección formal y la libertad del arte—muy fenomenológica la propuesta—era lo que permitiría la revelación, el acceso a aquello que los primeros modernistas llamaban “lo sublime”, “las verdades infinitas”. Esa perspectiva, que exponían Gutiérrez Nájera y Martí, era detonada y planteada en la poesía en particular, en el arte en general y, por extensión, también en el lector y en la recepción literaria, a través del intimismo y el trance poético que, in crescendo, permitía acceder a impresiones, a imágenes, a revelaciones poéticas fugaces e insospechadas del mundo y del hombre. Dicho trance poético revelador era inducido por el manejo justo y preciso de esas representaciones visuales, de esos ritmos, de esas figuras y tropos, el cual buscaba, decía Ramón del Valle Inclán, “refinar las sensaciones y acrecentarlas en el número y en la intensidad” (Ctd. en Clark y Zavala XVI). Si bien el modernismo hispanoamericano fue un movimiento que tuvo resoluciones artísticas en todos los géneros, los historiadores, los críticos literarios y los lectores que se formaron a partir de su influjo centraron su atención casi exclusivamente en sus manifestaciones poéticas, y establecieron una especie de contigüidad entre lírica y modernismo. Quizás las consideraciones de Amado Nervo influyeron en ello, especialmente cuando en 1896 afirmó que el modernismo buscaba en el verso “la novedad, y ya que esta es difícil hallarla en el pensamiento, debe buscarse en la combinación de la frase, en el primor del metro, en la singularidad de la factura, en el colorido de la estrofa que despierta sensaciones extrañas” (165). Esta asociación, me parece, fue reforzada por Max Henríquez Ureña en...
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