Cenotafios y culto callejero. Las dos ciudades: del monumentum a la monumenta
2024; Issue: 28 Linguagem: Espanhol
10.55555/is.28.589
ISSN2007-4964
AutoresCarlos Enrique Flores Rodríguez,
Tópico(s)Religious Tourism and Spaces
ResumoEl culto a los muertos es tan antiguo como la humanidad. La conciencia de la muerte proveería desde afecciones, ritos y mitos, hasta el pensamiento simbólico y la cultura. Históricamente tres necesidades afectivas serían los mismos privilegios a que aspiraba toda sociedad y familia: marcar el lugar del deceso, reservar un espacio para enterrarlos y, cohabitar con ellos. Estas prácticas convertirían a la tumba, además de depositaria de las tres valías, en testimonial mnemotécnico de emociones y, en el origen emblemático o fundacional de familias, colectivos, sociedades y ciudades. De las tumbas, las que mejor han auspiciado dicha convivencia y culto serían los cenotafios. Memoriales mortuorios surgidos en aquel espacio de la ciudad caracterizado por disipar miedos y soportar incertidumbres: el público; y que, auspiciado por el catolicismo popular, proliferarían en la ciudad mexicana exacerbando su significación si la muerte que reifican ocurre súbitamente y en condiciones injustas o violentas. A partir de la fenomenología, y utilizando herramientas de la historicidad documental y etnográficas, en este ensayo se reflexiona sobre ello. Se revela que, buscando conmemorar o eludir las emociones que motiva, se utilizan artilugios y rituales, de los cuales, marcar o erigir un objeto en el lugar del deceso, se destaca. Que, junto a los cenotafios de parentesco, usualmente fijos y de simbolismo familiar, emergen otros de naturaleza colectiva que, buscando evitar su habituación y banalidad, habrían asumido otras tres valías: móviles, el lugar de la instalación importa más que el del deceso; efímeros: a partir de instalaciones y altares desmontables y; transitorios: colocándose en días específicos y significativos.
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