Corea del Norte y su programa nuclear. Desarrollos y proyecciones.
2018; Issue: 158 Linguagem: Espanhol
10.38180/rpdi.v68i158.720
ISSN2663-0222
Autores Tópico(s)Nuclear and radioactivity studies
ResumoEl presente artículo académico ha sido elaborado por el autor con el objetivo de presentar los últimos acontecimientos respecto del desarrollo nuclear de Corea del Norte y sus incidencias a nivel mundial. En el trabajo se presenta el programa nuclear norcoreano en curso, las respuestas de la comunidad internacional, los tres escenarios al futuro previsible. El programa nuclear y balístico de Corea del Norte está siendo desarrollado a fin de solventar objetivos vitales, además de la supervivencia del régimen, que sea reconocido como potencia nuclear y que Estados Unidos abandone todo tipo de maniobras militares que efectúa con Corea del Sur. Estados Unidos con las presiones que ejerce para detener ese programa, lejos de desalentar el desarrollo de dispositivos de destrucción masiva, en la práctica ha fomentado su producción como garantía para la supervivencia norcoreana en tanto país o régimen en una carrera hacia adelante y contra el tiempo. Las relaciones entre Pyongyang y Washington se han caracterizado por su clima de tensión y hostilidad. El antagonismo entre estos dos Estados se ha intensificado con la llegada de sus actuales líderes al poder, cuyas personalidades muestran tonos muy agresivos en sus interacciones. Para empeorar aún más el escenario del sudeste asiático, de por sí volátil, el Pentágono, con el objetivo de modernizar el arsenal atómico del país y potenciar su poder disuasivo, a inicios de febrero de 2018 divulgó un nuevo enfoque estratégico, denominado Nuclear Posture Review, NPR, con el que propone la creación de nuevas armas nucleares de menor capacidad destructiva, incluso con uranio empobrecido, pero con mayores probabilidades de ser utilizadas en un combate nuclear preventivo en zonas geográficas más delimitadas, i.e. Corea del Norte. Un punto de equilibrio deseable entre los principales actores del tema en cuestión sería que los Estados Unidos suspendan sus maniobras militares en Corea del Sur y acepten a Corea del Norte como potencia nuclear; y, a cambio, este último se comprometa a no realizar ataques con su armamento atómico y suspenda o congele su programa nuclear o no siga haciendo más pruebas y experimentos. Pero esto está lejos de suceder. Ambos actores se encuentran atrapados en el dilema del prisionero y no podrán salir de allí a menos que una de las dos partes, o ambas, esté dispuesta a ceder en sus imperativos estratégicos. Hasta el momento ninguno de los dos ha mostrado intenciones de realizar concesiones a fin de encontrar una solución conjunta vis a vis el programa nuclear y balístico norcoreano y del destino de la península en sí. Ello implica para Estados Unidos descartar, al menos por ahora, aceptar a la República Popular Democrática de Corea, RPDC, como estado con calidad de potencia nuclear. En ese sentido, es probable que se mantenga el statu quo en la península o, en su defecto, se produzca un enfrentamiento armado con todos los costos políticos, militares, económicos, sociales y diplomáticos, que puede alcanzar al menos el sudeste asiático, con implicaciones imprevisibles que podrían afectar al mismo sistema mundial. Por otra parte, tanto la aceptación de Corea del Norte como país poseedor de armas de destrucción masiva, cuanto la realización de un ataque preventivo conllevaría a un cambio de orden de poder en el escenario mundial. Respecto de la situación coreana, se ofrecen tres escenarios al presente y futuro previsible: el statu quo, el ataque preventivo y la solución negociada. Nuestra percepción es que éste último, por su básica razonabilidad debería prevalecer. Nos referimos al escenario de paz, como fruto de negociaciones directas o con la intervención activa del Grupo de los Seis (Six Party Talks). Los elementos clave, entre otros: la aceptación de Corea del Norte en tanto potencia nuclear por Estados Unidos y el Club Nuclear; el acuerdo de no agresión entre las partes involucradas, incluyendo el de tipo preventivo; el cese o congelamiento de los experimentos nucleares y misileros por parte de ese país; el término de las maniobras militares Estados Unidos-Corea del Sur en la península. Este tercer escenario que no acomoda a Estados Unidos, porque sería abandonar su posición de principio y de su propia seguridad estratégica, se impone por la realidad de los hechos, sus desarrollos y proyecciones, al tiempo que es el menos malo, relativamente hablando, para todas las grandes potencias incursas en la región. (No está demás decir que China y Rusia, en la práctica aceptan a Corea del Norte como potencia nuclear). En el tema coreano están involucrados de manera directa las potencias del mundo, a excepción de la Unión Europea, con lo cual los riesgos de conflicto nuclear, aún cuando localizado, ataque preventivo, ataque por error u otro de carácter violento, tendría consecuencias inimaginables no solo para toda la región del sudeste asiático, abarcando a India y Pakistán, sino para todo el mundo y el orden global que conocemos. Un ataque nuclear, constituiría un punto de inflexión en la línea del tiempo y de la realidad del planeta. Sería un antes y un después, en el cual no queda claro cómo será el futuro mismo ni la nueva distribución del poder mundial. Por lo que es plausible que las potencias de la región, por el temor de verse afectados en términos nucleares y económicos, de manera duradera, puedan incidir o trazar una solución a expensas de Estados Unidos, potencia que grosso modo, en la práctica y a plazo cierto, tendría relativamente más que perder en una situación de conflagración peninsular, en términos estratégicos, económicos y de liderazgo mundial. Es nuestro parecer que en los desarrollos en curso a nivel global, los que ocurren en esa península, constituirá uno de los aspectos que marcará el posicionamiento en términos de poder para Estados Unidos al futuro previsible.
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